XI Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Martes
Jesús nos pide amor hacia los enemigos, y rezar por ellos
“Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu
enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por
los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial,
que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e
injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais
a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no
saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular?
¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed
perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial” (Mateo 5,43–48).
1. Jesús, gracias por darnos como doctrina lo que has hecho con tu
vida. Tú has amado a los enemigos, y nos enseñas a hacerlo para ser
felices como tú . Después de citar las palabras del Levítico (“ amarás a tu
prójimo y odiarás a tu enemigo”) , añades la interpretación auténtica, no
la de una letra muerta, sino la del espíritu que hay debajo de la ley: “ amad
a vuestros enemigos y rogad por los que os persiguen ”.
La oración cristiana llega hasta el perdón de los enemigos (cf
Mt 5,43-44). Transfigura al discípulo configurándolo con su Maestro.
El perdón es cumbre de la oración cristiana; el don de la oración no
puede recibirse más que en un corazón acorde con la compasión divina.
Además, el perdón da testimonio de que, en nuestro mundo, el amor es
más fuerte que el pecado. Los mártires de ayer y de hoy dan este
testimonio de Jesús . El perdón es la condición fundamental de la
reconciliación de los hijos de Dios con su Padre y de los hombres entre sí
(cf Juan Pablo II, Cart. enc. DM 14)” (Catecismo, 2844).
Con la oraci￳n de San Francisco, te pido: “Se￱or, hazme un
instrumento de tu paz: donde haya odio, ponga yo amor, donde haya
ofensa, ponga yo perdón, donde haya discordia, ponga yo armonía, donde
haya error, ponga yo verdad, donde haya duda, ponga yo la fe, donde haya
desesperación, ponga yo esperanza, donde haya tinieblas, ponga yo la
luz, donde haya tristeza, ponga yo alegría .
Oh, Señor, que no me empeñe tanto en ser consolado como en
consolar, en ser comprendido, como en comprender, en ser amado,
como en amar ; porque dando se recibe, olvidando se encuentra,
perdonando se es perdonado, muriendo se resucita a la vida. Amén”.
Cuentan que un importante señor gritó al director de su empresa,
porque estaba enfadado en ese momento.
El director llegó a su casa y gritó a su esposa, acusándola de que
estaba gastando demasiado, porque había un abundante almuerzo en la
mesa.
Su esposa gritó a la empleada porque rompió un plato.
La empleada dio una patada al perro porque la hizo tropezar.
El perro salió corriendo y mordió a una señora que pasaba por la
acera, porque le cerraba el paso. Esa señora fue al hospital para ponerse la
vacuna y que le curaran la herida, y gritó al joven médico, porque le dolió la
vacuna al ser aplicada.
El joven médico llegó a su casa y gritó a su madre, porque la comida
no era de su agrado.
Su madre, tolerante y un manantial de amor y perdón, acarició sus
cabellos diciéndole: - "Hijo querido, prometo que mañana haré tu comida
favorita. Tú trabajas mucho, estás cansado y precisas una buena noche de
sueño. Voy a cambiar las sábanas de tu cama por otras bien limpias y
perfumadas, para que puedas descansar en paz. Mañana te sentirás mejor".
Bendijo a su hijo y abandonó la habitación, dejándolo solo con sus
pensamientos...
En ese momento, se interrumpió el círculo del odio, porque
chocó con la tolerancia, la dulzura, el perdón y el amor. Si tú eres de
los que ingresaron en un círculo del odio, acuérdate que puedes romperlo
con tolerancia, dulzura, perdón y amor. No caigamos en el círculo del odio
pensando que es imposible encontrar amor: la manera más rápida de
recibir amor es darlo, hay más alegría en dar que en recibir.
El amor lo perdemos cuando lo queremos para nosotros, es
como el fuego que cuando lo extendemos nos acaricia con su calor;
el amor tiene alas y no hay que encadenarlo . El amor es el don más
preciado que Dios nos ha regalado, y que nos da la oportunidad de regalar.
Además, cuanto más se da más nos queda porque se agranda nuestro
corazón al amar, ahí está el secreto del amor.
