XIII Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Sabado
Que Dios te conceda la fertilidad de la tierra
I. Contemplamos la Palabra
Primera lectura: Génesis 27, 1-5. 15-29
“Isaac le dijo a Jacob: acércate y bésame hijo. Él se acercó y le besó, y al
aspirar Isaac el aroma de sus ropas lo bendijo.”
Evangelio: San Mateo 9, 14-17
“¿ Es que pueden guardar luto los invitados a la boda mientras el novio está con
ellos?. No se echa vino nuevo en odres viejos.”
II. Compartimos la Palabra
…que te sirvan los pueblos, y se postren ante ti las naciones.
Extraño pasaje. Desafiando leyes y costumbres, Jacob, ayudado por su madre,
Rebeca, se confabula para obtener la bendición de Isaac en favor de éste, su
hijo menor, poniendo gran empeño en ello. Extraño. En una primera y rápida
lectura pensamos en traición y engaño, aprovechándose, además, de las ya
mermadas capacidades físicas de Isaac. Visto así, es duro este pasaje de la
escritura.
Tal vez podamos hacer otra lectura. Tal vez lo que en verdad encierran estas
palabras es una llamada a comprender que no siempre los planes de los
hombres son los planes de Dios, que no siempre la lógica de los hombres es la
lógica de Dios, que no siempre las expectativas de los hombres coinciden con las
expectativas de Dios, que no siempre la voluntad de los hombres coincide con la
voluntad de Dios. Tan acostumbrados como estamos a planificar, a organizar, a
estructurar, a prevenir… dejar hacer a Dios no siempre se entiende ni se acepta.
¡Cuánto nos cuesta decir: “HÁGASE”!
…el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así las dos cosas se conservan.
Los odres son, de alguna manera, nuestras vidas, nosotros mismos. Con el
tiempo, los odres se endurecen y, con vino nuevo, hay peligro de que se
rompan. Nuestras vidas, con el tiempo, también se endurecen, pierden
elasticidad y hay peligro de que se rompan o de que queden vacías, inútiles,
inservibles.
A unos odres viejos, no se les puede echar vino nuevo porque la fuerza de ese
vino puede hacerlos estallar. Un vino nuevo siempre requerirá odres nuevos.
Jesús es el vino nuevo. Es la novedad radical. Es la vida nueva, libre, plena y
abundante que no puede contenerse en unos odres viejos, en unas vidas viejas,
en unas viejas formas, en unas estructuras rígidas y secas. En unos odres
viejos, el vino de Jesús… se pierde.
El vino nuevo de Jesús requiere hombres nuevos. Nuevas formas de ver y
entender la vida y las personas que la viven, nuevas formas de mirar, de servir,
de acoger. Jesús quiere un hombre nuevo, libre de ataduras y prejuicios que le
impiden caminar, abierto al diálogo verdadero, a la justicia y a la misericordia,
capaz de despojarse de lo viejo para dejar entrar esperanzado a lo nuevo. En
unos odres nuevos, el vino de Jesús… mejora, cautiva, y está presente en la vida
y en la alegría.
Un vino nuevo en un odre viejo es una chapuza. ¿Chapuceros?
Dña. María Teresa Fernández Baviera, OP
Fraternidad Laical Dominicana deTorrent (Valencia)
Con permiso de dominicos.org