EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Juan 14,23-29.
Jesús le respondió: «Si alguien me ama, guardará mis palabras, y mi Padre lo
amará. Entonces vendremos a él para poner nuestra morada en él.
El que no me ama no guarda mis palabras; pero el mensaje que escuchan no es
mío, sino del Padre que me ha enviado.
Les he dicho todo esto mientras estaba con ustedes.
En adelante el Espíritu Santo, el Intérprete que el Padre les va a enviar en mi
Nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que yo les he dicho.
Les dejo la paz, les doy mi paz. La paz que yo les doy no es como la que da el
mundo. Que no haya en ustedes angustia ni miedo.
Sa ben que les dije: Me voy, pero volveré a ustedes. Si me amaran, se alegrarían
de que me vaya al Padre, pues el Padre es más grande que yo.
Les he dicho estas cosas ahora, antes de que sucedan, para que cuando sucedan
ustedes crean.
Comentario del Evangelio por:
Beato Juan Pablo II (1920-2005), papa
Encíclica “Dominum et vivificantem”, § 24 (trad. © Libreria Editrice
Vaticana)
“El Defensor, el Espíritu Santo... os recordará todo lo que os he dicho”
Cristo, que “había entregado el espíritu en la cruz” (Jn 19,30) como Hijo del
hombre y Cordero de Dios, una vez resucitado va donde los ap￳stoles para “soplar
sobre ellos” (Jn 20,22)... La venida del Se￱or llena de gozo a los presentes: “Su
tristeza se convierte en gozo” (cf Jn 16,20), como ya había prometido antes de su
pasión. Y sobre todo se verifica el principal anuncio del discurso de despedida:
Cristo resucitado, como si preparara una nueva creaci￳n, “trae” el Espíritu Santo a
los ap￳stoles. Lo trae a costa de su “partida”; les da este Espíritu como a través de
las heridas de su crucifixi￳n: “les mostr￳ las manos y el costado”. En virtud de esta
crucifixi￳n les dice: “Recibid el Espíritu Santo”.
Se establece así una relación profunda entre el envío del Hijo y el del Espíritu
Santo. No se da el envío del Espíritu Santo (después del pecado original) sin la Cruz
y la Resurrecci￳n: “Si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito” (Jn 16,7). Se
establece también una relación íntima entre la misión del Espíritu Santo y la del
Hijo en la Redención. La misión del Hijo, en cierto modo, encuentra su
“cumplimiento” en la Redenci￳n: “Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros”
(Jn 16,15). La Redención es realizada totalmente por el Hijo, el Ungido, que ha
venido y actuado con el poder del Espíritu Santo, ofreciéndose finalmente en
sacrificio supremo sobre el madero de la Cruz. Y esta Redención, al mismo tiempo,
es realizada constantemente en los corazones y en las conciencias humanas —en la
historia del mundo— por el Espíritu Santo, que es el “otro Paráclito” (Jn 14,16).
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”