De nada tiene necesidad este mundo como del amor. Leía hace
poco algo que nos viene muy bien para permanecer en el círculo del amor, y
no caer en el del odio: el amor alienta, el odio abate; el amor sonríe, el odio
gruñe; el amor atrae, el odio rechaza; el amor confía, el odio sospecha; el
amor enternece, el odio enardece; el amor canta, el odio espanta; el amor
tranquiliza, el odio altera; el amor guarda silencio, el odio vocifera; el amor
edifica, el odio destruye; el amor siembra, el odio arranca; el amor espera,
el odio desespera; el amor consuela, el odio exaspera; el amor suaviza, el
odio irrita; el amor aclara, el odio confunde; el amor perdona, el odio
intriga; el amor vivifica, el odio mata; el amor es dulce; el odio es amargo;
el amor es pacífico; el odio es explosivo; el amor es veraz, el odio es
mentiroso; el amor es luminoso, el odio es tenebroso; el amor es
humilde, el odio es altanero ; el amor es sumiso, el odio es jactancioso;
el amor es manso, el odio es belicoso; el amor es espiritual, el odio es
carnal. El amor es sublime, el odio es triste. El amor todo lo puede...
No hay dificultad por muy grande que sea, que el amor no lo supere .
No hay enfermedad por muy grave que sea, que el amor no la sane. No hay
puerta por muy cerrada que esté, que el amor no la abra. No hay distancias
por extremas que sean, que el amor no las acorte tendiendo puentes sobre
ellas. No hay muro por muy alto que sea, que el amor no lo derrumbe. No
hay pecado por muy grave que sea, que el amor no lo redima. No importa
cuán serio sea un problema, cuán desesperada una situación, cuán
grande un error, el amor tiene poder para superar todo esto. Quien
es capaz de experimentar realmente el amor, puede ser la persona
más feliz y más poderosa del mundo. Amar... Siempre... En cada
acto, en cada pensamiento, en cada día que amanece, en cada
noche que llega, hacer de la vida siempre una canción de amor ...
«Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial».
Hoy, Jesús, nos invitas a amar. Amar sin medida, que es la medida del Amor
verdadero. Dios es Amor, « que hace salir su sol sobre malos y buenos,
y llover sobre justos e injustos ». Y el hombre, chispa de Dios, ha de
luchar para asemejarse a Él cada día, « para que seáis hijos de vuestro
Padre celestial ». ¿D￳nde encontramos tu rostro, Se￱or? “En los otros, en
el prójimo más cercano. Es muy fácil compadecerse de los niños
hambrientos de Etiopía cuando los vemos por la TV, o de los inmigrantes
que llegan cada día a nuestras playas. Pero, ¿y los de casa? ¿Y nuestros
compañeros de trabajo? ¿Y aquella parienta lejana que está sola y que
podríamos ir a hacerle un rato de compañía? Los otros, ¿cómo los tratamos?
¿Cómo los amamos? ¿Qué actos de servicio concretos tenemos con ellos
cada día?
Es muy fácil amar a quien nos ama. Pero el Señor nos invita a ir más
allá, porque « si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a
tener ?». ¡Amar a nuestros enemigos! Amar aquellas personas que sabemos
—con certeza— que nunca nos devolverán ni el afecto, ni la sonrisa, ni
aquel favor. Sencillamente porque nos ignoran. El cristiano, todo cristiano,
no puede amar de manera “interesada”; no ha de dar un trozo de pan, una
limosna al del semáforo. Se ha de dar él mismo. El Señor, muriéndose en la
Cruz, perdona a quienes le crucifican. Ni un reproche, ni una queja, ni un
mal gesto...
Amar sin esperar nada a cambio . A la hora de amar tenemos que
enterrar las calculadoras. La perfección es amar sin medida. La perfección la
tenemos en nuestras manos en medio del mundo, en medio de nuestras
ocupaciones diarias. Haciendo lo que toca en cada momento, no lo que nos
viene de gusto. La Madre de Dios, en las bodas de Caná de Galilea, se da
cuenta de que los invitados no tienen vino. Y se avanza. Y le pide al Señor
que haga el milagro. Pidámosle hoy el milagro de saberlo descubrir en las
necesidades de los otros” (I￱aki Ballbé Turu).
2. El apóstol Pablo termina su carta con una serie de
recomendaciones prácticas, entre las que figura la colecta organizada a
través de las iglesias de la gentilidad en favor de los cristianos en Jerusalén.
Al parecer, fue organizada por los corintios y fue aceptada por la comunidad
de Jerusalén como unidad entre cristianos griegos y judíos. Pablo
argumenta para ello: la imitación de Jesucristo (la moral cristiana es
reproducir los hechos y los gestos de Cristo); maridos y mujeres, amos y
esclavos se aman como Cristo ama a la Iglesia. También se subraya la
igualdad de todas las razas, en el plano de la fe (Maertens-Frisque). El amor
fraterno no queda en las nubes, se concretiza.
