Quien es mi prójimo?
Lc 10, 25-37
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
Lectio Divina
LA OBSERVANCIA DE LOS MANDAMIENTOS, EN PARTICULAR EL DE
LA CARIDAD, Y LA VIDA.
La primera lectura está armonizada con la del evangelio: en ambas
podemos recoger dos mensajes para profundizar en ellos y actualizarlos. El
primero es el de la proximidad. El texto del Deuteronomio afirma que la
Palabra de Dios se ha hecho próxima, se ha hecho accesible y practicable.
El mandamiento de amar al prójimo está cerca del corazón del hombre;
de hecho, lo comprende y lo pone en práctica hasta un samaritano, aunque
no reconozca más que una parte de la Escritura (el Pentateuco) y sea
considerado por los judíos como alguien medio pagano, mientras que, de
manera extraña, en la observancia de este mandamiento se muestra
inseguro el maestro de la Ley y fallan del todo el sacerdote y el levita, que
anteponen la pureza legal (cf Lv 22,4-7) a la ayuda a una persona. Por
otra parte, la parábola del buen samaritano da la vuelta a la idea de
prójimo: no se trata de alguien que se acerca a ti, sino de que tú debes
acercarte al necesitado. El momento de tomar la iniciativa no depende del
carnet de identidad del otro, sino de tu capacidad de compasión. El
principio de la proximidad no está fuera, sino dentro de nosotros. Las
ocasiones de actualizarlo se nos presentan de continuo.
Un segundo mensaje que se desprende de las dos lecturas está en
el nexo entre la observancia de los mandamientos, en particular el de la
caridad, y la vida.
En el fragmento del Deuteronomio, la vida es la de este mundo, sostenida
por la abundancia de los bienes materiales, en los que se reconoce de modo
concreto la bendición de Dios. En cambio, en el evangelio la pregunta
versa sobre la vida eterna, una vida cualificada por la comunión con
Dios, antes que por su duración perenne. En ambos casos, el camino de
la vida pasa por la observancia del doble mandamiento de amar a Dios y al
prójimo. Si en otro lugar se dice que la vida nace del amor que
recibimos, aquí se afirma que la vida se desarrolla en virtud del amor que
somos capaces de dar. Quien quiera plenitud de la vida, sabe ahora cómo
alcanzarla y puede examinarse sobre su camino si ha seguido los pasos del
buen samaritano o del sacerdote y levita.
ORACION
Proyectando la luz de estos mensajes sobre nuestra vida, podemos ver
las realizaciones positivas, las ocasiones en las que nos hemos hecho
prójimos y otras en las que tal vez han prevalecido en nosotros el cierre, la
discriminación, el miedo a ser molestados por aquel que con distintas
necesidades esperaba nuestra ayuda. Demos gracias al Señor por el bien
que hayamos hecho y pidámosle perdón por las omisiones. Invoquemos al
Espíritu Santo, que da la vida y es fuente del amor, para que abra
nuestros ojos y nos demos cuenta de los necesitados, para que nos
inspire las iniciativas adecuadas y dé fuerza de amor a nuestro corazón
para llevarlas a cabo. Y, sobre todo, elevemos una oración de
alabanza al Señor, que nos ha revelado el camino de la vida y ha
suscitado en la historia de la Iglesia todo un ejército de santos y santas
que han seguido el ejemplo del buen samaritano.