XIII DOMINGO T.ORDINARIO C
El momento de decidirse
Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la
decisión de caminar a Jerusalén” . El texto original dice que “ endureció el rostro” . No
es un viaje de capricho. Sabe lo que le espera. Es una decisión libre, firme,
granítica. No tiene otra mirada, otra pasión ni otro empeño que hacer la voluntad
del Padre y la liberación de los hombres. En la página evangélica que comentamos
“el rostro” asume una importancia extraordinaria, comporta el significado de una
opción profunda, de una decisión irrevocable por duro que sea el camino, equivale a
nuestro “ apretar los dientes ”.
Es un viaje físico y, a la vez, espiritual. En el viaje, Jesús va a hacer más explícita la
conciencia de su misión. Se manifiesta progresivamente ante los hombres y
mujeres que encuentra, así como ante sus discípulos, como el enviado por Dios
para el anuncio definitivo de su amor, de su justicia, de su liberación. Quien se
acerca a él aprende a mirar dentro de su propio corazón, a evaluar sus propias
posibilidades y sus límites, la verdad o no de sus opciones.
Por otra parte, el viaje le pone a Jesús en contacto con las situaciones de vida de
las personas, con sus aspiraciones y con sus sufrimientos, con sus ideales más
nobles y con sus frustraciones. En el evangelio encontramos una riqueza tan
admirable de historias personales, de relatos intensos y originales que, aunque sólo
fuera por eso, valdría la pena leerlo. Ahí podemos encontrarnos, de una u otra
manera, todos retratados.
Tenían que pasar por Samaria. Los samaritanos, como sabemos, mantenían una
enemistad crónica con los judíos. Sólo porque Jesús y su grupo van de camino a
Jerusalén, símbolo del poder judío, no les permiten alojarse en sus aldeas. Ello irrita
tanto a los discípulos que le hacen a Jesús una propuesta deshonesta: “ Señor,
¿quieres que pidamos que caiga fuego del cielo y los abrase?”. Es una reacción
curiosa. Apenas han iniciado el camino y sus discípulos ya están pidiendo la
eliminación de quienes ponen obstáculos. La severa reprimenda de Jesús es una
admirable enseñanza frente a cualquier tipo de fanatismo, sea del signo que sea.
A lo largo del viaje Jesús va tener otros encuentros con diferentes tipos de
hombres. Dos de ellos, fascinados por la palabra y la manera de ser de Jesús, le
piden que les permita seguirle. El tercero es invitado por Jesús mismo a seguirle.
En los tres casos, Jesús subraya la radicalidad de la elección para quien quiera
seguirle; ha de estar dispuesto a exponerse a la precariedad y la inseguridad (“ las
aves tienen nido y las zorras madriguera, pero el Hijo del Hombre no tiene donde
reclinar la cabeza ). Se necesita estar desprendido hasta de lo más querido. Supone
poner en crisis vínculos, tradiciones y hasta un cierto sentido común (“ deja los
muertes que entierren a sus muertos ”). Nidos, madrigueras, tradiciones, afectos,
son símbolos elocuentes de las seguridades en que nos agazapamos para eludir el
riesgo del camino.
A lo largo del fascinante viaje de nuestra vida, sobre todo si la queremos inspirada
en el evangelio, seguramente llega un momento en que hay que definirse. Es la
hora en que se nos pide sencillamente fiarnos de Dios y de su proyecto para
nuestra vida, de seguirlo con decisión firme, con determinada determinación , que
diría la Santa de Ávila, sin esperar a confirmaciones o consensos, sino asumiendo
clara y lucidamente las consecuencias de la propia elecci￳n. “ Quien regala la propia
libertad es más libre que quien se ve obligado a retenerla” decía aquel pedagogo
admirable que era el cura de Barbiana.
En la comunidad de Lucas, reclamada por la urgencia de la misión, pero preocupada
también por las defecciones y la inconstancia de algunos creyentes, las sentencias
de Jesús eran un test serio para verificar la fidelidad a los compromisos asumidos.
En “el a￱o de la fe” pueden ser un buen test para muchos de nosotros, que, por no
arriesgar, corremos el riesgo de quedarnos flotando, por pura inercia, en el vacío de
la mediocridad.
+ Mons. D. Ciriaco Benavente Mateos