EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Mateo 16,13-19.
Jesús se fue a la región de Cesarea de Filipo. Estando allí, preguntó a sus
discípulos: «Según el parecer de la gente, ¿quién es este Hijo del Hombre?»
Respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista, otros que eres Elías o
Jeremías, o alguno de los profetas.»
Jesús les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?»
Pedro contestó: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo.»
Jesús le replicó: «Feliz eres, Simón Barjona, porque esto no te lo ha revelado la
carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos.
Y ahora yo te digo: Tú eres Pedro (o sea Piedra), y sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia; los poderes de la muerte jamás la podrán vencer.
Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: lo que ates en la tierra quedará atado
en el Cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo.»
Comentario del Evangelio por:
San Clemente de Roma, papa del año 90 a 100 aproximadamente
Carta a los Corintios, 5-7 (trad. cf breviario 30/06)
El testimonio histórico más antiguo del martirio de Pedro y Pablo
Dejemos estos ejemplos de [persecución en el Antiguo Testamento] y vengamos a
considerar los luchadores más cercanos a nosotros; expongamos los ejemplos de
magnanimidad que han tenido lugar en nuestros tiempos. Aquellos que eran las
máximas y más legítimas columnas de la Iglesia sufrieron persecución por
emulación y por envidia y lucharon hasta la muerte. Pongamos ante nuestros ojos a
los santos apóstoles: a Pedro que, por una hostil emulación, tuvo que soportar no
una o dos, sino innumerables dificultades, hasta sufrir el martirio y llegar así a la
posesión de la gloria merecida. Esta misma envidia y rivalidad dio a Pablo ocasión
de alcanzar el premio debido a la paciencia: en repetidas ocasiones fue
encarcelado, obligado a huir, apedreado y, habiéndose convertido en mensajero de
la palabra en el Oriente y en el Occidente, su fe se hizo patente a todos, ya que,
después de haber enseñado a todo el mundo el camino de la justicia, habiendo
llegado hasta el extremo Occidente, sufrió el martirio de parte de las autoridades y,
de este modo, partió de este mundo hacia el lugar santo, dejándonos un ejemplo
perfecto de paciencia. A estos hombres, maestros de una vida santa, vino a
agregarse una gran multitud de elegidos que, habiendo sufrido muchos suplicios y
tormentos también por emulación, se han convertido para nosotros en un magnífico
ejemplo…
Todo esto, carísimos, os lo escribimos no sólo para recordaros vuestra obligación,
sino también para recordarnos la nuestra, ya que todos nos hallamos en la misma
palestra y tenemos que luchar el mismo combate. Dejemos, pues, las
preocupaciones inútiles y vanas y pongamos toda nuestra atención en la gloriosa y
venerable regla de nuestra tradición. Tengamos los ojos fijos en lo que es bueno y
agradable a los ojos de nuestro Hacedor, lo que nos acerca a él. Fijemos nuestra
mirada en la sangre de Cristo y démonos cuenta de cuán valiosa es a los ojos del
Dios y Padre suyo, ya que, derramada por nuestra salvación, ha traído al mundo
entero la gracia de la conversión.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”