Comentario al evangelio del Miércoles 19 de Junio del 2013
Hace unos años se hablaba mucho de la opción fundamental. Parece que era como una decisión
consciente que se podía hacer en un momento determinado de la vida. Creo más bien que es una
decisión básica y que tiene su origen en capas muy profundas de nuestro ser. Es una opción por la
confianza o por la desconfianza, por estar abierto a la vida, a la relación, o por vivir en el temor.
La historia nos dice que la humanidad ha florecido cuando han triunfado la cooperación sobre el
conflicto en la resolución de los problemas comunes relativos a la atención de nuestras necesidades.
Cuando hombres y mujeres han sido capaces de cooperar, de trabajar juntos, de dialogar, entonces se
han logrado soluciones más eficaces, se ha atendido mucho mejor a las necesidades de todos sin que
nadie se quede atrás. Cuando cada uno ha empezado a mirar sólo por sus propios intereses (sea una
persona, una familia, una ciudad o un país entero) entonces ha brotado el conflicto. Y sus
consecuencias han sido la destrucción de los recursos comunes, la pobreza, el dolor y la muerte. La
opción fundamental determina nuestra actitud básica ante nosotros y ante los demás. Los demás como
hermanos y hermanas con los que colaborar o los demás como amenaza y peligro. La vida y la muerte.
Por eso Pablo exhorta a los corintios a vivir en la generosidad, a compartir lo que tienen, a
colaborar con las iglesias más pobres. Porque los discípulos de Jesús hemos escogido la vida. Y les
recuerda algo que debíamos tener siempre presente en nuestras mentes: “siempre seréis ricos para ser
generosos”.
No se trata de ser generosos para que nos vean. Se trata de una forma de vida, de una actitud donde
yo me pongo al servicio de los demás, del bien de mis hermanos y hermanas. Al servicio del Reino.
Ahí cobra sentido la oración y el ayuno de que habla Jesús. Radical como siempre. Para que lo
pongamos todo al servicio del Reino, de la fraternidad de los hijos e hijas de Dios.
Fernando Torres Pérez cmf