EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Juan 14,21-26.
El que guarda mis mandamientos después de recibirlos, ése es el que me ama. El
que me ama a mí será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me
manifestaré a él.»
Judas, no el Iscariote, le preguntó: «Señor, ¿por qué hablas de mostrarte a
nosotros y no al mun do?»
Jesús le respondió: «Si al guien me ama, guardará mis palabras, y mi Padre lo
amará. En ton ces vendremos a él para poner nuestra morada en él.
El que no me ama no guarda mis palabras; pero el mensaje que escuchan no es
mío, sino del Padre que me ha enviado.
Les he dicho todo esto mientras estaba con ustedes.
En adelante el Espíritu Santo, el Intérprete que el Padre les va a enviar en mi
Nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que yo les he dicho.
Comentario del Evangelio por:
Beato Juan van Ruysbroeck (1293-1381), canónigo regular
La Bodas espirituales, III
“El Espíritu Santo os lo enseñará todo”
La vida contemplativa es la vida del cielo... En efecto, gracias al amor de unión
con Dios, el hombre traspasa su ser de criatura, para descubrir y saborear la
opulencia y las delicias que el mismo Dios es y que deja que fluyan sin cesar en lo
más escondido del ser humano, allí donde éste es semejante a la nobleza de Dios.
Cuando el hombre recogido y contemplativo llega así a encontrar su imagen eterna,
y cuando, en esta nitidez, gracias al Hijo, encuentra su lugar en el seno del Padre,
es iluminado por la verdad divina...
Porque es preciso saber que el Padre celestial, abismo viviente, a través de las
obras y con todo lo que vive en él, se gira hacia su Hijo como hacia su eterna
Sabiduría (Pr 8,22s); y esta misma Sabiduría, con todo lo que vive en ella y a
través de sus obras, se refleja en el Padre, es decir, en este abismo del cual ella ha
salido. De este encuentro brota la tercera Persona, la que es entre el Padre y el
Hijo, es decir, el Espíritu Santo, su común amor, que es uno con ellos en unidad de
naturaleza. Este amor abraza y atraviesa con fruición al Padre, al Hijo y a todo lo
que vive en ellos, y esto con una opulencia y un gozo tal que todas las criaturas
quedan absortas en un silencio eterno. Porque la maravilla inaccesible, escondida
en este amor, sobrepasará eternamente a la comprensión de toda criatura.
Cuando reconocemos esta maravilla y la saboreamos sin asombro, es señal de
que nuestro espíritu se encuentra más allá de sí mismo y que se hace uno con el
Espíritu de Dios, saboreando y contemplando sin medida, igual que Dios saborea y
contempla su propia riqueza en la unidad de su profundidad viviente, según su
modo de ser increado... Este delicioso encuentro, que se realiza en nosotros según
el modo de Dios, se renueva constantemente... Porque de la misma manera que el
Padre mira sin cesar todas las cosas como nuevas en su nacimiento en su Hijo, son
de la misma forma amadas de manera nueva por el Padre y por el Hijo en el
constante fluir del Santo Espíritu. Este es el encuentro del Padre y del Hijo en el
cual somos amorosamente abrazados, gracias al Santo Espíritu, en un amor eterno.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”