SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI. CICLO C.
Lc. 9, 11b-17
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a
los que lo necesitaban. Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle: -
«Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar
alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado.» Él les
contestó: - «Dadles vosotros de comer.» Ellos replicaron: - «No tenemos
más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de
comer para todo este gentío.» Porque eran unos cinco mil hombres. Jesús
dijo a sus discípulos: - «Decidles que se echen en grupos de unos
cincuenta.» Lo hicieron así, y todos se echaron. Él, tomando los cinco panes
y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos,
los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente.
Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.
CUENTO: TE HE HECHO A TI
Cuenta el místico árabe Sa´di que un hombre que paseaba por el bosque
vio un zorro que había perdido sus patas, por lo que el hombre se
preguntaba cómo podría sobrevivir. Entonces vio llegar a un tigre que
llevaba una presa en su boca. El tigre ya se había hartado y dejó el resto de
loa carne para el zorro.
Al día siguiente Dios volvió a alimentar al zorro por medio del mismo tigre.
El hombre comenzó a maravillarse de la inmensa bondad de Dios y se dijo a
sí mismo: “Voy también yo a quedarme en un rincón confiando plenamente
en el Señor, y éste me dará cuanto necesito.
Así lo hizo durante muchos días; pero no sucedía nada y el pobre hombre
estaba casi a las puertas de la muerte cuando oyó una Voz que le decía: “
¡Oh, tú, que te hallas en la senda del error, abre tus ojos a la Verdad! Sigue
el ejemplo del tigre y deja ya de imitar al pobre mutilado.
Todos podemos dar algo por pobres que seamos. Como Cristo, que dio su
vida por nosotros y se hizo Pan y Vino para alimentar nuestra fe y
enseñarnos que sólo el camino del compartir conduce a la verdadera
felicidad. No importa si no podemos ofrecer grandes cosas: podemos
ofrecer pensamientos agradables, dulces palabras, sonrisas radiantes, una
mano acogedora y firme y tantas otras cosas que alivian el corazón herido.
En el este día de Caridad, no olvidemos que más que dinero, lo que el
mundo necesita, lo que en verdad necesitamos es AMOR COMPARTIDO Y
SOLIDARIO.
ENSEÑANZA PARA LA VIDA:
Terminamos este domingo el tiempo de las grandes fiestas cristianas con la
festividad del Corpus Christi, el Cuerpo y la Sangre del Señor. Todo el
misterio y el contenido de la fe cristianas condensados en un sencillo
pedazo de Pan y Vino, convertidos desde la fe en alimento de vida y de
salvación. Esta fiesta, que tiene además relación, en especial en España,
con dimensiones culturales y folclóricas, tiene un origen histórico de
fomento de las devociones populares en torno a la Eucaristía y, sin duda, un
carácter de afirmación católica frente al descafeinado sentimiento
eucarístico protestante. Pero más allá de todo esto, sin duda que el sentido
de este día tiene su marco en la Eucaristía, sacramento supremo de nuestra
fe, Presencia Real de Cristo en nuestras vidas, Alimento de nuestro
peregrinar complicado en nuestro mundo actual. No porque lo índices de
participación de los cristiano-católicos en la Eucaristía dominical sean
ínfimos en comparación con la mayoría que se confiesa católico o creyente,
deja de tener importancia la Eucaristía en la vida del cristiano. Lo que
tenemos que preguntarnos es qué hemos hecho mal para que la gente se
aleje masivamente, al menos en el occidente europeo, de la asistencia y
participación en la Misa dominical. Qué mala pedagogía hemos usado para
que la gente y en especial los jóvenes sencillamente afirman que se aburren
en nuestras celebraciones eucarísticas. Y sobre todo qué falta de coherencia
entre lo que celebramos y lo que vivimos. ¿Es la Eucaristía fuente de
solidaridad? ¿A más Eucaristías, se nota un mayor compromiso a favor de la
justicia, de la paz y del compartir? La Eucaristía es un sacramento
revolucionario, pero muchas veces lo hemos convertido en sacramento de
devoción. Participar y vivir la Eucaristía es algo muy serio y profundo. El
Evangelio nos recuerda hoy la conexión entre Pan de la Eucaristía y
solidaridad humana. La Presencia Real de Cristo en la Eucaristía es
Presencia igualmente real y sacramental en el pobre y en el que sufre. Los
discípulos se quieren escudar en que no tienen posibilidades para dar de
comer a tanta gente, que no tienen más que cinco panes y dos peces. La
excusa nuestra de cada día: no puedo cambiar el mundo, que lo haga Dios.
Como el cuento del tigre y el zorro. Pero no olvidemos lo que hace Jesús:
toma lo poco que tenemos, lo bendice y lo multiplica y sobra. Porque la
solidaridad abarca a todos y sobra para todos. El problema no es si en el
mundo hay para todos, que lo hay, sino por qué no llega a todos, por qué
este mundo injustamente distribuido, por qué millones mueren de hambre
mientras otros nadan en la abundancia. Es un problema de justicia, no de
carencias. Es el egoísmo humano que provoca esta situación que la
Eucaristía debería denunciar.
Es importante vivir la Eucaristía como sacramento de la Iglesia, dignamente
celebrado, pero también la dignidad de la Eucaristía está, no sólo en los
ritos, rúbricas y normas, sino en la calidad del testimonio solidario a que
nos lleva.
El Pan de la Eucaristía es alimento de la fe, y también de la caridad, de la
solidaridad, del compromiso por la justicia. Con razón en este día del
Corpus se celebra el Día de la Caridad.
Por eso, más que multiplicar misas o aumentar los espectáculos públicos
culturales y folcklóricos, deberíamos revisar a fondo la forma y la pedagogía
de nuestras Eucaristías, que no deben ser momentos aislados en la vida de
los creyentes. Si la Eucaristía no es vida ni refleja la vida, no llevará a la
vida, no se hará necesaria para nuestras vidas. Si la Eucaristía no va unida
a un crecimiento de la fe real en el Cristo real, todo quedará en un
mandamiento o un cumplimiento que al final de abandona. Si la Eucaristía
no transforma realmente nuestras vidas y las hace signos visibles del
compartir, de la solidaridad, de la lucha por la justicia, la muerte de Cristo y
su causa no habrá contribuido a la transformación de este mundo ni habrá
llegado el Reino de Dios. Fiesta, fe, Palabra, compromiso, alegría, ésas con
las claves para entender este Misterio maravilloso de la Presencia Real de
Cristo en el Pan y en el Vino de la Eucaristía. Y no hará falta sacar custodias
rutilantes por nuestras calles para que Cristo camine por nuestras ciudades
y nuestros pueblos. Cada cristiano es una custodia viviente y visible de ese
Cristo Eucarístico que prolonga su misión y su amor en la vida de los
propios cristianos. ADOREMOS, AMEMOS, ENTREGUEMOS TODO A ESTE
CRISTO QUE QUISO PERMANECER CON NOSOTROS DE FORMA MISTERIOSA
PERO REAL EN LA EUCARISTÍA. Y HAGAMOS QUE CRISTO PASEE EN
NUESTRAS VIDAS DURANTE TODA ESTA SEMANA QUE COMENZAMOS Y SE
HAGA AMABILIDAD, SONRISA, ESPERANZA, AYUDA, SOLIDARIDAD Y
ENTREGA PARA QUIENES SE CRUCEN EN LOS CAMINOS DE NUESTRA
EXISTENCIA COTIDIANA Y REAL. ¡FELIZ Y SOLIDARIA SEMANA!,