XII Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Lunes
No juzguemos, ni las personas ni las desgracias, sabiendo que si llevamos
todo con Dios, nos servirá para obtener por la misericordia divina una vida
mejor
“En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "No juzguéis y no os
juzgarán. Porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la
medida que uséis, la usarán con vosotros. ¿Por qué te fijas en la
mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que
llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Déjame que
te saque la mota del ojo", teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita:
sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar
la mota del ojo de tu hermano"” (Mateo 7,1-5).
1. Hoy, Jesús, nos hablas de no juzgar al hermano, pues puedo medir mis
cosas de una forma y de una forma distinta las de los demás: « ¿Por qué te
fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la
viga que llevas en el tuyo? ». Cuando hago un examen, si apruebo soy
“yo, mis méritos: he aprobado”, pero si suspendo son los demás: “me han
suspendido”. Esta forma de deformar la realidad que tenemos es tan clara a
veces… Un padre de familia se quejaba del gasto de agua caliente, y él era
el que más la gastaba en la ducha. No tenía dinero para la familia y se
quejaba que su mujer gastaba mucho en comida buena, cuando él se
gastaba cada día dinero en bares, tomando vinos con sus amigos. Por eso,
Jesús, tú fomentas la comprensión y la tolerancia con las personas, siendo
al mismo tiempo intransigente con la doctrina.
Nos dices que no lo juzguemos: « os van a juzgar como juzguéis
vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros ». Si juzgo con
dureza, seré así juzgado; y si tengo misericordia, mi corazón estará
dispuesto a la misericordia divina. San Pablo aprendió la lección, cuando
nos decía: " Nada juzguéis antes de tiempo, hasta que venga el Señor,
que iluminará los escondrijos de las tinieblas y declarará los
propósitos de los corazones " (1 Co 4,5). Es lo que pedimos en el
Padrenuestro: « perdónanos como nosotros perdonamos ». Ayúdame,
Se￱or, a no juzgar, para quedar también yo libre de juicio… « No juzguéis
y no os juzgarán ».
No es malo tener capacidad de observación y un sano espíritu crítico, pero
una interpretación de ello que nos lleve a la "cólera" será malo, pues " todo
aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el
tribunal " (Mt 5, 22). Se dice hay que juzgar, el "juicio" ha de ser justo y
sin juzgar las intenciones, pues sólo Dios las conoce totalmente. «No
queramos juzgar -Cada uno ve las cosas desde su punto de vista... y con su
entendimiento, bien limitado casi siempre, y oscuros o nebulosos, con
tinieblas de apasionamiento, sus ojos, muchas veces.
Una cosa importante que te pido, Señor, es una escucha activa, con
empatía: que no me deje llevar por mis ideas preconcebidas al oír alguien,
sino que me meta en sus necesidades, para desde ahí poder ayudarle.
"Quita primero la viga de tu ojo y entonces verás claro para quitar
la paja del ojo de tu hermano ". Comenzar por ordenar nuestra casa nos
permite ver mejor las cosas de los demás, como dicen: “el que trabaja su
campo no hace mal a nadie”, en cambio el perezoso se queja de que no
tiene suerte pues el campo del vecino es siempre mejor, y esparce
habladurías contra él.
Nos dice la mitología que Júpiter puso sobre nuestros hombros unas alforjas
con dos aberturas: en la delantera están los defectos ajenos y las virtudes
propias; en la de la espalda, las virtudes de los otros y los defectos propios.
Vemos primero lo de delante de la vista, que no tiene capacidad para ver la
alforja de delante. Vemos primero los defectos de los demás.
Además, lo mismo que la de esos pintores modernistas, es la visión de
ciertas personas tan subjetiva y tan enfermiza, que trazan unos rasgos
arbitrarios, asegurándonos que son nuestro retrato, nuestra conducta...
”¡Qué poco valen los juicios de los hombres! -No juzguéis sin tamizar
vuestro juicio en la oración» (J. Escrivá, Camino 451).
Veo que si tengo que juzgar por necesidad, ha de ser con ese “tamizar mi
juicio en la oraci￳n”, para poder decir las cosas con tu dulzura y
misericordia, Se￱or, pensando no tanto en mi necesidad (“¡es que si no lo
digo reviento!”) sino en el modo y las palabras y afecto que lo harías tú,
Jesús. Pero quisiera entenderte cuando vas más allá, y dices: " ¡no
juzguéis! " en lugar de "no juzguéis severamente..." o "no juzguéis
injustamente..." o "no juzguéis calumniosamente..." Dices: " no
juzguéis ..."; y añades: -“ Porque os van a juzgar como juzguéis
vosotros, y la medida que uséis la usarán con vosotros ”.
Veo que mis juicios tienen que considerar que yo tengo necesidad del
perdón y del juicio indulgente de Dios.
Veo que no soy objetivo pues calibro distinto las cosas de las demás y las
mías: -“ ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y
no reparas en la viga que llevas en el tuyo?
Veo que soy incapaz de ver verdaderamente en el corazón de los demás, y
por eso me pides que no me meta en juzgar (Noel Quesson). Que tengo que
luchar en mi alma primero: -“ Hipócrita, sácate primero la viga de tu
ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu
hermano ”.
Veo que nos pides ver más lo "positivo" que lo negativo . Señor,
concédeme lucidez para que me dé cuenta de seré bueno si sé ver las cosas
buena de los demás (san Josemaría).
