XIV Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Miércoles
Padre Julio González Carretti O.C.D
Lecturas bíblicas
a.- Gn. 4, 55-57; 42,5-7.17-24: Dirigíos a José y haced lo que él os diga.
b.- Mt. 10, 1-7: Id a las ovejas descarriadas de Israel.
El texto evangélico nos presenta los nombres de los Doce Apóstoles (vv. 2-4), y
luego la misión que Jesús les encomienda (vv.1.5-7). El evangelista comienza
presentándonos a los apóstoles de Jesucristo, como un colegio, supone la elección
de los Doce (cfr. Mc.3, 13-15; Lc. 6, 12), Jesús los reviste de poder para expulsar
demonios, y sanar toda enfermedad y dolencia (v.1), más tarde añadirá la
predicación (cfr. Mt.10, 7ss). Queda claro, que los apóstoles poseen los mismos
poderes de Jesús, actuarán como ÉL, confirmarán su palabra con milagros. Para
Mateo, Jesús es el nuevo Moisés, que como aquél funda un nuevo pueblo de Dios.
El antiguo pueblo contaba con doce tribus, éste cuenta con Doce apóstoles; el
número doce, significa universalidad. Jesús, nuevo Moisés, funda la Iglesia. Lo
importante de la lista de nombres que nos entrega Mateo, es que Jesús funda su
Iglesia sobre aquellos que llamó Apóstoles. La lista comienza con Simón, por sobre
nombre, Pedro (cfr. Mt. 16, 18), luego vienen los dos pares de hermanos
considerados los primeros llamados: Pedro y Andrés, Santiago y Juan (cfr. Mt.
4,18-22). Del resto de los Doce, sólo de Mateo o Leví (cfr. Mc.2,13-14; Lc.5,27-28),
y Judas Iscariote conocemos más datos (cfr. Mt. 9,9), y será Juan quien nos da
noticias de Felipe, Bartolomé y Tomás (cfr. Jn.1, 43-51; 6,5-7; 14,8-10). El grupo
que escoge no parece ser aplicados ni dóciles, sin embargo, a ellos se entregó para
constituirlos en ap￳stoles, con el riesgo latente, que uno de ellos lo traicione. “A
estos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: «No toméis camino
de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; dirigíos más bien a las ovejas
perdidas de la casa de Israel. Yendo proclamad que el Reino de los cielos está
cerca” (vv. 5-7). Jesús los envía sólo a los israelitas, no a los gentiles, ni a
samaritanos. Esto no quiere decir, que ellos no tengan parte en el Reino de Dios y
los bienes de los tiempos mesiánicos. Jesús sólo dispone el orden, el camino que ha
de seguir la salvación, primero los judíos, luego los gentiles. Así lo entendió Jesús,
quizás le resulta dura esta realidad, pero actúa en obediencia al Padre, es la
abnegación del Hijo, por la cual, nos vino la redención (cfr. Mt.15, 24). Mateo es el
que más habla de la universalidad de la salvación, desde la llegada de los reyes
magos hasta el mandato misionero de ir por el mundo entero a predicar el
evangelio (cfr. Mt.2,1-12; 28,16-20). Durante su ministerio terreno Jesús se
preocupó de la casa de Israel, luego de la resurrección, la Iglesia rompió las
fronteras judías y se expandió a todo el mundo conocido por mandato del propio
Jesús. Estas palabras están ahí como testimonio, para que todo judío, sepa que la
salvación se ofrece primero a Israel, luego al resto de las naciones. Se puede
afirmar sin temor, que el Mesías y sus apóstoles han servido a Israel,
exclusivamente a ellos, ahora bien, si los gentiles han encontrado la fe que
buscaban en el evangelio, que ellos rechazaron, también se puede decir, que los
judíos no tienen excusas para no creer en Jesús. Finalmente, los apóstoles han de
predicar lo que Jesús les mand￳: “El reino de Dios está cerca” (v.7). Es el tiempo
de la gran cosecha, de la plena donación de Dios a su pueblo, tiempo de conversión
y de penitencia, tiempo de la Iglesia que recibido estos poderes de Jesús los pone
al servicio del hombre en su evangelización. La sanación busca ser del hombre
integral que no le falte al hombre en lo material y espiritual para alcanzar su
vocación más sublime, la comunión con Dios.
Cuanto apreciaba Teresa de Jesús, una buena prédica, era amiga de religiosos y
presbíteros bien preparados en el arte de llevar almas a Dios. “Alabe muy mucho al
Se￱or el alma que ha llegado aquí… o le dio letras y talentos y libertad para
predicar y confesar y llegar almas a Dios” (Vida 30,21).