XII Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Martes
Padre Julio González Carretti O.C.D
Lecturas bíblicas
a.- Gn.13, 2. 5-18: No haya disputas entre nosotros, pues somos hermanos.
b.- Mt. 7, 6. 12-14: Tratad a los demás, como queréis que ellos os traten.
El primero de los proverbios (v.6), es bastante duro, si tenemos en cuenta que
viene luego de habernos pedido no juzgar al prójimo y habernos mandado
perdonar. Lo santo se puede referir a los sacrificios ofrecidos en el templo, las
perlas se refiere a cosas valiosas, como el evangelio o la enseñanza del Reino. Los
cerdos y perros eran considerados como animales impuros por los judíos; los no
merecedores de lo santo, no se refiere a los paganos, puesto que el evangelio está
abierto precisamente para ser anunciado a ellos. Nos son merecedores del
evangelio, quieren lo rechazan, no lo valoran, o mantienen su cerrazón a la gracia.
El segundo proverbio (v.12), es conocido como la Regla de oro: “Por tanto, todo
cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos;
porque ésta es la Ley y los Profetas.” (v. 12). Síntesis perfecta de la ense￱anza
moral de la ley, basada en el amor al prójimo, buscando el bien del otro, como el
propio. El gran rabino Hillel, lo había formulado el mismo principio, en forma
negativa: “No hagas a otro, lo que no quieras para ti. Esta es la ley; lo demás es
comentario”. Esta norma no es de origen cristiano, ya era conocida en el ambiente
judío y griego. La novedad de Jesús, está en que eleva este proverbio a norma
universal: así debe el cristiano, tratar a los demás. Otra forma de formular el
precepto de la caridad, resumen de la ley y los profetas, en fin de la revelación de
Dios para con el hombre. Su novedad consiste fundamentalmente que ha hablado
del amor, que no conoce medida, porque se su medida la toma de Dios, que ni
siquiera excluye al enemigo de su amor. Este amor espera el cristiano de otro
cristiano, del compañero de camino de fe y de amor hacia la Casa del Padre. Nadie
puede exigir tratado así, si primero aplicará esa pretensi￳n así mismo. “Porque ésta
es la Ley y los Profetas” (v.12), con ellos queda claro, que la Regla aurea pertenece
al contenido fundamental del AT. Aquí se cumple que el evangelio no ha venido a
abolir, sino a dar plenitud con un nuevo modo de entender, en clave de un
profundo amor. La Ley antigua permanece pero con un espíritu nuevo. La fe
cristiana no quita lo bueno, lo verdadero, lo sublime, permanece, pero con el
espíritu nuevo de Jesús y en perspectiva del reino de Dios.
El último de los proverbios (vv.13-14), se refiere a las dos puertas y a los dos
caminos (cfr. Dt. 30,15-20; Sal.1; Pr.4,18-19; 12,28; 15,24; Si.15,17; 33,14). Ese
pasaje tiene ecos de la doctrina sapiencial de los dos caminos, el de la vida y el de
la muerte, sobre todo en el Salmo 1, que menciona el camino de los judíos, y el de
los impíos. El camino estrecho y difícil es el de la virtud; el amplio y cómodo, es
del vicio y pecado. Jesús introduce una novedad en este tema del camino al
relacionarlo con la puerta, una lleva a la vida, la otra a la perdición. La primera, es
decir, la vida, se consigue por medio de la renuncia, asumir la cruz de cada día, la
oración, la vida teologal. Hay que saber discernir. Jesús se identificó como la
puerta. “Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará” (Jn. 10, 9). La entrada por
la puerta estrecha, es penetrar en el misterio de la persona de Jesucristo y su
misión salvadora. Muchos van por la puerta ancha hacia la perdición, y pocos dan
con la puerta estrecha, es decir, el primero es el camino de la mediocridad, muy
transitado, el segundo el de las bienaventuranzas. Lo nuestro será encontrar la
puerta que conduce a la Vida (v.14).
Teresa de Jesús habla del mandamiento del amor y cómo debemos cumplirlos,
aunque en verdad andemos flacos en ello. “Cuanto a la primera, que es amaros
mucho unas a otras, va muy mucho; porque no hay cosa enojosa que no se pase
con facilidad en los que aman y recia ha de ser cuando dé enojo. Y si este
mandamiento se guardase en el mundo como se ha de guardar, creo aprovecharía
mucho para guardar las demás; mas, más o menos, nunca acabamos de guardarle
con perfecci￳n.” (Camino de Perfecci￳n 4,5).