XIII Semana del Tiempo Ordinario. (Año Impar)
Jueves
Padre Julio González Carretti O.C.D
Lecturas bíblicas
a.- Gn. 22, 1-19: El sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe.
b.- Mt. 9, 1-8: Curación de un paralítico.
Este evangelio nos presenta la curación de un paralítico en Cafarnaúm. El centro del
texto está en la actitud de Jesús: vio la fe de los amigos, y le perdonó los pecados
al paralítico inmediatamente (v.2). Comienza sanando el espíritu, dañado por el
pecado, para luego, seguir con el cuerpo, enfermo por la parálisis. Los fariseos
piensan en su interior, que Jesús es un blasfemo, sólo Dios puede perdonar los
pecados. Jesús descubre, porque tiene un conocimiento sobrenatural de las cosas,
el pensamiento de los fariseos. Esta facultad habla de la dignidad de Jesús, como
Hijo de Dios, que por lo tanto, posee la capacidad de perdonar los pecados (v. 3).
En la escena hay un movimiento ya que la atención se centra ahora no en el
enfermo, sino en Jesús: “Para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene el poder de
perdonar los pecados…” (v. 6). Realiza el portento de que el hombre camine y se
vuelva por su propio pie a casa. La razón del perdón de los pecados de ese hombre,
era el único motivo para la curación, con lo cual el evangelista quiere señalar, que
para Jesús era más importante la salud del espíritu que la del cuerpo. El que puede
hacer lo más difícil, ¿no podrá hacer lo más fácil? Al revés. Si puede quitar la
enfermedad, ¿no podrá sanar la enfermedad del alma? El poder del Hijo del Hombre
se demostró en su enseñanza y la gente lo experimentó como admiración (cfr. Mt.
7, 28). Es en este tiempo mesiánico que se borra el pecado, tanto aquí en la tierra,
como en el cielo, ante el trono de Dios. El Hijo del hombre más tarde comunicará
ese poder a los apóstoles, lo que hace con el poder de Dios (cfr. Mt.16, 18; 18,17).
Es el reino de Dios que ha llegado y trae la salud al hombre integral. La gente
admirada, glorificaba a Dios ante semejante prodigio; pero la maravilla mayor es
que Dios comunicará semejante poder a los hombres. Mateo está pensando sin
duda en los ministros de la Iglesia, que han recibido dicho poder de Jesucristo, de
perdonar los pecados a la Iglesia, escogiendo a hombres que cumplan con esta
misión específica. Esta realidad de la gracia divina, que reconcilia al hombre con
Dios, es inseparable de Cristo y la Iglesia.
Teresa de Jesús, como los amigos llevaron al enfermo ante Jesús, también nos lleva
ante ÉL, por el camino de la oración, es decir, de la amistad con Dios. Necesitamos
convertirnos en amigos fuertes de Dios. “Querría las mucho avisar que miren no
escondan el talento, pues que parece las quiere Dios escoger para provecho de
otras muchas, en especial en estos tiempos que son menester amigos fuertes de
Dios para sustentar los flacos; y los que esta merced reconocieran en sí, ténganse
por tales, si saben responder con las leyes que aun la buena amistad del mundo
pide; y si no como he dicho teman y hayan miedo no se hagan a sí mal, y plega a
Dios sea a sí solos.” (V 15, 5).