Ser criatura nueva
El gran Pablo VI decía: “Cultivar nuestro espíritu es la única forma de construirnos
como seres humanos. Porque no basta crecer en lo que se tiene, sino que es preciso
crecer en el Ser, en lo que se es”. Y Pablo nos invita a ser criaturas nuevas. Rezo con
insistencia: “Enséñame, Señor, a nacer cada mañana”. Hoy nacemos envejecidos y el
mundo se encarga de embalsamarnos.
Nuestra fe, la fe cristiana nos sumerge en procesos irreversibles de cambio, crecimiento,
novedad. Jesús le dice a Nicodemo: “Tienes que nacer de nuevo”. Ezequiel nos invita al
cambio de corazón, a dejarnos invadir del Espíritu en nuestras vidas. Isaías en la
primera lectura describe en melodía de cuna, el gozo de las nuevas criaturas que saltan
como corderillos en brazos de su madre. Es la alegría de la nueva creación.
Sólo el amor nos puede introducir en estos procesos que definen la hora de nuestro
nacimiento. El amor es la única pedagogía fecunda. Jesús lo va enseñando a sus
discípulos: Despójense de toda cositería que haga peso, que impida levantar alas, y nos
lleva a abrir los ojos para mirar la mies y los campos en espera infinita de nuestra
opción. El discipulado es escuela de amor. Sin amor, nos morimos.
La vocación cristiana no tolera ni conformismos, ni rutinas, ni cansancios repentinos o
acumulados. Lleva dentro un virus contagioso de alegría que dispara nuestras baterías a
lo inédito, lo imposible, lo impredecible. Hay una presencia que lo va impulsando todo:
Es Jesús que nos abre a la Misión para darle al mundo la noticia siempre nueva de su
Amor.
Cochabamba 07.07.13
jesús e. 0sorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com