2. E l comienzo del Génesis, que leímos en las semanas 5ª y 6ª del
Tiempo Ordinario, reflexionaban religiosamente sobre el origen del cosmos
y del género humano. Ahora, durante tres semanas, escuchamos la historia
del pueblo predilecto de Dios, Israel, a partir de la vocación de Abrahán
hasta el final del libro. La lectura de otros libros históricos del AT nos
ocupará nueve semanas (de la 12ª a la 20ª). En ellos, no sólo repasaremos
la historia del pueblo de Israel, del que somos herederos, sino que nos
veremos reflejados nosotros mismos en nuestra actuación, dejándonos
juzgar por la voz de Dios.
Hoy escuchamos el relato de la vocación de Abrahán, allá en su tierra
de Ur, en el país de Caldea, un pueblo de cultura bastante avanzada, con
buenas técnicas de trabajo y una buena legislación social. Pero corrompido,
como todos los demás, religiosa y moralmente. Un día el Señor le dijo: Vete
de tu tierra y de tu patria y de la casa de tu padre... Dios habla... debió ser
probablemente «en su corazón» que Abraham oyó a Dios. Señor, ¿qué me
dices HOY a mí? Alguna vez me quejo de no oír tu voz. Pero ¿sé escucharte?
¿Estoy dispuesto a hacer lo que Tú quieras pedirme? Por ejemplo me quedo
un rato en silencio para revisar mi jornada de HOY: las personas, los
trabajos, las responsabilidades que hay en mi vida... ¿Qué me dices, sobre
ello, Señor?... ¡Ah, Señor! Cuando te pregunto concretamente sobre mi
vida, tus palabras afluyen a mi conciencia.
-“ Partió Abraham como se lo había dicho el Señor ”. La llamada
de Dios a Abraham (nombre que Dios le dará más tarde en lugar de Abrán)
significa el comienzo de una nueva etapa en la relación de Dios con la
humanidad, conlleva le exigencia de romper con todo lo antiguo, los
vínculos terrenos, familiares y locales, apoyándose exclusivamente en la
promesa de Dios: una tierra desconocida, una descendencia numerosa
siendo su mujer estéril, y la protección constante de parte de Dios. Esta
llamada divina significa también la ruptura con el culto idolátrico practicado
por la familia de Abrahám en la ciudad de Jarán (parece que era culto lunar)
para seguir la llamada de Dios, su culto y viajar a Canaán. Su actitud
contrasta con la desobediencia de Babel y antes de Adán y Eva: Adán se
pone en camino, señalando proféticamente Aquel que se pondrá en el
camino de la obediencia hasta la muerte en Cruz y por el que todos
encontrarán la salvación; de todo esto hablará Pablo llamándolo Padre en la
fe (Gal 3,6-9). Dejar la tierra, la parentela y la casa paterna sería dejar el
hombre terreno, la parentela de nuestros vicios, y el mundo dominado por
el diablo. La actitud de Abrahám, de oración, le apoya en el camino, da
fuerzas a su corazón para obedecer. Y la obediencia de corazón a Dios se
expresa en hechos: se pone en camino, hace un altar en silencio…
solamente más tarde aparecen sus palabras dirigidas a Dios, y mientras va
yendo hacia Palestina y de desplaza hacia el sur va edificando altares a
Dios… Así Dios le acompa￱a y le promete descendencia… no dice
descendientes, que también, sino que habla de Cristo (Gal 3,13-16: cf Biblia
de Navarra).
-“ De campamento en campamento, Abraham llegó al Negueb,
desierto al sur de Palestina ”. Una marcha incesante, un itinerario, un
camino... en búsqueda de Dios. Nuestra vida humana ¿es también un ir
adelantando en la búsqueda de Dios? Este es un buen resumen de la vida
de «fe», la vida de todo creyente: - una llamada de Dios: Dios invita, tiene
la iniciativa, desearía que... - una respuesta del hombre: el hombre dice
«sí» o «no» a Dios. Y Jesús decía «hágase tu voluntad así en la tierra como
en el cielo...» (Noel Quesson). Respuesta vital, con la obediencia y un estilo
de conducta según la voluntad de Dios. Como hizo María de Nazaret:
« hágase en mí según tu palabra ».
2. “ ¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahveh, el pueblo que se
escogió por heredad! Yahveh mira de lo alto de los cielos, ve a todos
los hijos de Adán; Los ojos de Yahveh están sobre quienes le temen,
sobre los que esperan en su amor, para librar su alma de la muerte,
y sostener su vida en la penuria. Nuestra alma en Yahveh espera, él
es nuestro socorro y nuestro escudo; Sea tu amor, Yahveh, sobre
nosotros, como está en ti nuestra esperanza ”. Señala el libro de
Proverbios que " muchos proyectos hay en el corazón del hombre,
pero sólo el plan de Dios se realiza " (19,21). Así el salmista nos
recuerda que Dios, desde el cielo, su morada trascendente, sigue todos los
itinerarios de la humanidad, incluso los insensatos y absurdos, e intuye
todos los secretos del corazón humano. "Dondequiera que vayas, hagas lo
que hagas, tanto en las tinieblas como a la luz del día, el ojo de Dios te
mira", comenta san Basilio. Feliz será el pueblo que, acogiendo la revelación
divina, siga sus indicaciones de vida, avanzando por sus senderos en el
camino de la historia.
Llucià Pou Sabaté