XII Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Jueves
Padre Julio González Carretti O.C.D
Lecturas bíblicas
a.- Gén. 16,1-12.15-16: Nacimiento de Ismael.
b.- Mt. 7, 21-29: Los verdaderos discípulos.
En este evangelio encontramos otro criterio de discernimiento para la vida
cristiana: ser consecuentes (vv.22-23) y pone el símil de las dos casas (vv.24-27).
Si ayer nos enseñaba acerca de los verdaderos profetas, ahora se habla de todos
los verdaderos creyentes, no hacen falta grandes palabras ni hermosos discursos, lo
que hace falta son las obras para confesar la fe en Cristo Jesús. A Jesús se le llama
Se￱or, s￳lo después de su Resurrecci￳n. Se conform￳ con ser llamado “Se￱or”,
“Maestro”, como los de su tiempo, pero, es Se￱or, su palabra se traduce en
obediencia y adhesión. Jesús, pasa de ser un humilde carpintero, escondida su
gloria, a Señor, luego de su Resurrección, Rey de reyes y Señor de señores (cfr.
Ap. 19,16). Cuando habla en nombre de su Padre, lo hace como Maestro, que nos
dice que nadie entrará en el Reino de Dios, si no hace la voluntad de Dios. Si
alguno lo confiesa como Señor de su vida, tiene que ser consecuente y obrar como
siervo, aceptando la voluntad de Dios. Se pone en evidencia la situación de
algunos, que han hecho muchas cosas por el Señor, profetizar, han predicado
llevando los hombres a Dios, vencido a Satanás, han hecho cosas espléndidas,
pero en definitiva, no han hecho la voluntad de Dios (vv.22-23). Debemos tener
cuidado de querer presentarnos ante Dios con soberbia o arrogancia porque
podemos ser calificados como malvados el día del Juicio final. “¡Jamás os conocí;
apartaos de mí, agentes de iniquidad” (v.24). Lo hacían todo en el Nombre de Jesús
y por la Iglesia, pero ellos actuaban sólo, no estaban unidos a Jesús, no hacían la
voluntad de Dios. El apóstol debe ser el brazo derecho y la mano del Señor
resucitado; Cristo debe estar en su vida personal, como lo está en su oficio de su
mensajero. Él ha conocido a quien se ha identificado con ÉL; está en él y con él,
porque conoce lo que piensa y dirige sus caminos. Es un conocimiento recíproco,
amoroso, actuación recíproca de uno en el otro. La carencia de este amor recíproco,
por muy brillantes que sean las obras y los carismas quedarán vacíos, sin flor ni
fruto. Aviso para quienes ejercen cargos pastorales sin identificarse plenamente con
el Señor, les faltaron las obras que ÉL quería, como se separaron de ÉL, también se
separará, lo que se puede convertir en sentencia de juicio definitivo. Si ÉL nos
oculta su Rostro, sólo nos queda la muerte (cfr. Sal. 6,9). Finalmente Jesús nos
enseña a oír práctica y eficazmente su Palabra, es decir, oír para obrar conforme a
esa Palabra (vv.24-27). La imagen de las casas viene a significar que en la hora de
la tormenta una se mantendrá firme, porque tiene buenos cimientos, mientras la
otra se derrumbará; en el día del Juicio unos entrarán en la vida, mientras otros
serán excluidos de ella.
Santa Teresa de Jesús, nos enseña que la Casa de Dios en el alma cristiana, ha de
tener sólidos fundamentos, el primero y principal, vivir para Dios en el amor, y la
oración personal y comunitaria al servicio de la Iglesia. “Esta casa es un cielo, si le
puede haber en la tierra, para quien se contenta sólo de contentar a Dios y no hace
caso de contento suyo; tiénese muy buena vida; en queriendo algo más, se perderá
todo, porque no lo puede tener.” (CV 13,7).