XII Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Lunes
Padre Julio González Carretti O.C.D
Lecturas bíblicas
a.- Gn. 12, 1-9: Abrán marchó como le había dicho el Señor.
b.- Mt. 7, 1-5: El juicio. Sácate primero la viga del ojo.
Estos proverbios tienen un trasfondo, el principio de la retribución, cimentado en
una norma de paridad: lo que hagas a otro, lo mismo te harán a ti. El que juzga y
mide las obras y acciones del ser humano es Dios. ¿Podríamos resistir nosotros el
juicio o la medida de Dios, tal como lo hacemos con nuestro prójimo? Las Escrituras
manifiestan constantemente la culpabilidad del hombre, pero además, la
recomendación de no hacerlo, buscando caminos de comprensión, perdón y
misericordia. Tendemos por naturaleza a enjuiciar, lo que lleva a condenar. Jesús
prohíbe juzgar al prójimo en vista de no ser juzgados con rigor. Quien juzga se
atribuye un derecho que no tiene, con lo que queda remitido a esa medida que usó
con el hermano, la misma sentencia que Dios único Juez, pronunciará sobre él.
Jesús convierte la conducta con el prójimo, el perdón, como la norma con que actúa
Dios con nosotros; sólo quien perdona al prójimo puede esperar perdón de Dios
(cfr. Mt. 6, 12. 14s). La medida que usamos con el prójimo, la usará Dios con
nosotros (cfr. Sant. 2,13). En el tiempo de Jesús, se hablaba de la medida legal y
de la bondad o de misericordia. Él nos juzgará por la medida que nosotros usemos
en esta vida. La medida de los fariseos, era muy dura con el pecador a quienes
condenaban sin piedad, pero Jesús, manda a hacer todo lo contrario, no juzgar (cfr.
Mt. 9,12-13; Lc. 7, 40ss; 15,2). Pablo, no olvida esta enseñanza y habla con
frecuencia del temor de ser juzgado, para todos es necesaria la conversión (cfr.
1Cor. 4, 4; 9, 26-27; 2 Cor. 5,11). El significado de la doctrina sobre el juicio y la
medida, se explica con el proverbio de la paja y la viga. Su significado es claro: la
deuda que el hombre tiene con Dios es enorme, por su infidelidad y pecados, pero
también, en lo que se refiere a la gracia; somos deudores de nuestro prójimo. Si a
Dios no podemos pagar una deuda enorme, así y todo somos perdonamos por ÉL.
¿No seremos capaces de perdonar la pequeña deuda que el prójimo tiene con
nosotros? Las críticas, y corregir faltas ajenas, es como juzgar. En ese juicio no
notamos las debilidades propias, sólo las del hermano; la invitación de Jesús es a
corregir primero las propias debilidades, y luego ayudar al hermano. La hipocresía
consistirá en querer parecer mejor de lo que realmente es. Debemos reconocer que
seremos siempre deudores de Dios, pero podemos remediar en parte, esta
situación no sólo evitando el pecado, sino siendo auténticos colaboradores de Dios y
de su plan de salvación personal.
Teresa de Jesús quiere una comunidad de hermanos y hermanas donde se respete
al otro y se le ayude a crecer. “Pues procuremos siempre mirar las virtudes y cosas
buenas que viéremos en los otros, y tapar sus defectos con nuestros grandes
pecados. Es una manera de obrar, que aunque luego no se haga con perfección se
viene a ganar una gran virtud, que es tener a todos por mejores que nosotros, y
comiénzase a ganar por aquí con el favor de Dios, que es menester en todo; y
cuando falta, excusadas son las diligencias, y suplicarle nos dé esta virtud, que con
que las hagamos [Dios] no falta a nadie.” (V 13,10).