EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Mateo 9,9-13.
Jesús, al irse de allí, vio a un hombre llamado Mateo en su puesto de cobrador de
impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Mateo se levantó y lo siguió.
Como Jesús estaba comiendo en casa de Mateo, un buen número de cobradores de
impuestos y otra gente pecadora vinieron a sentarse a la mesa con Jesús y sus
discípulos.
Los fariseos, al ver esto, decían a los discípulos: «¿Cómo es que su Maestro come
con cobradores de impuestos y pecadores?»
Jesús los oyó y dijo: «No es la gente sana la que necesita médico, sino los
enfermos.
Vayan y aprendan lo que significa esta palabra de Dios: Me gusta la misericordia
más que las ofrendas. Pues no he venido a llamar a los justos, sino a los
pecadores.»
Comentario del Evangelio por:
San Ambrosio (c 340-397), obispo de Milán y maestro de San Agustín,
doctor de la Iglesia
“Sígueme”
He aquí la misteriosa vocación del publicano. Cristo le da la orden de seguirle, no
por una cuestión material sino por el movimiento de su corazón. Y este hombre que
justo entonces sacaba ávidamente su provecho de las mercancías, que explotaba
duramente las fatigas y los peligros de los marineros, deja todo sobre una palabra
de llamada. El que tomaba los bienes de los otros, abandona sus propios bienes. El
que estaba sentado detrás de su triste mostrador, el marcha con toda su alma a
continuación del Señor. Y prepara una gran comida: el hombre que recibe a Cristo
en su residencia interior es saciado en delicias sin medida, de sobreabundantes
alegrías. En cuanto al Señor, entra con gusto, y se pone a la mesa preparada por
el amor de este que ha creído.
De un solo golpe se revela la diferencia entre los que obedecen a la Ley y los
discípulos de la gracia. Agarrarse a la Ley, es sufrir en un corazón en ayunas un
hambre sin remedio; acoger internamente la Palabra, recibirla en el alma, es
encontrar la renovación en la abundancia de la comida y de la fuente eterna, es no
tener jamás más hambre, jamás más sed.
Si el Señor come con los pecadores ¿será para prohibirnos juntarnos a la mesa y
hacer vida común con los paganos? El nos dice: “No son los sanos los que necesitan
del médico sino los enfermos.” (Mt 9,12) Un nuevo remedio se nos ofrece por el
Maestro nuevo. No es un producto de la tierra ni ninguna ciencia sería capaz de
descubrirlo.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”