Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo C, Tiempo Ordinario,
Domingo de la Semana No. 12
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Mirarán al que traspasaron * Mi alma está sedienta de ti,
Señor, Dios mío. * Cuantos han sido bautizados en Cristo, se han revestido de
Cristo * Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho
Textos para este día:
Zacarías 12, 10-11; 13, 1:
Así dice el Señor: "Derramaré sobre la dinastía de David y sobre los habitantes de
Jerusalén un espíritu de gracia y de clemencia.
Me mirarán a mí, a quien traspasaron, harán llanto como llanto por el hijo Único, y
llorarán como se llora al primogénito.
Aquel día, será grande el luto en Jerusalén, como el luto de Hadad-Rimón en el
valle de Meguido."
Aquel día, se alumbrará un manantial, a la dinastía de David y a los habitantes de
Jerusalén, contra pecados e impurezas.
Salmo 62 :
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne
tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua. R.
¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale
más que la vida, te alabarán mis labios. R.
Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de
enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos. R.
Porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está
unida a ti, y tu diestra me sostiene. R.
Gálatas 3, 26-29:
Hermanos: Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
Los que os habéis incorporado a Cristo por el bautismo os habéis revestido de
Cristo.
Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres,
porque todos sois uno en Cristo Jesús.
Y, si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahán y herederos de la promesa.
Lucas 9, 18-24:
Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les
preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?"
Ellos contestaron: "Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha
vuelto a la vida uno de los antiguos profetas."
Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?"
Pedro tomó la palabra y dijo: "El Mesías de Dios."
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: "El Hijo del hombre
tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y
escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día."
Y, dirigiéndose a todos, dijo: "El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo,
cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida
la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará."
Homilía
Temas de las lecturas: Mirarán al que traspasaron * Mi alma está sedienta de ti,
Señor, Dios mío. * Cuantos han sido bautizados en Cristo, se han revestido de
Cristo * Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho
1. ¿Quién es Jesús?
1.1 La pregunta de Jesús en el evangelio de hoy no ha dejado de resonar desde que
él la pronunciara hace dos mil años: "¿quién dice la gente que soy yo?" Un modo
sencillo de comprobar su actualidad es ir a las librerías y descubrir cómo casi
cualquier cosa que se escriba sobre Jesús despierta interés, así se trate de
colecciones de mitos y mentiras, como es el caso del "Código de Da Vinci."
1.2 La diversidad de respuestas sugiere la inmensa riqueza interior del misterio de
Cristo: revolucionario y filósofo, reformador social, profeta notable, poeta
extraordinario, eximio taumaturgo, líder íntegro y fascinante, amigo entrañable y
fiel, espejo de todas las virtudes, modelo de oración y vida espiritual, maestro
maravilloso, y muchas cosas más.
1.3 En él vemos cumplidas las promesas del Antiguo Testamento y en él hallan
lugar nuestras más hondas y legítimas aspiraciones. Hacia él miran las antiguas
profecías y en él tienen su paradigma los reyes. Su lenguaje, su vida y su
sufrimiento lo hacen cercano a todos, de modo que los niños entienden cuando les
habla aunque los más grandes pensadores no terminarán de sumergirse en la
profundidad de su lenguaje. Su belleza no riñe con su vigor; su majestad no
disuena frente a su humildad; su cercanía no le hace menos solemne ni su visible
dignidad le aleja de nosotros. Es santo y compasivo, puro y sin embargo amigo de
pecadores, lleno de ternura y a la vez poseedor de una fortaleza incomparable y un
esplendor que deja impotentes a sus adversarios.
1.4 Jesús es la gran respuesta y la gran pregunta. Capaz de cuestionar nuestras
seguridades y a la vez de curar nuestros miedos. Es sacerdote y víctima del
sacrificio a la vez. Reina desnudo y escarnecido. Trae la salud pero ha sido herido;
es fuente de vida y acepta morir a manos de criminales; es elocuente incluso
cuando calla y muere proclamando su propia victoria. Su vida es un océano de
amor y de luz; su misterio es fascinante, inagotable y fecundo.
2. "Es Necesario que Sufra"
2.1 Tal vez la parte más compleja del misterio de Jesucristo se resume en esas
palabras de hoy: "Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea
rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas." ¿Por qué
"necesario"? ¿Por qué esa cruz espantosa, esa llaga de la lanza que profana su
pecho y deja expuesto su corazón? ¿Por qué el fuerte tiene que ser así vencido?
2.2 La primera lectura, del profeta Zacarías, nos da una clave: "Ellos volverán sus
ojos hacia mí, a quien traspasaron con la lanza; harán duelo como se hace duelo
por el hijo único, y llorarán por él amargamente como se llora por la muerte del
primogénito." La tragedia de Cristo es también parte de su lenguaje; su cuerpo
llagado y expuesto es también la exposición de aquello que siempre nos hemos
negado a ver: el rostro espantoso del pecado.
2.3 Como andamos de prisa y dejamos atrás las consecuencias de nuestras faltas
llegamos a creer que no son tan graves y que nuestra propia maldad no es sino
"normal." La Cruz del Señor se levanta delante de nosotros para denunciar esa
"normalidad," esa normalidad con la que mueren tantos y con la que tantos son
excluidos.
2.4 Pero, más allá, la misma Cruz da una respuesta insólita a nuestra doble
tragedia, la de ser pecadores y la de padecer las consecuencias del pecado. Esa
respuesta brota de sus llagas en sangre de piedad, perdón y reconciliación. El
Resucitado va delante de nosotros como pastor misericordioso que ha precio de su
propia vida nos ha adquirido para que seamos suyos y para que en la seguridad de
su amor que no se extingue tengamos vida perdurable.