XIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C.
Padre Dr. Juan Pablo Esquivel
+ Evangelio de hoy: nos muestra a muchos discípulos (72), que además de los
doce, son enviados como misioneros por el Señor.
Según Gn. 10, los pueblos que componen la humanidad son setenta y dos... El
número de discípulos es entonces una insinuación de que la misión abarca al
mundo entero: todos los hombres son los destinatarios del Evangelio de la
Salvación. Y Jesús envía de dos en dos a los discípulos, entre otras cosas, porque
un testimonio solo era aceptado si provenía de los testigos (Deut. 19,15). Es un
mensaje universal (“Todo el mundo cante la gloria de Dios” [Ps.Resp.]).
En estos nuevos enviados, el Evangelio prefigura los misioneros de todos los
tiempos, que serán enviados a todos los pueblos y lugares de toda la tierra: la
universalidad de la Iglesia, esto es precisamente lo que significa católica (por eso
Jesús insiste en la abundancia de la cosecha y la escasez de obreros, y en la
necesidad de pedir mas obreros, mas vocaciones...)
+﾿C￳mo van estos enviados? El Se￱or mismo utiliza una comparaci￳n: “ᄀVayan! Yo
los envío como corderos en medio de los lobos”: esta imagen muestra, por un lado
la agresividad y la fuerza, y por otro la debilidad y la indefensión: el medio
ambiente es hostil para los enviados, que como discípulos del cordero inocente
(Cristo) no deben recurrir a la violencia y la agresividad, sino que deben vencer el
mal con el bien, creyendo con todas sus fuerzas en el poder transformador que
encierra el Evangelio en sí mismo; Evangelio que se debe imponer por la fuerza de
la misma verdad y por el poder que Dios manifiesta en su palabra, y no por
métodos violentos...
Esta mansedumbre no es ser estúpido; es ser fuertes pero de otro modo: del modo
evangélico, al modo de Cristo. Es también le fe en la fuerza misma del Evangelio la
que nos ayuda a entender las otras directivas de Jesús:
* No llevar equipaje: es un modo de indicar la urgencia del envío... Es como decir:
no hay tiempo que perder; hay que dejarlo todo.
* No saludar por el camino: una referencia a las ceremoniosas y complicadas
costumbres orientales. No una invitación a ser mal educados, sino a no perder
tiempo!!
Además este “no llevar nada”, es un modo de poner de manifiesto la fuerza de la
palabra de Dios. La fuerza del predicador no depende de sus recursos... como en la
parábola del sembrador, la abundante cosecha no depende de la habilidad del
sembrador, sino de la vitalidad de la semilla. El sembrador debe colocar la semilla
en el lugar adecuado; pero la geminación y el fruto dependerán de la semilla
misma...
﾿C￳mo será esto? El Se￱or lo muestra en un ejemplo concreto: “Paz” (Shalom)
[saludo normal entre los judíos]. Pero en boca de los enviados por el Señor esta
palabra estará dotada de una eficacia que no provendrá del que la pronuncia, sino
de Él, que es el que envía. No se trata de un simple deseo de paz: esa paz
descenderá efectivamente sobre los que sean dignos de recibirla.
Esa Paz que los cristianos nos damos, nos comunicamos (y no sólo nos deseamos)
en cada Misa, no es la simple ausencia de guerras o de peleas: en la Biblia, paz =
la totalidad de los bienes prometidos por Dios, la plenitud, el no carecer de ningún
bien. Es esa Paz de la que se dice en el Evangelio de San Juan, que no es la que da
el mundo (no la da ni puede darla)
Las otras directivas que da el Señor insisten en esta urgencia de llevar un don tan
valioso a todos los hombres; por eso el Señor ordena no andar cambiando de lugar
para alojarse ni preocuparse por los alimentos: si nos ocupamos del Reino, el Señor
se ocupará de darnos las añadiduras...
Si en los 72 enviados se prefiguraba a todos los hombres de todos los tiempos y de
todo el mundo, significa que nosotros estamos allí representados... todos nosotros:
el mandato misionero compromete a toda la Iglesia y no sólo a los sacerdotes,
religiosos y religiosas.
Todo bautizado tiene un compromiso con la Palabra de Dios.
Todo confirmado está llamado a ser testigo de Cristo, íntimamente vinculado a la
misión de Iglesia, y lleno de una fuerza especial del Espíritu Santo.
El Reino ya comenzó (con Cristo), y nosotros debemos anunciarlo... ¿Cómo?
* Viviendo auténticamente la vida cristiana en la comunidad de la Iglesia (que el
Reino se note en nuestra vida). Nuestra sola vida debe ser ya una predicación.
* Pero también debemos dar testimonio exponiendo las razones de nuestra fe (I Pe.
3,15: “estar siempre dispuestos a dar respuesta a todo aquel que nos pida raz￳n de
nuestra esperanza”).
Por lo tanto, Palabra y testimonio se complementan...
+ El Evangelio de hoy habla de un envío que nos toca a cada uno de nosotros
Entonces, tenemos que revisar nuestra vida (¿auténtica o no?; ¿de testimonio o
no?); nuestra formación cristiana (¿sólida, dedicada, perseverante?)... Es necesario
fortalecer nuestra fe para no desanimarnos (pues vamos como corderos entre
lobos); y si la tarea es grande para nuestra debilidad, recordemos que la fuerza
viene de Dios, que obra con su Palabra...como en María...
Amén