EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
sábado 06 Julio 2013
Sábado de la decimotercera semana del tiempo ordinario
Libro de Génesis 27,1-5.15-29.
Cuando Isaac envejeció, sus ojos se debilitaron tanto que ya no veía nada.
Entonces llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: "¡Hijo mío!". "Aquí estoy",
respondió él.
"Como ves, continuó diciendo Isaac, yo estoy viejo y puedo morir en cualquier
momento.
Por eso, toma tus armas - tu aljaba y tu arco - ve al campo, y cázame algún animal
silvestre.
Después prepárame una buena comida, de esas que a mí me gustan, y tráemela
para que la coma. Así podré darte mi bendición antes de morir".
Rebeca había estado escuchando cuando Isaac hablaba con su hijo Esaú. Y apenas
este se fue al campo a cazar un animal para su padre,
Después Rebeca tomó una ropa de su hijo mayor Esaú, la mejor que había en la
casa, y se la puso a Jacob, su hijo menor;
y con el cuero de los cabritos le cubrió las manos y la parte lampiña del cuello.
Luego le entregó la comida y el pan que había preparado.
Jacob se presentó ante su padre y le dijo: "¡Padre!". Este respondió: "Sí, ¿quién
eres, hijo mío?".
"Soy Esaú, tu hijo primogénito, respondió Jacob a su padre, y ya hice lo que me
mandaste. Por favor, siéntate y come lo que cacé, para que puedas bendecirme".
Entonces Isaac le dijo: "¡Qué rápido lo has logrado, hijo mío!". Jacob respondió: "El
Señor, tu Dios, hizo que las cosas me salieran bien".
Pero Isaac añadió: "Acércate, hijo mío, y deja que te toque, para ver si eres
realmente mi hijo Esaú o no".
El se acercó a su padre; este lo palpó y dijo: "La voz es de Jacob, pero las manos
son de Esaú".
Y no lo reconoció, porque sus manos estaban cubiertas de vello, como las de su
hermano Esaú. Sin embargo, cuando ya se disponía a bendecirlo,
le preguntó otra vez: "¿Tú eres mi hijo Esaú?". "Por supuesto", respondió él.
"Entonces sírveme, continuó diciendo Isaac, y déjame comer lo que has cazado,
para que pueda darte mi bendición". Jacob le acercó la comida, y su padre la
comió; también le sirvió vino, y lo bebió.
Luego su padre Isaac le dijo: "Acércate, hijo mío, y dame un beso".
Cuando él se acercó para besarlo, Isaac percibió la fragancia de su ropa. Entonces
lo bendijo diciendo: "Sí, la fragancia de mi hijo es como el aroma de un campo que
el Señor ha bendecido.
Que el Señor te dé el rocío del cielo, y la fertilidad de la tierra, trigo y vino en
abundancia.
Que los pueblos te sirvan y las naciones te rindan homenaje. Tú serás el señor de
tus hermanos, y los hijos de tu madre se inclinarán ante ti. Maldito sea el que te
maldiga, y bendito el que te bendiga".
Salmo 135(134),1-2.3-4.5-6.
¡Aleluya!
Alaben el nombre del Señor, alábenlo servidores del Señor,
que sirven en la casa del Señor, en los atrios de la casa de nuestro Dios.
Alaben al Señor porque él es bueno cántenle a su nombre porque es delicioso.
Porque el Señor se escogió a Jacob, a Israel, para que fuera su propiedad.
Yo sé que el Señor es grande, que nuestro Señor supera a todos los dioses.
Todo lo que quiere lo hace el Señor, en los cielos y en la tierra, en los océanos y en
todos los mares.
Evangelio según San Mateo 9,14-17.
Entonces se acercaron los discípulos de Juan y le dijeron: "¿Por qué tus discípulos
no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?".
Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el
esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y
entonces ayunarán.
Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el
pedazo añadido tira del vestido y la rotura se hace más grande.
Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, el vino se
derrama y los odres se pierden. ¡No, el vino nuevo se pone en odres nuevos, y así
ambos se conservan!".
Comentario del Evangelio por :
Beato Juan Pablo II (1920-2005), papa
Carta apostólica “Mulieris dignatatem”, §26-27 (trad. © Libreria Editrice
Vaticana)
La Eucaristía: el don que da Cristo/Esposo a la Iglesia/Esposa
En la Eucaristía se expresa de modo sacramental el acto redentor de Cristo Esposo
en relación con la Iglesia Esposa. El Concilio Vaticano II ha renovado en la Iglesia la
conciencia de la universalidad del sacerdocio. En la Nueva Alianza hay un solo
sacrificio y un solo sacerdote: Cristo. De este único sacerdocio participan todos los
bautizados, ya sean hombres o mujeres, en cuanto deben “ofrecerse a sí mismos
como una víctima viva, santa y agradable a Dios” (cf. Rom 12, 1), dar en todo lugar
testimonio de Cristo y dar razón de su esperanza en la vida eterna (1P 3,15)…
Todos los miembros de la iglesia… participan no solamente de la misión sacerdotal,
sino también en la misión profética y real de Cristo Mesías. Esta participación
determina, además, la unión orgánica de la Iglesia, como Pueblo de Dios, con
Cristo. Con ella se expresa a la vez el “gran misterio” de la Carta a los Efesios
(5,32): la Esposa unida a su Esposo; unida, porque vive su vida; unida, porque
participa de su triple misión… Unida de tal manera que responda con un “don
sincero” de sí al inefable don del amor del Esposo, Redentor del mundo. Esto
concierne a todos en la Iglesia, tanto a las mujeres como a los hombres, y
concierne obviamente también a aquellos que participan del “sacerdocio
ministerial”, que tiene el carácter de servicio. En el ámbito del “gran misterio” de
Cristo y de la Iglesia todos están llamados a responder —como una esposa— con el
don de la vida al don inefable del amor de Cristo, el cual, como Redentor del
mundo, es el único Esposo de la Iglesia.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”