Solemnidad. Domingo de Pentecostés.
Padre Dr. Juan Pablo Esquivel
Hagamos un esfuerzo para situarnos en la escena que nos narra el
Evangelio de hoy : San Juan nos dice que el lugar donde estaba los discípulos
estaba "con las puertas cerradas por temor...". Después de lo sucedido el Viernes
Santo con Jesús, sus discípulos estaban tristes, desorientados, con miedo y muchas
dudas, entre otras cosas... Sin embargo, esta escena sombría se transforma en un
instante , cuando aparece Jesús Resucitado: Él los llena de paz y alegría... y para
que no queden dudas de que es Él mismo, les muestra las heridas de los clavos y
de la lanza.
Y en medio de esa alegría de Pascua, el Señor les dice a los discípulos que
no deben quedarse encerrados, sino que deben salir al mundo, y para eso, son
enviados como el mismo Jesús fue enviado por el Padre. Lo dice el mismo Jesús:
"como el Padre me envió, así los envíos yo a ustedes".
* El Hijo único de Dios no era de este mundo, pero de tal modo amo el
Padre al mundo que le entregó a Jesús, su Hijo único, para que nos hiciera conocer
al Padre, y nos llevara hacia Él; para que nos liberara de la esclavitud del pecado y
no hiciera hijos Dios; para que destruyese la muerte y nos hiciera gozar de la Vida
Eterna... Jesús quiere ahora que ese amor de Dios, conocido y gustado por
cristianos, sea dado a conocer a todos los hombres del mundo... Es su misma
misión la que hay que realizar ... ¿Cómo hacerlo? Jesús - podríamos pensar- es
Dios, y por eso tenía el poder necesario para llevar a cabo esta obra. Y es cierto.
Pero he aquí que Jesús da su autoridad y su poder a sus discípulos, tal como lo
vemos hoy: "Reciban el Espíritu Santo" les dijo, soplando sobre ellos.
Y ese soplo, el mismo que transformó la imagen de barro que Dios había hecho en
el primer hombre, ese soplo de Dios que es vida, dio a estos hombres de barro,
frágiles y temerosos, la vida, la fuerza, el poder, el amor de Dios... El mismo Padre
Creador que nos dio a su Hijo Redentor, nos da ahora, a través del Hijo al Espíritu
Santo Vivificador, dador de vida...
El Espíritu Santo es dado los discípulos para que actúen en nombre Dios y
con el poder de Dios ... por eso de todas las obras que son encomendadas a los
discípulos, se menciona una que un simple hombre no puede realizar: "¿Quién
puede perdonar los pecados sino sólo Dios?" , dijeron una vez unos hombres
que vieron a Jesús perdonar los pecados... Y tenían razón!... Por eso, si Jesús da
éste poder a los hombres, significa que da un poder divino, un poder que cosa de
Dios. Y si algunos hombres pueden perdonan los pecados, es porque poseen este
poder divino: es porque han recibido el Espíritu Santo
Y el perdón de Dios no es como el de los hombres, que en el mejor de los
casos consiste en pasar por alto una ofensa ("olvidar" no!!); cuando Dios perdona
transforma al pecador totalmente , lo hace justo, lo hace Santo , le devuelve la
inocencia y pureza bautismales...
Ese fuego de Dios que es el Espíritu Santo hace desaparecer totalmente los
pecados cometidos: es un nuevo acto de creación, mucho más espléndido y
glorioso que la creación visible con todos sus bellezas. Es como comenzar a vivir de
nuevo...
Y este perdón no es sólo "cosa de sacerdotes"... Sólo el cristiano que ha
experimentado en su propia vida el perdón de Dios y recibido la fuerza del Espíritu
Santo, es capaz de perdonar en serio, como Cristo desde la Cruz.
+ También hoy descubrimos muchas veces el clima que había en el corazón de los
discípulos después de la muerte del Señor, y antes de Pentecostés: temor, tristeza
desorientación, entre otras cosas.
