Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 8, Miércoles
---------------------------------------
Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Que sepan las naciones que no hay Dios fuera de ti *
Muéstranos, Señor la luz de tu misericordia. * Mirad, estamos subiendo a Jerusalén,
y el Hijo del hombre va a ser entregado
Textos para este día:
Eclesiástico 36,1-2a.5-6.13-19:
Sálvanos, Dios del universo, infunde tu terror a todas las naciones, para que sepan,
como nosotros lo sabemos, que no hay Dios fuera de ti. Renueva los prodigios,
repite los portentos. Reúne a todas las tribus de Jacob y dales su heredad como
antiguamente. Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre, de Israel, a quien
nombraste tu primogénito; ten compasión de tu ciudad santa, de Jerusalén, lugar
de tu reposo. Llena a Sión de tu majestad, y al templo, de tu gloria. Da una prueba
de tus obras antiguas, cumple las profecías por el honor de tu nombre, recompensa
a los que esperan en ti y saca veraces a tus profetas, escucha la súplica de tus
siervos, por amor a tu pueblo, y reconozcan los confines del orbe que tú eres Dios
eterno.
Salmo 78 :
No recuerdes contra nosotros / las culpas de nuestros padres; / que tu compasión
nos alcance pronto, / pues estamos agotados. R.
Socórrenos, Dios, salvador nuestro, / por el honor de tu nombre; / líbranos y
perdona nuestros pecados / a causa de tu nombre. R.
Llegue a tu presencia el gemido del cautivo: / con tu brazo poderoso, / salva a los
condenados a muerte. R.
Mientras, nosotros, pueblo tuyo, / ovejas de tu rebaño, / te daremos gracias
siempre, / contaremos tus alabanzas / de generación en generación. R.
Marcos 10,32-45:
En aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, y Jesús se les
adelantaba; los discípulos se extrañaban, y los que seguían iban asustados. Él tomó
aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder: "Mirad,
estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos
sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles,
se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días
resucitará."
Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: "Maestro,
queremos que hagas lo que te vamos a pedir." Les preguntó: "¿Qué queréis que
haga por vosotros?" Contestaron: "Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu
derecha y otro a tu izquierda." Jesús replicó: "No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces
de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo
me voy a bautizar?" Contestaron: "Lo somos." Jesús les dijo: "El cáliz que yo voy a
beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar,
pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está
reservado."
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús,
reuniéndolos, les dijo: "Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los
pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que
quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de
todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y
dar la vida en rescate por todos."
Homilía
Temas de las lecturas: Que sepan las naciones que no hay Dios fuera de ti *
Muéstranos, Señor la luz de tu misericordia. * Mirad, estamos subiendo a Jerusalén,
y el Hijo del hombre va a ser entregado
1. Que brille la Gloria de Dios
1.1 La primera lectura nos ayuda entre otras cosas a destacar un aspecto básico de
la oración: la búsqueda de la gloria de Dios.
1.2 Nosotros oramos y hacemos peticiones porque somos necesitados. Clamamos a
Dios y lo llamamos "Padre" porque reconocemos que él puede remediar nuestras
carencias y aliviar nuestros sufrimientos. Esto, sin embargo, no significa que la
oración tenga que ser un ejercicio de egoísmo y puro interés propio. Así como un
médico deja ver su sabiduría curando a un enfermo que estaba muy grave, así
también cuando Dios atiende nuestras súplicas aparece muy bien cómo es grande
su poder y cómo es inmensa su providencia.
1.3 Por eso el autor del libro Eclesiástico suplica pidiendo que se revele la gloria de
Dios. Cuando nuestras necesidades son atendidas por él, cuando él hace aparecer
su poder y nos defiende de nuestros enemigos, es su gloria la que queda de
manifiesto.
1.4 Esta "gloria de Dios" no debe ser entendida fácilmente como un ejercicio de
vanidad. La gloria de Dios es como la "traducción" al universo creado de la bondad
incomparable del que es Creador de todos. Es simplemente la verdad de Dios que
resplandece en medio de los que él ha creado. Esta verdad, al revelarse, no añade
nada a Dios pero sí añade mucho a quienes la reciben. Dicho de otra manera:
cuando Dios nos muestra quién es los beneficiados somos nosotros, pues nosotros
dependemos de él y sólo en él encontramos toda nuestra felicidad y plenitud. Por
eso la manifestación de la gloria divina es la revelación de la misericordia divina.
2. La Búsqueda Humana de la Gloria
2.1 El pasaje del evangelio de hoy nos habla también de la gloria. Estas son las
palabras de la petición que hacen los hijos de Zebedeo: "Concédenos sentarnos en
tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda." Para ellos es evidente que Jesús
va camino de la gloria y están ansiosos por asegurar sus puestos.
2.2 Jesús, por su parte, les hace ver de inmediato la distancia entre los
pensamientos de ellos y el camino de obediencia y amor que él mismo sigue. Su
réplica es: "No saben lo que piden." Hay varios modos, todos saludables, de
entender estas palabras.
2.3 Aquellos apóstoles no sabían lo que pedían porque desconocían el camino que
llevaba a esa gloria. Esta interpretación brota espontánea del texto escuchado.
Cristo les dice: "¿Pueden beber el cáliz que yo voy a beber, o recibir el bautismo
con que seré bautizado?" Ellos querían el premio pero desconocían el rigor de la
batalla.
2.4 Otra interpretación tiene que ver con el sentido mismo de aquella "gloria."
Hemos dicho que la gloria divina es la manifestación de la verdad de Dios. Es algo
incomparable, como lo es Dios mismo. Nada se parece a Dios mostrándose en su
esplendor y victoria definitiva. Estos Zebedeos se imaginaban las cosas según
parámetros que hoy nos parecen muy estrechos. Pensaban quizá en un gran desfile
militar o en una sala adornada ricamente, cuando la corte se restaurara en todos su
esplendor en Jerusalén. Y querían estar allí, en esa sala o ese desfile. Todo eso
parece ridículo. Pero de seguro no es menos ridículo lo que nosotros nos
imaginamos que significa "ser importante." Lo verdaderamente importante es ser
de Dios, pero esto sólo con trabajo lo descubrimos, y el camino para descubrirlo es
el camino mismo de Cristo, hasta la cruz, el sepulcro y finalmente la pascua y la
gloria.
Fr. Nelson Medina, O.P.