EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 10,1-12.17-20.
Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos
para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.
Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al
dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.
¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.
No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el
camino.
Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'.
Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario,
volverá a ustedes.
Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el
que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.
En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan;
curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'.
Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y
digan:
'¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos
sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca'.
Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa
ciudad.
Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: "Señor, hasta los demonios
se nos someten en tu Nombre".
El les dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.
Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas
las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos.
No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más
bien de que sus nombres estén escritos en el cielo".
Comentario del Evangelio por :
Vida de San Francisco de Asís
“An￳nimo de Perusa” (siglo XIII,) § 18
“El Se￱or los enviaba delante de Él a todos los pueblos a donde Él pensaba
ir.”
Colmado de gracias del Espíritu Santo, el bienaventurado Francisco predijo a sus
hermanos lo que tenía que pasar. En el bosque cercano a la capilla de Santa María
de la Porciúncula, donde tenían costumbre los hermanos de retirarse para la
oraci￳n, reuni￳ a los seis hermanos que le seguían entonces y les dijo: “Queridos
hermanos, entendamos bien nuestra vocación. En su misericordia, Dios no nos ha
llamado solamente para nuestro provecho propio sino también para el servicio y la
salvación de muchos otros. Vayamos pues, por el mundo, exhortando y mostrando
a los hombres y las mujeres, por nuestra palabra y nuestro ejemplo, la penitencia
de sus pecados y a acordarse de los preceptos de Dios que habían quedado en el
olvido.”
Luego a￱adi￳: “No tengáis miedo, peque￱o reba￱o!” (Lc 12,32) tened confianza en
el Señor. No os preguntéis el uno al otro: ¿Cómo vamos a predicar nosotros,
ignorantes e iletrados?” Acordaos, más bien, de las palabras del Se￱or a sus
discípulos: “Yo os digo: no seréis vosotros los que hablaréis sino que el Espíritu
Santo hablará por vosotros.” (Mt 10,20) Es pues, el Se￱or mismo quien os
comunicará su Espíritu y su sabiduría para exhortar y predicar a los hombres y
mujeres la senda y la práctica de sus mandamientos.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”