-“ Os damos a conocer, hermanos, la gracia que Dios ha
otorgado a las iglesias de Macedonia ”. Esta «gracia» es haber dado de
sus bienes, haber ejercido la caridad para con los hermanos más pobres.
Todo es gracia. Dios ayuda. Gracia es todo aquello que hace posible
compartir la vida con Dios y con los hermanos (A. Sastre).
-“ Aunque probados por muchas tribulaciones, su gran alegría
y su suprema pobreza han desbordado en tesoros de generosidad ”...
Son pobres los que han dado a otros más pobres. Encontramos aquí de
nuevo las paradojas aparentemente contradictorias de la vida, según las
bienaventuranzas: tribulación-alegría... pobreza-generosidad... (muerte-
vida= Pascua). Ayúdanos, Señor, a transformarlo todo así, a mudar la
prueba en alegría, según el misterio de tu Pascua.
-“ Han contribuido espontáneamente con todos sus medios y
aun más pues soy testigo de ello, y nos pedían con mucha
insistencia la gracia de ayudar a los fieles de Jerusalén ”. Así pues no
hubo necesidad de pedirles ni de insistir... los cristianos mismos se lo
proponen. Concédenos, Señor, esa espontaneidad en tu servicio.
-“ Os invito a dar la prueba de vuestra caridad sincera:
conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo
rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su
generosidad ”. Compartiendo, empobreciéndose voluntariamente -
espontáneamente- se continúa lo que hizo Jesús. « El cual, siendo rico, se
hizo pobre .» Es el sentido de uno de los tres votos que hacen los religiosos
en la Iglesia. Pero es también el sentido de todo gesto de verdadera
caridad. Con un gesto tan banal, tan a ras del suelo, como «dar dinero»,
prolongo la encarnación de Jesús. Antes de hacer alguna aplicación práctica
empiezo primero, como Pablo, por detenerme a contemplar a «Jesús
pobre», habiendo sido rico. Trato de imaginar esa pobreza de Cristo... las
humillaciones, los desprecios, las incomprensiones y esta inverosímil
obediencia a su condición de hombre, en que ¡seguía siendo Dios! « Él, que
era de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios,
sino que se anonadó »... (Flp 2, 5). Este empobrecimiento no es, de otra
parte, una actitud morbosa -¡la pobreza por la pobreza, como el placer de
infligirse daño!: La pobreza de Jesús tiene una finalidad positiva. Se hizo
pobre «por nosotros», «para enriquecernos». No es la privación en sí lo que
es bueno, es bueno el compartir que ella hace posible. ¿Qué participación
esperas Tú de mí, Señor? Dame el valor y la espontánea alegría de hacerlo
(Noel Quesson).
3. " El Señor reina eternamente ", canta el salmo como un aleluya,
proclama que no nos hallamos bajo el dominio del caos o del hado; los
acontecimientos no representan una mera sucesión de actos sin sentido ni
meta. A partir de esta convicción se desarrolla una auténtica profesión de fe
en Dios, celebrado con una especie de letanía, en la que se proclaman sus
atributos de amor y bondad. Él es quien hace justicia a los oprimidos, da
pan a los hambrientos y liberta a los cautivos. Él es quien abre los ojos a los
ciegos, quien endereza a los que ya se doblan, quien ama a los justos,
quien guarda a los peregrinos, quien sustenta al huérfano y a la viuda. Él es
quien trastorna el camino de los malvados y reina soberano sobre todos los
seres y de edad en edad. Con doce afirmaciones teológicas (número
perfecto), quiere expresar la plenitud y la perfección de la acción divina. El
Señor no es un soberano alejado de sus criaturas, sino que está
comprometido en su historia, como Aquel que propugna la justicia,
actuando en favor de los últimos, de las víctimas, de los oprimidos, de los
infelices: " Bienaventurado aquel a quien auxilia el Dios de Jacob, el
que espera en el Señor su Dios ". " El Señor da pan a los hambrientos
y liberta a los cautivos ", Y dice Orígenes que es una referencia implícita a
la Eucaristía: "Tenemos hambre de Cristo, y Él mismo nos dará el pan del
cielo. " Danos hoy nuestro pan de cada día ". Los que hablan así, tienen
hambre. Los que sienten necesidad de pan, tienen hambre".
Llucià Pou Sabaté