Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo C, Solemnidad del Cuerpo y Sangre Santísimos de Cristo
Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Sacó pan y vino * Tú eres sacerdote eterno, según el rito
de Melquisedec. * Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor *
Comieron todos y se saciaron
Textos para este día:
Génesis 14, 18-20:
En aquellos días, Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y
vino y bendijo a Abrán, diciendo: "Bendito sea Abrán por el Dios altísimo, creador
de cielo y tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado tus enemigos."
Y Abrán le dio un décimo de cada cosa.
Salmo 109, 1. 2. 3. 4:
Oráculo del Señor a mi Señor: "Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos
estrado de tus pies." R.
Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus
enemigos. R.
"Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora." R.
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: "Tú eres sacerdote eterno, según el rito de
Melquisedec." R.
1Corintios 11, 23-26:
Hermanos: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os
he transmitido:
Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan y,
pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo, que se
entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía."
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: "Este cáliz es la nueva
alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria
mía."
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte
del Señor, hasta que vuelva.
Lucas 9, 11b-17:
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que
lo necesitaban.
Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle: "Despide a la gente; que vayan a
las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí
estamos en descampado."
Él les contestó: "Dadles vosotros de comer."
Ellos replicaron: "No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que
vayamos a comprar de comer para todo este gentío."
Porque eran unos cinco mil hombres.
Jesús dijo a sus discípulos: "Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta."
Lo hicieron así, y todos se echaron.
Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la
bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los
sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce
cestos.
Homilía
Temas de las lecturas: Sacó pan y vino * Tú eres sacerdote eterno, según el rito
de Melquisedec. * Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor *
Comieron todos y se saciaron
1. La Iglesia Vive de la Eucaristía
1.1 El Jueves Santo del año 2003 el Papa nos regaló un precioso texto sobre la
Eucaristía, como alimento del Pueblo de Dios. De los números 5 a 16 entresacamos
algunas preciosas meditaciones de Juan Pablo II. La numeración aquí dada es
nuestra.
1.2 Si con el don del Espíritu Santo en Pentecostés la Iglesia nace y se encamina
por las vías del mundo, un momento decisivo de su formación es ciertamente la
institución de la Eucaristía en el Cenáculo. Su fundamento y su hontanar es todo el
Triduo Pascual, pero éste está como incluido, anticipado, y "concentrado" para
siempre en el don eucarístico. En este don, Jesucristo entregaba a la Iglesia la
actualización perenne del misterio pascual. Con él instituyó una misteriosa
"contemporaneidad" entre aquel Triduo y el transcurrir de todos los siglos.
1.3 La Iglesia vive del Cristo eucarístico, de Él se alimenta y por Él es iluminada. La
Eucaristía es misterio de fe y, al mismo tiempo, "misterio de luz". Cada vez que la
Iglesia la celebra, los fieles pueden revivir de algún modo la experiencia de los dos
discípulos de Emaús: "Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron" (Lc 24,
31).
1.4 La Eucaristía, presencia salvadora de Jesús en la comunidad de los fieles y su
alimento espiritual, es de lo más precioso que la Iglesia puede tener en su caminar
por la historia. Así se explica la esmerada atención que ha prestado siempre al
Misterio eucarístico, una atención que se manifiesta autorizadamente en la acción
de los Concilios y de los Sumos Pontífices. ¿Cómo no admirar la exposición doctrinal
de los Decretos sobre la Santísima Eucaristía y sobre el Sacrosanto Sacrificio de la
Misa promulgados por el Concilio de Trento? Aquellas páginas han guiado en los
siglos sucesivos tanto la teología como la catequesis, y aún hoy son punto de
referencia dogmática para la continua renovación y crecimiento del Pueblo de Dios
en la fe y en el amor a la Eucaristía.
2. Misterio de la Fe
2.1 La Iglesia ha recibido la Eucaristía de Cristo, su Señor, no sólo como un don
entre otros muchos, aunque sea muy valioso, sino como el don por excelencia,
porque es don de sí mismo, de su persona en su santa humanidad y, además, de
su obra de salvación. Ésta no queda relegada al pasado, pues "todo lo que Cristo es
y todo lo que hizo y padeció por los hombres participa de la eternidad divina y
domina así todos los tiempos...".
2.2 Cuando la Iglesia celebra la Eucaristía, memorial de la muerte y resurrección de
su Señor, se hace realmente presente este acontecimiento central de salvación y
"se realiza la obra de nuestra redención". Este sacrificio es tan decisivo para la
salvación del género humano, que Jesucristo lo ha realizado y ha vuelto al Padre
sólo después de habernos dejado el medio para participar de él, como si
hubiéramos estado presentes. Así, todo fiel puede tomar parte en él, obteniendo
frutos inagotablemente. Ésta es la fe de la que han vivido a lo largo de los siglos las
generaciones cristianas. Ésta es la fe que el Magisterio de la Iglesia ha reiterado
continuamente con gozosa gratitud por tan inestimable don. Deseo, una vez más,
llamar la atención sobre esta verdad, poniéndome con vosotros, mis queridos
hermanos y hermanas, en adoración delante de este Misterio: Misterio grande,
Misterio de misericordia. ¿Qué más podía hacer Jesús por nosotros?
Verdaderamente, en la Eucaristía nos muestra un amor que llega "hasta el
extremo" (Jn 13, 1), un amor que no conoce medida.
2.3 La eficacia salvífica del sacrificio se realiza plenamente cuando se comulga
recibiendo el cuerpo y la sangre del Señor. De por sí, el sacrificio eucarístico se
orienta a la íntima unión de nosotros, los fieles, con Cristo mediante la comunión:
le recibimos a Él mismo, que se ha ofrecido por nosotros; su cuerpo, que Él ha
entregado por nosotros en la Cruz; su sangre, "derramada por muchos para perdón
de los pecados" (Mt 26, 28). Recordemos sus palabras: "Lo mismo que el Padre,
que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por
mí" (Jn 6, 57). Jesús mismo nos asegura que esta unión, que Él pone en relación
con la vida trinitaria, se realiza efectivamente. La Eucaristía es verdadero banquete,
en el cual Cristo se ofrece como alimento. Cuando Jesús anuncia por primera vez
esta comida, los oyentes se quedan asombrados y confusos, obligando al Maestro a
recalcar la verdad objetiva de sus palabras: "En verdad, en verdad os digo: si no
coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tendréis vida en
vosotros" (Jn 6, 53). No se trata de un alimento metafórico: "Mi carne es verdadera
comida y mi sangre verdadera bebida" (Jn 6, 55).
Fr. Nelson Medina, O.P.