“¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?”
Mt 8, 23-27
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. SOLO VA JESÚS CON SUS DISCÍPULOS
En aquel tiempo, Jesús subió a una barca junto con sus discípulos. San Mateo es
preciso, es decir, en la barca solo va Jesús con sus discípulos, tal vez para que
fueran testigos del milagro que habría de suceder, pero además previniendo una
demostración de poca fe, Jesús considero era prudente que otros no se
enteraran, entonces viaja solo con ellos. Cuando leemos a san Marcos, dice que
también habían otras barcas alrededor. Jesús, Maestro de excelencia, para que
no se enorgullecieran sus discípulos porque los llevaba solo a ellos, permitió el
peligro en que se vieron, con objeto, pues, de que los impresionase más el
milagro que iba a obrar. Pero Él estaba dormido. Como dándole tiempo al temor
entregándose al sueño.
2. NO PENSARON EN SU PODER ANTE UN ESPECTÁCULO TAN
IMPONENTE
Aunque los apóstoles ya habían presenciado algunos milagros de Jesús, no
pensaron en su poder ante un espectáculo tan imponente, esto les produce una
fuerte admiración de preguntarse quién será el que tiene tantos poderes, así es
como ellos dicen; ¿Quién es éste, a quien hasta los vientos y el mar obedecen?.
Ya se había pensado que El fuese el Mesías y ahora, Jesús les va preparando
gradualmente el proceso de su revelación divina.
Si Jesús hubiese estado despierto, no habrían temido ni rogado por la tempestad
que se levantó, pero también pudo haber sucedido, que no hubiesen creído que
pudiera hacer tal milagro.
3. TODAVÍA NO CONOCÍAN SU GLORIA LOS DISCÍPULOS QUE
ESTABAN CON EL
Según el evangelio, parece que Jesús los dejó caer en el peligro de la prueba,
para que experimentasen en sí mismos su virtud, cuyos beneficios habían visto
en los otros, así es como dormía, pues como dice en san Marcos, sobre la popa
de la barca reclinada la cabeza en una tabla. Todavía no conocían su gloria los
discípulos que estaban con El, y aunque creían que despierto podía mandar a los
vientos, no creían pudiera hacerlo estando dormido o descansando.
4. SEÑOR, ¡SÁLVANOS, QUE PERECEMOS!
Muy asustados, los discípulos despertaron a Jesús diciéndole: Señor, ¡sálvanos,
que perecemos!. Despertándose Jesús, primero le increpa a ellos, ¿Por qué
tienen miedo, hombres de poca fe?, Lo que Jesús hace es reprender a sus
discípulos por su falta de fe. Si hubieran tenido fe, hubiesen creído que aun
durmiendo podía conservarlos sanos y salvos. Jesús se mostró a ellos como
Dios, y como hombre, por cuanto se rindió al sueño.
Jesús luego le increpa al viento y al mar, y les da una orden terminante y
sobrevino una gran calma.
Del movimiento del mar se levantan ciertos sonidos o ruidos que parecen ser
como un anuncio de los peligros que amenazan. Las palabras de Jesús, sosiegan
las turbulencias y calman los corazones agitados. A la sola voz del Señor, el
efecto vino de inmediato, el viento se aplacó y sobrevino una gran calma.
5. LOS TEMORES NOS INVADEN EL ALMA Y NOS HACEN PERDER
EL TRATO ÍNTIMO CON DIOS
Dice el evangelio: De pronto se levantó en el mar una tempestad tan fuerte, que
las olas cubrían la barca. Así nos sucede algunas veces a nosotros, se nos desata
un vendaval de problemas en nuestra vida y la turbación entra en nosotros con
amenaza de hundirnos, olas que ahogan nuestro ánimo y nuestro deseo de
superarnos. Los temores nos invaden el alma y nos hacen perder el trato íntimo
con Dios. Muchas veces son cosas simples de resolver, pero nos imposibilitan a
entregarnos con tranquilidad a la oración. En otras ocasiones, recibimos alguna
noticia poco agradable y perdemos la calma. Entonces vemos que en el fondo de
nuestro corazón, pareciera que está dormido Jesús, y le preguntamos con
desesperación, Señor sálvanos.
6. JESÚS, NO DUERME NI NOS ABANDONA
El Señor nunca nos deja, pero nosotros preocupados de las cosas temporales y
solo de valor material, nos atrevemos a dejarlo a Él, entonces, El permite una
tempestad en nosotros y vivimos momentos de contradicción, temor, la angustia
nos zozobra y nuestro corazón naufraga en las dificultades. Es así, como para
superar todo momento difícil, no dejemos de acudir a Él, aunque pareciera que
no nos está oyendo, si lo está. Porque Jesús, no duerme ni nos abandona, pero
si prueba nuestra fe, nuestra constancia y fidelidad.
En cierta oportunidad, Santa Catalina de Siena, se quejó que de que el Señor la
había abandonado en la hora de una prueba y el Se￱or le respondi￳, “Nunca
estuve más cerca de ti que en ese momento”
El Señor les Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant