Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 13, Jueves
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe *
Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida. * La gente alababa a Dios,
que da a los hombres tal potestad
Textos para este día:
Génesis 22,1-19:
En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán llamándole: "¡Abrahán!" Él
respondió: "Aquí me tienes." Dios le dijo: "Toma a tu hijo único, al que quieres, a
Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes
que yo te indicaré." Abrahán madrugó, aparejó el asno y se llevó consigo a dos
criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que le
había indicado Dios. El tercer día levantó Abrahán los ojos y descubrió el sitio de
lejos. Y Abrahán dijo a sus criados: "Quedaos aquí con el asno; yo con el muchacho
iré hasta allá para adorar, y después volveremos con vosotros." Abrahán tomó la
leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el fuego y el cuchillo.
Los dos caminaban juntos. Isaac dijo a Abrahán, su padre: "Padre." Él respondió:
"Aquí estoy, hijo mío." El muchacho dijo: "Tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está
el cordero para el sacrificio?" Abrahán contestó: "Dios proveerá el cordero para el
sacrificio, hijo mío." Y siguieron caminando juntos.
Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló
la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña.
Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor
le gritó desde el cielo: "¡Abrahán, Abrahán!" Él contestó: "Aquí me tienes." El ángel
le ordenó: "No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que
temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo." Abrahán levantó
los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en una maleza. Se acercó, tomó
el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. Abrahán llamó a aquel sitio
"El Señor ve", por lo que se dice aún hoy "El monte del Señor ve".
El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: "Juro por mí mismo -
oráculo del Señor-: Por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo único,
te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrella del cielo y como la
arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades
enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque
me has obedecido." Abrahán volvió a sus criados, y juntos se pusieron en camino
hacia Berseba. Abrahán se quedó a vivir en Berseba.
Salmo: 114:
Amo al Señor, porque escucha / mi voz suplicante, / porque inclina su oído hacia mí
/ el día que lo invoco. R.
Me envolvían redes de muerte, / me alcanzaron los lazos del abismo, / caí en
tristeza y angustia. / Invoqué el nombre del Señor: / "Señor, salva mi vida." R.
El Señor es benigno y justo, / nuestro Dios es compasivo; / el Señor guarda a los
sencillos: / estando yo sin fuerzas, me salvó. R.
Arrancó mi alma de la muerte, / mis ojos de las lágrimas, / mis pies de la caída. /
Caminaré en presencia del Señor / en el país de la vida. R.
Mateo 9, 1-8:
En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. Le
presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al
paralítico: "¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados." Algunos de los escribas
se dijeron: "Éste blasfema." Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: "¿Por qué
pensáis mal? ¿Qué es más fácil decir: "Tus pecados están perdonados", o decir:
"Levántate y anda"? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en
la tierra para perdonar pecados -dijo dirigiéndose al paralítico-: "Ponte en pie, coge
tu camilla y vete a tu casa."" Se puso en pie, y se fue a su casa. Al ver esto, la
gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.
Homilía
Temas de las lecturas: El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe *
Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida. * La gente alababa a Dios,
que da a los hombres tal potestad
1. Un Mundo de Extremos
1.1 Cuando uno cambia de un lugar muy oscuro a otro muy iluminado, o lo
contrario, los ojos necesitan adaptarse. Cuando uno pasa de estar muy ocupado
trabajando a ser un jubilado la mente necesita adaptarse. Cuando uno pasa de
mirar por horas un microscopio a mirar de nuevo este mundo nuestro con sus
tamaños y figuras también necesita adaptarse. Estos comentarios van a la primera
lectura de hoy. Para comprender la belleza y la grandeza de Abraham en el acto de
sacrificar a su propio hijo nuestra mirada tiene que adaptarse a una realidad, a una
escala y a un mundo que son muy diversos de los nuestros.
1.2 Para nosotros existen los Derechos Humanos. Contamos con siglos de
desarrollo filosófico y de instituciones sociales que presumimos estables, como
referencias con las cuales contamos espontáneamente: leyes, gobiernos, policía,
juzgados, sistemas jurídicos, penales y de pensamiento en los que nos sentimos
cómodamente instalados, hablando en general. Nada de esto tenía Abraham.
1.3 El mundo de Abraham tenía otros referentes. Un mundo de tribus que hoy
llamaríamos semisalvajes, acostumbradas a matar o morir, si se daba confrontación
con otras tribus. Un mundo agreste en el que los débiles no tenían otro destino sino
una temprana muerte. Un mundo plagado de incertidumbres, en el que cada cual a
su manera trataba de ganarse el favor de los dioses.
1.4 Con cierta lógica, ese mundo funcionaba bajo el esquema del comercio con la
divinidad: el que da poco a los dioses espera recibir poco de ellos; el que da mucho
espera tener asegurado mucho. Abraham no podía conocer otro mundo distinto de
ese. Y en ese mundo los papás sacrificaban sus hijos precisamente porque los
amaban. Como eran preciosos para ellos, consideraban que destrozando el propio
corazón con un sacrifico de tanto precio se estaban asegurando una generosidad
proporcional de parte de sus dioses. Por eso al iniciar un proyecto "grande," como
por ejemplo: intentar fundar una ciudad, echaban los cimientos sobre el cadáver
sacrificado de un hijo, a menudo el primogénito. De todo esto hay constancia
bíblica y extrabíblica.
2. ¿Dios Pidiendo Sacrificios Humanos?
2.1 En ese contexto que choca tanto con nuestros ojos, en ese mundo, entre la
niebla de una Humanidad primitiva y cerril, Abraham escucha un mandato del Dios
en el que cree. Este Dios le ordena que haga un imposible, que sacrifique al hijo de
la promesa, el hijo que no sólo era lo más precioso para Abraham, sino que había
sido un regalo, un milagro, un hecho a todas luces irrepetible. Dios nos parece
inhumano en semejante exigencia.
2.2 ¿Realmente quería Dios la muerte del inocente Isaac? Los hechos demostraron
que no. Y sin embargo, Dios hablaba el lenguaje de ese tiempo, que, repitámoslo
una vez más, era dramáticamente diverso del nuestro. No cualquier lenguaje es
comprensible en cualquier tiempo. Podemos decir que Dios "se adaptaba" a la
rudeza de la época pero a la vez la superaba, porque Isaac no fue sacrificado: el
precio de esa vida inocente quedó como testimonio de la fe inconmovible de
Abraham, a quien desde entonces lo llamamos "nuestro padre en la fe."
2.3 Nosotros tenemos la idea de que las palabras y los argumentos pueden
clarificarlo todo. Probablemente estamos errados en eso. Dios no se pone a darle
clases de filosofía y valores a Abraham: le habla en el tono que este beduino
analfabeta de corazón inmenso puede entender. Y el mensaje es claro: "NADA, ni
siquiera tu propio hijo, puede ser más valioso para ti que la alianza que los dos
tenemos, Abraham."
2.4 Esta enseñanza básica permanecerá en realidad como una constante a lo largo
de la Biblia. Es el primero y más importante de los mandamientos: no hay más
dioses; nada puede interponerse entre Dios y el corazón del hombre (Deuteronomio
4,35; 32,39; 2 Samuel 7,22; Salmo 83,18; Isaías 43,10-13; 1 Corintios 8,4;
Efesios 4,6). Y por eso, "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu
alma y con toda tu fuerza" (Deuteronomio 6,5; Marcos 12,29-30).