EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Martes de la octava semana del tiempo ordinario
Libro de Eclesiástico 35,1-15.
El que observa la Ley hace más que multiplicar las ofrendas; apegarse a los
mandamientos es ofrecer un sacrificio de comunión.
Un acto generoso es una ofrenda de harina pura, la limosna es un sacrificio de
alabanza.
Lo que agrada al Señor es que uno se aleje del mal; ¡no hay sacrificio de expiación
más hermoso que huir de la injusticia!
Pero no debes presentarte ante el Señor con las manos vacías: todos esos
sacrificios te han sido prescritos.
Cuando el justo presenta su ofrenda, la grasa es para el altar, pero el buen olor
sube hasta el Altísimo.
El sacrificio del justo es bien acogido, el Señor no se olvidará de él.
Glorifica al Señor con un corazón generoso, ofrece sin regatear los primeros frutos
de tu trabajo.
Cada vez que das, muestra una cara alegre, siéntete feliz de presentar tus diezmos.
Da al Altísimo como te ha dado, de todo corazón y según tus medios;
porque el Señor devuelve la mano; te dará siete veces más.
No trates de comprar sus favores, no lo aceptará; tu ofrenda de algo mal adquirido
de nada te servirá.
Porque el Señor es el juez, y no hace favoritismo.
El nunca recibirá mal al pobre, escuchará la oración del oprimido.
No menospreciará la súplica del huérfano ni los gemidos de la viuda.
Cuando las lágrimas de la viuda corren por sus mejillas, ¿su llanto no está
acusando acaso al que la hace llorar?
Salmo 50(49),5-6.7-8.14.23.
«Reúnan a mis fieles ante mí,
que con un sacrificio sellaron mi alianza.»
Serán los cielos los que anuncien la sentencia,
porque el juez es Dios mismo:
«Escucha, pueblo mío, que te hablo;
Israel, declaro en contra tuya,
yo, Dios, que soy tu Dios.
No te reprendo por tus sacrificios,
o por tus holocaustos, que están siempre ante mí.
Pero dale gracias a Dios con sacrificios,
y cumple tus mandas al Altísimo;
Me honra el que da gracias con sacrificios,
pero al que va por camino recto,
le haré ver la salvación de Dios».
Evangelio según San Marcos 10,28-31.
Entonces Pedro le dijo: «Nosotros lo hemos dejado todo para seguirte.»
Y Jesús contestó: «En verdad les digo: Ninguno que haya dejado casa, hermanos,
hermanas, madre, padre, hijos o campos por mi causa y por el Evangelio quedará
sin recompensa.
Pues, aun con persecuciones, recibirá cien veces más en la presente vida en casas,
hermanos, hermanas, hijos y campos, y en el mundo venidero la vida eterna.
Entonces muchos que ahora son primeros serán últimos, y los que son ahora
últimos serán primeros.»
Comentario del Evangelio por:
San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia
Sermón sobre el Cantar de los Cantares nº 37, 2-5
«Ya en este tiempo, cien veces más»
“Sembrad en justicia, dice el Se￱or, y recogeréis la esperanza de la vida”. No habla
del último día cuando todo se nos dará realmente y ya no en esperanza; habla del
presente. Cierto, nuestro gozo será grande, nuestra alegría infinita, cuando
comenzará la verdadera vida. Pero ya la esperanza de un gozo tan grande no se
puede dar sin gran gozo. “Que la esperanza os tenga alegres” dice el ap￳stol Pablo
(Rm 12,12). Y David no dice que estará gozoso, sino que ya lo ha estado el día en
que ha esperado poder entrar en la casa del Señor (Sl 121,1). Todavía no poseía la
vida, pero ya había cosechado la esperanza de la vida. Y al mismo tiempo
experimentaba la verdad de la Escritura que dice que no sólo la recompensa sino
“la esperanza de los justos está llena de gozo” (Pr 10,28). Este gozo se produce en
el alma de aquel que ha sembrado para la justicia, por la convicción que tiene de
que sus pecados le son perdonados...
Cualquiera de entre vosotros, después de los principios amargos de la conversión,
tiene la felicidad de verse aliviado por la esperanza de los bienes que espera... ya
desde ahora ha recogido el fruto de sus lágrimas. Ha visto a Dios y ha escuchado
de él: “Dadle el fruto de sus obras” (Pr 31,31). ¿C￳mo es posible que el que ha
“gustado y visto cuán bueno es el Se￱or” (Sal 33,9) no haya visto a Dios? El Se￱or
Jesús aparece dulce a aquel que recibe de él no sólo la remisión de sus faltas, sino
también el don de la santidad y, más aún, la promesa de la vida eterna. Dichoso el
que ha hecho ya tan buena cosecha... El profeta dice en verdad: «Los que
sembraban con lágrimas cosechan entre cantares» (Sl 125,5)... Ningún provecho ni
honor terrestre no nos parecerá estar por encima de nuestra esperanza y de este
gozo de esperar, desde ahora enraizado profundamente en nuestros corazones: “La
esperanza no engaña, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rm 5,5).
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”