XIV Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Viernes
Padre Julio González Carretti O.C.D
Lecturas bíblicas
a.- Gn. 46, 1-7.28-30: Jacob se encuentra con José en Egipto.
b.- Mt. 10, 16-23: Predicción de persecuciones.
En este evangelio, Jesús anuncia a sus discípulos la persecución y muerte por su
causa. El anuncio, corresponde la realidad de la Iglesia del tiempo de Mateo, que ya
habían conocido los cristianos, las persecuciones y cárceles, llevados a los
tribunales. Los Hechos de los Apóstoles, personifica en Pablo, el odio de los judíos
por los cristianos. Ya era conocido el decreto, año 70, del judaísmo por el cual se
excomulgaba a los judíos de la Sinagoga a todos los que confesaran a Jesús como
Mesías. La imagen del lobo y la oveja las conocemos (v.16), los falsos profetas,
aparecen en el rebaño con piel de oveja (cfr. Mt. 7, 15). Jesús invierte la imagen:
envía a los apóstoles como inocentes ovejas en medio de lobos, como indefensos
ante su ferocidad. Paradojalmente, el Reino de Dios se testimonia desde la
debilidad, tanto en Jesús, como en sus discípulos (cfr. 2Cor. 12,9). Jesús, invita a la
prudencia de la serpiente y la sencillez de la paloma, frente a los hombres, es decir,
a los impíos, aquellos que no creen en Dios (cfr. Gén. 3,1; Mt. 8, 27; 10, 32; 16,
23). Deben contar con el peligro serenamente, pero no buscándolo con torpeza, ni
lanzarse a él con osadía insensata; se requiere prudencia, intuir lo conveniente y
necesario. Ser sencillos, significa ser sinceros y sin doblez, ni simples o ingenuos,
sino hombres que buscan a Dios, sin ventajas de pretensiones terrenales, los
ayudará a mantenerse firmes en la tribulación y dar testimonio de Dios. Los
apóstoles deberán guardarse de la gente hostil a la fe, la naturaleza y la voluntad
humana rebelde, especialmente de los judíos, principales destinatarios de su misión
evangelizadora. Tendrán que enfrentar los tribunales, sufrir los azotes, y vérselas
con las autoridades de la sinagoga y gobernadores romanos y los reyezuelos de la
familia de Herodes. Tendrán que hablar y dar testimonio de su fe en Jesucristo, por
ÉL, están ahí, incluso cuando se les acusa y condena, se les desestima y
perseveran fieles. Su testimonio es admirable manifestación de la gloria de Dios en
la pequeñez y debilidad humana. Si la intención es dar testimonio de la fe que
profesan, será el Espíritu Santo, quien inspirará la palabra oportuna; ÉL es el
Abogado, el Consolador, de los cristianos que los custodiará en todo momento. El
que habita en el corazón del cristiano, el Espíritu Santo, hablará desde lo interior,
con sabiduría que confunda a los jueces (cfr. Hch. 6,10). La persecución y el odio,
penetrará en la propia familia, lo único que queda es la perseverancia infatigable,
que será premiada con la salvación eterna (cfr. Mt.10,34-36; Miq.7,6). Estas
palabras han sido admirablemente verificadas en el testimonio de los mártires de
todos los tiempos. Con prudencia deberán huir de un lugar a otro si son
perseguidos, como cuando no eran escuchados, no buscando el peligro, sino ser
cautos. El Espíritu Santo que les ayudó en los tribunales, los consolará con su
venida, será la última palabra para su vida. El Hijo del Hombre vendrá para el día
del Juicio final, pero viene también en la tribulación, cuando desaparece toda
esperanza humana, viene a los suyos y salva a los suyos
La Santa Madre Teresa de Jesús, nos invita a llevar en alto la cruz, como oficio
propio de hombres y mujeres de oración. “Así, los contemplativos han de llevar
levantada la bandera de la humildad y sufrir cuantos golpes les dieren sin dar
ninguno; porque su oficio es padecer como Cristo, llevar en alto la cruz, no la dejar
de las manos por peligros en que se vean, ni que vean en él flaqueza en padecer;
para eso le dan tan honroso oficio. Mire lo que hace, porque si él deja la bandera,
perderse ha la batalla; y así creo que se hace gran daño en los que no están tan
adelante, si a los que tienen ya en cuento de capitanes y amigos de Dios les ven no
ser su obras conformes al oficio que tienen.” (CV 18, 5).