“Cuando venga el Espíritu de la Verdad, Él los introducirá en toda la
verdad”
Jn 16, 12-15
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
Lectio Divina
Gloria a ti, Dios, Padre, Hijo y Espíritu, que eres el término excelso de mis
ambiciones y el manantial inagotable de mis deseos. Gloria a ti, que has querido
entrar en nuestra historia, y en la mía, y mostrarme mi soledad derrotada y
vencida la muerte. Gloria a ti, que destronas mi temor a perderme si te dejo
espacio en mi corazón. Gloria a ti, que me envuelves en tu nube y en ella me
desvelas tu misterio, que es el misterio de mi vida, ardientemente buscado.
Gloria a ti, que eres el amor rebosante, que me acoges y me salvas en mi
fragilidad.
Gloria a ti, que me concedes entrar en comunión contigo y me revelas relaciones
inimaginables. Gloria a ti, que me conduces por el camino de la entrega
seduciendo mi espíritu deseoso de plenitud. Gloria a ti, que eres el principio, el
ámbito y la meta de todo cuanto puedo disfrutar. Gloria a ti, que lo eres Todo.
ORACION
¡Oh, mi Dios, Trinidad a quien adoro! Ayúdame a olvidarme totalmente de mí,
para establecerme en Vos, inmóvil y tranquila, como si mi alma estuviera ya en
la eternidad. Que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de Vos, ¡oh mi
Inmutable!, sino que a cada minuto me sumerja más en la profundidad de
vuestro misterio. Pacificad mi alma, haced de ella vuestro cielo, vuestra morada
predilecta y el lugar de vuestro reposo. Que no os deje jamás allí solo, sino que
esté allí toda entera, completamente despierta en mi fe, en adoración total,
entregada del todo a vuestra acción creadora.
Oh mi Cristo amado, crucificado por amor; quisiera ser una Esposa para vuestro
Corazón; quisiera cubriros de gloria, quisiera amaros... ¡hasta morir de amor!
Pero siento mi impotencia y os pido «revestirme de Vos mismo », identificar mi
alma con todos los movimientos de la vuestra, sumergirme, invadirme,
sustituirme Vos a mí, a fin de que mi vida no sea más que una irradiación de
vuestra vida. Venid a mí como Adorador, como Reparador y como Salvador.
¡Oh Verbo eterno, Palabra de mi Dios! Quiero pasar mi vida escuchándoos;
quiero estar atenta a vuestras enseñanzas, a fin de aprenderlo todo de Vos. Y
luego, a través de todas las noches, de todos los vacíos, de todas las
impotencias, quiero estar fija siempre en Vos y permanecer bajo vuestra
inmensa luz. ¡Oh, mi Astro amado!, fascinadme, para que no pueda ya salir de
vuestra irradiación. Oh fuego consumidor, Espíritu de Amor, «descended a mí»,
para que se haga en mi alma como una encarnación del Verbo. Que yo sea para
él como una humanidad complementaria, en la que renueve todo su misterio. Y
Vos, ¡oh Padre!, inclinaos ante vuestra pobre pequeña criatura, «cubridla con
vuestra sombra», no veáis en ella más que al «Amado en quien Vos habéis
puesto todas vuestras complacencias».
¡Oh, mis Tres, mi Todo, mi Bienaventuranza, soledad infinita, inmensidad donde
me pierdo! Yo me entrego a Vos como una presa. Encerraos en mí, para que yo
me encierre en Vos, mientras espero ir a contemplar en vuestra luz el abismo de
vuestras grandezas (Beata Isabel de la Trinidad, Carmelita Descalza)