¡NO TODO ESTÁ PERDIDO!
Padre Javier Leoz
Iniciamos ya el ecuador de este Año de la Fe, de este mes de Junio en el que
tenemos un recuerdo especial hacia el Corazón de Jesús. Atrás, pero con gran
sabor en la boca e impacto en el corazón, han quedado las solemnidades de la
Santísima Trinidad y del Corpus Christi. Ahora, con el verano llamando a nuestras
puertas, el Señor, se acerca, nos habla y nos dice: ¡Levántate!
1.- En medio del desencanto general (no hay más que observar el panorama
internacional) es agradece una voz, también una mano, que nos invite a seguir
hacia adelante. El llanto de la humanidad es una constante y, ante esa realidad, los
cristianos, los amigos de Jesús hemos de ser ese pañuelo que enjuga lágrimas y,
esa voz, de los que no tienen voz.
No tenemos porqué ser pesimistas pero, tampoco, ilusos optimistas. El Señor, en la
época que nos toca padecer (y también sufrir) nos enseña que la fe se hace más
consistente en periodo de prueba. Un puente, recién construido, demuestra su
fortaleza y su consistencia cuando –como prueba final- aguanta cierto tonelaje
sobre sus cimientos.
Al escuchar el evangelio de este día no podemos menos que exclamar a los cuatro
vientos: ¡DIOS NOS HA VISITADO! ¡NO TODO ESTÁ PERDIDO!
-Nos visita cuando, en medio de la desesperanza, nos muestra la oración como
camino de serenidad
-Nos visita cuando, al participar en la Eucaristía, sentimos que Cristo es el Agua
Viva que necesitábamos para ser fuertes en medio del vendaval de la vida
-Nos visita cuando mueren, externamente, personas a los cuales estábamos unidos
pero que, por la fe, sabemos que hay una respuesta más allá del fracaso aparente.
2.- Recientemente, el Papa Francisco, nos recordaba que el gran inconveniente para
permitir que Jesús nos levante es la “fascinación por lo provisional”. Y, eso, es
cierto. Lo provisional, el endiosamiento de todo lo aparente, es un dique sólido que
se interpone entre nosotros y Dios. Entre nuestras soledades y orfandades y la
mano de un Señor que, siempre, sale a nuestro en nuestras horas más amargas.
Las propuestas definitivas que nos hace Jesús chocan de lleno con aquellos otros
pasteles de merengue o azúcar que nuestro entorno nos presentan en el escaparate
del bienestar personal, familiar, político, económico o social.
Hoy, como ayer, Dios sigue actuando en persona. En millones de personas que,
postradas en el suelo, sienten que la fe les levanta y les redime. ¿Qué ocurre
entonces? ¿Por qué no se divulga con tanta fuerza el bien como el mal? ¿Por qué la
sordina se impone siempre a lo divino y eterno y, en cambio, se coloca amplificador
a lo humano y caduco?
Hoy, con el evangelio en la mano, nos acordamos de tantas familias que ven a sus
hijos muertos en vida (droga, alcohol, vida fácil, sensualismo, falta de horizontes,
alejados de la práctica religiosa, sin fuerza vital porque, el futuro, no tiene nada
que ofrecer…..). A pesar de todo, los sacerdotes, los cristianos y la misma Iglesia
siempre tendrá que repetir una y otra vez: ¡NO TODO ESTÁ PERDIDO! Dios está
aquí.
3.- ¡NO TODO ESTÁ PERDIDO!
Aunque, a simple vista te parezca un fracaso,
sigue apostando por lo que haces
Siembra amistad aunque recojas rechazo
Sonríe a los que te rodean
aunque se queden perplejos de tu felicidad.
¡NO TODO ESTÁ PERDIDO!
Defiende aquellos valores que sin ser aplaudidos
son cimientos de una nueva sociedad
Cristo, no lo olvides, necesita gente como tú:
gente que no esté muerta en vida
Personas que, por defender el cielo,
no les importe ser perseguidas en la tierra
Corazones que, por amar sin engaño,
sean traspasados por la ingratitud o el desprecio
Manos que, por dar sin esperar,
permanezcan abiertas hacia lo divino.
¡NO TODO ESTÁ PERDIDO!
El Señor, aquí o allá, siempre estará a nuestro lado
Saldrá en las horas amargas a nuestro encuentro
Nos dará vida cuando, aparentemente, estemos desgastados
Consuelo cuando, en nuestros afanes, nos agarre el desconcierto
Esperanza cuando, al sembrar, veamos que no hay fruto alguno
Ilusión cuando, al avanzar, el pesimismo
sea alforja de nuestro duro viaje.
¡NO TODO ESTÁ PERDIDO!
El Señor, hoy y siempre, en este Año de la Fe
nos dice: ¡A TI TE LO DIGO, LEVÁNTATE!
De tu frialdad y cobardía, de tu tristeza y de tu cerrazón
de tus caídas y de tus combates, de tus ideas y debilidades
¡LÉVANTATE, HOMBRE O MUJER, NIÑO O JÓVEN!
¡LÉVANTATE QUE, TODO, NO ESTÁ PERDIDO!