IX Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Sábado
La generosidad y el abandono en Dios deja actuar a la gracia y obra
maravillas en el mundo.
“En aquel tiempo, dijo Jesús a las gentes en su predicaci￳n: «Guardaos de
los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las
plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros
puestos en los banquetes; y que devoran la hacienda de las viudas so capa
de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa».
Jesús se sentó frente al arca del Tesoro y miraba cómo echaba la gente
monedas en el arca del Tesoro: muchos ricos echaban mucho. Llegó
también una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del
as. Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: «Os digo de verdad que
esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del
Tesoro. Pues todos han echado de lo que les sobraba, ésta, en cambio, ha
echado de lo que necesitaba, todo cuanto poseía, todo lo que tenía para
vivir» ( Mc 12,38-44).
3. Vemos hoy es un contraste entre los letrados y la pobre viuda. A
los letrados judíos «les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan
reverencias», «buscan los asientos de honor y los primeros puestos». Son
también avaros, «devoran los bienes de las viudas». Mientras que la viuda
pobre se acerca al cepillo del Templo y de un modo discreto, sin imaginar
que la están mirando nada menos que el Mesías y sus discípulos, deposita
allí dos reales: « Ha echado en el cepillo más que nadie, porque ha
echado todo lo que tenía para vivir ». La generosidad de esa mujer nos
recuerda lo que dijo Jesús en sermón de la Montaña: « el Señor, que ve en
lo oculto, te lo recompensará ». Dios ve el corazón. Lo mejor de la vida
es el amor, la generosidad. Es lo más frágil en apariencia, el buen corazón.
Parece que estas cosas no sirven como el dinero y el poder, pero mientras
que lo demás pasa, la entrega queda y da frutos: amistad, felicidad. Al final
se demuestra como lo más fuerte, algo que si está, lo demás vendrá luego.
Y si hay lo demás pero no está ese amor, la vida no tiene sentido. Por eso el
avaro es tan pobre, porque lo único que tiene es dinero. Y el poderoso vive
para no bajar del pedestal. En el fondo son egoístas, y así pierden todo.
Hoy, como entonces, podemos sufrir esas actitudes hipócritas,
vanidosas, sentirnos mejores que el resto: que formamos parte de los
creyentes, los “nuestros”, los practicantes... ¡los puros! Jesús, ayúdame a
ver esta escena que viste: « llegó también una viuda pobre y echó dos
moneditas »; quiero aprender de ella, que dio todo lo que tenía para
vivir . Se abandona totalmente en las manos de la Providencia . Tú lo
viste, que ponía todo al servicio de Dios y de la atención de los pobres. Te
gusta el olvido de sí misma, el deseo de glorificar a Dios en la atención
a las necesidades de los demás, el olvidar nuestros males por
darnos a los demás, por consolar … ayúdame a tener esa pureza de la
intención, esa generosidad del amor (Enric Prat i Jordana).
Esta viuda representa lo mejor de la piedad del verdadero Israel. No
pervierte en letra muerta la Ley auténtica del amor. Honra la “casa de
oraci￳n”, es auténtico símbolo del Mesías, que ha venido a “dar su vida”. El
gesto de gratuidad total, anticipa la muerte de Jesús por la salvación de
todos. Es una verdadera encarnación del reino de Dios y un espejo de su
gracia, ya que ha ofrecido todo lo que es y todo lo que posee.
Madre Teresa dijo (y vivi￳, por supuesto) que hay que “ dar hasta
que nos duela ”. Voy por buen camino si también me duele el dar. Ante
tantos que buscan el honor, busquemos el servicio generoso. Como tú,
Jesús, que en la Eucaristía lo has dado todo por nosotros . Tu cuerpo se
entrega por nosotros y tu Sangre se derrama para el perdón de nuestros
pecados. ¿Habrá más amor que aquel del que da su vida por los que ama?
(www.homiliacatolica.com).
2. Te pido, Jesús, que mi fe sea viva por el amor, que proclame con
mi vida el Evangelio, como dice el Ap￳stol: “- Te conjuro en presencia de
Dios y de Cristo Jesús que ha de venir a juzgar a vivos y muertos...
Proclama la "Palabra" ”. Es con la entrega de mi amor, que la presencia
de la Palabra de Dios se hace viva.
-“ Insiste a tiempo y a destiempo, denuncia el mal, reprende,
exhorta con toda paciencia y doctrina” . Ayúdame, Jesús, a proclamar
con el amor tu Buena nueva. Que sepa llevar tu palabra como cada persona
necesite en su vida, y no como queriendo imponerla. Que la “refutación de
los errores” no me lleve a la intolerancia en una sociedad plural, sino que
ayude a partir del bien que hay en cada persona, como decía Juan Pablo II
en palabras de san Pablo: vencer el mal con el bien . Que la exhortación
alentadora a los que están pasando una prueba, la enseñanza o doctrina,
vaya unida al consuelo o simplemente “estar ahí”, hacer compa￱ía.
Que proclame tu palabra, Señor, con el trabajo de cada día con amor
y afán de perfección, contribuyendo a la re-creación, tu providencia... con el
servicio según tu palabra: « he venido a servir y no a ser servido »... en
el educar a los hijos según los valores evangélicos... en visitar a los
enfermos o a los que viven en soledad...
-“ Vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la
doctrina sana, sino que, arrastrados por sus propias pasiones, se
harán con un montón de maestros... apartarán sus oídos de la
verdad ”. También hoy hay una seducción por «filosofías» e «ideologías»,
en lugar de la verdad del evangelio. Señor, danos el gusto de la santa
doctrina, el amor de la verdad, la docilidad a la Iglesia y al Espíritu
Santo .
-“ Pero tú, permanece prudente, soporta los sufrimientos,
trabaja en la extensión del evangelio, cumple con fidelidad tu
ministerio” . La «comunicación», en la expansión de la buena nueva, no es
tanto “marketing”, sino sobre todo don de sí, oraci￳n (Noel Quesson).
3. " Mi boca contará tu salvación, Señor ," te canto hoy con este
salmo que alaba la perseverancia y nos da confianza: “ Llena estaba mi
boca de tu alabanza / y de tu gloria, todo el día. / No me rechaces
ahora en la vejez, / me van faltando las fuerzas, no me abandones ”.
Quiero acabar hoy esta meditación con un acto de confianza en ti,
Se￱or: “ Seguiré esperando, / redoblaré tus alabanzas; / mi boca
contará tu auxilio, / y todo el día tu salvación” . A mi Dios, que me ha
acompañado a lo largo de la vida, le canto con agradecimiento: “ Dios mío,
me instruiste desde mi juventud, / y hasta hoy relato tus
maravillas.
Y yo te daré gracias, Dios mío, / con el arpa, por tu lealtad .”
Llucià Pou Sabaté