* Temor de muchos cristianos a manifestarse claramente como cristianos :
temen las burlas, las acusaciones, temen ser perseguidos por vivir cristianamente,
temen perder la seguridad que les da el vivir de acuerdo con el mundo que no se
comporta de acuerdo con la voluntad de Dios... y este temor que solemos llamar
"respeto humano" les hace asumir actitudes contradictorias, acomodaticias y tibias;
leen al mismo tiempo el Evangelio y el horóscopo; creen en Cristo y en el "gauchito
gil"... van a Misa "de vez en cuando", se confiesan "alguna vez", comulgan "para la
primera comunión del hijo o de la hija", y todo así "a medias": reducen su vida
cristiana a todo lo que sea lo más oculto posible y lo menos comprometedor. Pero
la vida diaria no hacen nada que los pueda hacer aparecer como cristianos.
* Tampoco faltan los cristianos tristes , que pierden la esperanza y la alegría
por las noticias de todos los días, no poniendo todo su corazón y su confianza en
Señor... Hay quienes confunden seriedad con tristeza, todo lo juzgan
negativamente, y el pesimismo parece ser su norma de pensar, hablar y actuar...
[algunos de estos cristianos pretenden “adueñarse” de las parroquias... Se sacan
los ojos por un poco de poder dentro de la Iglesia y/o las casas parroquiales... Y
dan a los otros cristianos (los “normales” ) un patético anti-testimonio de cómo se
puede ser fariseo/a en el III milenio...]. Y en el colmo de la incoherencia, les
molesta la alegría: no han aprendido que "un santo triste es un triste santo..." .
* Y también hay quienes están totalmente desorientados , que no saben
hacia donde ir, ni en qué encontrar alegría y esperanza... todo les parece oscuro y
difícil; ignoran cuales el camino cuales el valor de la vida, del trabajo, y de todo.
+ Pero la presencia de Cristo Resucitado disipa el temor, la tristeza y
desorientación... "Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor" . El
Señor les dice dos veces en el Evangelio y que les daba la PAZ , esa paz que nada
ni nadie nos puede quitar, esa paz que es la plena posesión de todas bendiciones
que Dios ha prometido a los hombres. Esta paz es fruto del Espíritu Santo, que
hace desaparecer el temor, la tristeza desorientación, y crea seguridad, alegría,
firmeza y decisión.
Y todo esto no pasa "al margen de la Cruz" sino precisamente viene por la
Cruz : el Señor Resucitado lo primero que hace es mostrar sus heridas a sus
discípulos, las llagas santas y gloriosas de su dolor y su muerte, para hacerles
comprender que ese aparente fracaso es en realidad su mayor victoria ; y para que
nos convenzamos de que el dolor y la muerte son como un camino por el cual Dios
nos hace ir a la gloria de la resurrección... Por eso el cristiano no puede pensar el
sufrimiento sin pensar al mismo tiempo en la gloria y alegría de la Resurrección...
La del Señor... y la suya propia.
El Espíritu Santo que obró en la Creación; el Espíritu Santo que dio vida al
primer hombre; el Espíritu Santo que transformó a esos pobres pescadores en las
columnas de la Iglesia, en los apóstoles de Cristo, es el que viene hoy nuevamente
a nosotros para renovarnos, recrearnos, vivificarnos e iluminarnos... y Él es
también el que nos envía al mundo.
Todo lo que el Espíritu Santo hizo en los apóstoles ahora lo vuelve a realizar en
nosotros... pero a través de nosotros, lo quiere hacer en todo el mundo.
A un mundo envejecido, desilusionado y triste hay que llevarle la presencia
del Espíritu Santo para darle vida, fuerza y alegría... pero para esto hacen falta
también hoy apóstoles dinámicos y valientes, testigos de Cristo que vivan bajo la
fuerza del Espíritu, y no hombres de puro barro que se deshagan frente a las
contrariedades.
Por eso clamemos hoy también nosotros "Ven Espíritu Santo, alma de la
Iglesia, haznos valientes y humildes mensajeros del Evangelio, enciende los
corazones de tus fieles con el fuego de tu amor".
Amén