EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Juan 15,18-21.
Si el mundo los odia, sepan que antes me odió a mí.
No sería lo mismo si ustedes fueran del mundo, pues el mundo ama lo que es suyo.
Pero ustedes no son del mundo, sino que yo los elegí de en medio del mundo, y por
eso el mundo los odia.
Acuérdense de lo que les dije: el servidor no es más que su patrón. Si a mí me han
perseguido, también los perseguirán a ustedes. ¿Acaso acogieron mi enseñanza?
¿Cómo, pues, acoge rían la de ustedes?
Les harán todo esto por causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió.
Comentario del Evangelio por:
San Cromacio de Aquilea (?-407), obispo
Sermón 19, 1-3; SC 164
El siervo no es mayor que el maestro
"Lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y trenzando una corona
de espinas se la ciñeron a la cabeza " (Mt 27,28-29). Cristo es revestido como rey y
príncipe de mártires, con una túnica roja... porque su sangre sagrada resplandece
como una escarlata preciosa. Es como el vencedor que recibe la corona, porque es
normalmente al vencedor al que se concede una corona... Pero podemos observar
que la túnica púrpura es también el símbolo de la Iglesia que, permaneciendo en
Cristo rey, brilla con una gloria real. De ahí el título de "raza real" que le da Juan en
el Apocalipsis (1,6)... En efecto, la tela púrpura es una pieza preciosa y real.
Aunque sea un producto natural, cambia de calidad cuando se la sumerge en un
baño de tinte, y cambia de aspecto... Sin valor por ella misma, se transforma de
hecho en un producto precioso. Lo mismo nos ocurre a nosotros: sin valor por
nosotros mismos, la gracia nos transforma y nos da un precio, cuando [en nuestro
bautismo] somos sumergidos por tres veces, como la tela de púrpura, en la
escarlata espiritual, el misterio de la Trinidad...
También podemos observar que la túnica roja es también el símbolo de la gloria
de los mártires, ya que, teñidos de su propia sangre derramada, adornados por la
sangre del martirio, brillan en Cristo como una preciosa túnica escarlata. En otro
tiempo, la ley recomendaba ofrecer telas escarlatas para adornar el tabernáculo de
Dios (Ex 25,4); los mártires, de hecho, son el ornamento de la Iglesia de Cristo...
La corona de espinas que pusieron sobre la cabeza del Señor, es el símbolo de
nuestra alianza, que, de todas las naciones, hemos venido a la fe. Éramos entonces
sólo unas espinas, es decir pecadores; pero, creyendo en Cristo, llegamos a ser una
corona de justicia, porque dejamos de pinchar o de herir al Salvador, y coronamos
su cabeza con la confesión de nuestra fe... Sí, antaño éramos espinas, más ahora...
nos hemos convertido en piedras preciosas.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”