“No he venido a traer la paz, sino la espada”
Mt 10, 34-11,1
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. NO VINE A TRAER LA PAZ, SINO LA ESPADA.
Jesús dijo a sus apóstoles: No piensen que he venido a traer la paz sobre la
tierra. No vine a traer la paz, sino la espada.
En la literatura profética, el Mesías, lo había de poner todo en orden y paz. El
Mesías era llamado también la Paz. Jesús Mesías comienza rectificando este
concepto mesiánico, sin embargo él dice que vino a traer la paz, sino la
espada. No es que el Príncipe de la Paz (Is 9:5) no venga a traer la paz, sino
que, por su doctrina aquí la espada, va a ser ocasión de que con relación a El
haya hostilidades. No en vano es un signo de contradicción (Lc 2:34). Y estas
oposiciones van a llegar a ser dentro del mismo hogar.
2. ¿CONTRA QUE VA UTILIZAR LA ESPADA?,
Entonces nos preguntamos: ¿Contra qué va utilizar la espada?, ¿si somos
seguidores de Cristo, contra que la usaríamos nosotros?, la expresión de
Jesús nos estremece, nos conmueve y nos altera, nos impresiona, y no es
para menos, porque tenemos que declararnos combatientes contra esa
espada sabiendo que será vencedora. En efecto, la espada viene a liquidar la
vanidad, viene destruir el egoísmo, la soberbia se rinde ante su filo, y su
energía nos mueve a salir de la pereza y la comodidad que nos hace vivir
nuestra fe en una paz que no es tal, sino que despreocupación y desidia de
nuestra tarea como apóstoles.
3. NOS ENFRENTAREMOS A ESA ESPADA
Jesús nos estremece la conciencia, y nos despierta, y nos hace ver que si no
abandonamos los vicios de esta sociedad y no vivimos de acuerdo a los
principios que nos enseñan los evangelios, no tendremos paz, ni en nuestras
conciencias ni en nuestra vida, y nos enfrentaremos a esa espada, en cambio
por el camino por todos conocidos, la actitud bondadosa, justa, amable,
cariñosa, de palabras dulces, la vida en rectitud, la sonrisa honesta, envaina
cualquier espada.
4. HE VENIDO A ENFRENTAR AL HIJO CON SU PADRE
Luego Jesús nos dice: Porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la
hija con su madre y a la nuera con su suegra; y así, el hombre tendrá como
enemigos a los de su propia casa. Nuevamente nos asombramos ante esta
frase, pero es absolutamente cierto, encontramos muchas veces que no
vivimos la fe de la misma forma en nuestra familia, y eso no produce dolor,
discusiones que dividen, el esposo que no acompaña a su mujer en la fe, los
hijos que no entienden la fe de sus padres o el padre que no acepta a la hija
que opta por seguir a Cristo, pero nada de esto ocurriría o al menos se
mitigaría, si vivimos siendo y pareciendo cristianos, no a medias tintas,
porque lo que decimos debemos hacerlo, así nos ganaremos el respeto y la
comprensión en la familia, y si optamos por seguir a Cristo, tiene que ser
plenamente como cristiano y sin acomodar nuestra fe a nuestros intereses.
5. EL QUE AMA A SU PADRE O A SU MADRE MÁS QUE A MÍ
Buena oportunidad para recordar unas palabras del Señor: Mi madre y mis
hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica (Lc.
8, 21). En efecto la Palabra de Dios nos une, nos hace una gran familia, y los
que se resisten a ella así mismo, se disgregan y se separan de quien la sigue.
Dice nuestro amado Jesús: El que ama a su padre o a su madre más que a
mí no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí no es
digno de mí.
Ante esta lucha de la estirpe y familia en torno a Jesús, ¿qué hacer? ¿Dejarlo
todo por El? Jesús, que exige un amor supremo a El sobre todas las cosas,
proclama su misma divinidad, ya que los valores que exige sacrificar son de
ley natural. Sólo está por encima de estos valores el amor de Dios.
6. PORQUE QUIEN AMA A DIOS, AMA LOS HOMBRES.
Amar a Dios por sobre todas las cosas, y muy por encima del amor a
cualquiera de sus criaturas, por sobre el amor a nuestros seres más queridos,
y por supuesto, más que a uno mismo, y en esto consiste el Primer
Mandamiento, y no es para que no amemos a nuestra familia, significa que el
amor a Dios viene antes que el amor a cualquier persona, porque quien ama
a Dios, ama los hombres.
7. EL QUE NO TOMA SU CRUZ Y ME SIGUE NO ES DIGNO DE MÍ.
Y este amor exige aún más, así es como luego el Señor nos dice; El que no
toma su cruz y me sigue no es digno de mí. Es una imagen dolorosa la de la
cruz, pero Jesús la exige para ser dignos de EL y, además debemos llevarla
detrás de EL. ¿Somos o no somos verdaderos discípulos de Jesús?, tomar la
cruz o cargar con ella, quiere expresar que el verdadero discípulo de Jesús
debe estar siempre y en todo lugar dispuesto a llevarla, esto es, con todas las
privaciones de las comodidades, con sufrimiento frente a los ataques de los
irreverentes al Señor, con humillaciones, pero todo esto antes de quebrantar
nuestra fidelidad al Señor.
No deja de ser menos cierto, que esta frase nos cala muy hondo, y por el
amor a él nos emociona, seguir a Cristo con la cruz, ir tras El, es imitar todos
y cada uno de sus ejemplos, es hacer un vida copiada de el en la nuestra,
vivir absolutamente de su espíritu, entonces ahora nos explicamos porque
debemos renunciar a tantas ataduras, a la familia misma, a la vida si es
preciso, para que sea Dios quien viva en uno.
8. EL QUE PIERDA SU VIDA POR MÍ LA ENCONTRARÁ
Nuestro amado Jesús, nos hace un contraste, El que encuentre su vida la
perderá; y el que pierda su vida por mí la encontrará Perder la primera por
El, es asegurar la segunda, ya que el alma no pueden matarla. La frase, esta
empapada de un profundo sentido nuevo por Jesús, la vida verdadera en la
resurrección, no se trata de decir que no interesa el cuerpo, sino destacar
bien que Dios tiene el pleno dominio y destino del hombre en su totalidad.
9. EL QUE LOS RECIBE A USTEDES ME RECIBE A MÍ
El Señor, nos hace ahora, una nueva consideración, y anuncia el premio que
tendrán los que los que reciban a sus apóstoles. El que los recibe a ustedes
me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a aquel que me envió. No se trata
de una simple hospitalidad, sino de la hospitalidad de que se reciben como
apóstoles de Jesús. Así, para mejor comprensión, Jesús nos ilustra con
algunos ejemplos, El que recibe a un profeta por ser profeta tendrá la
recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo por ser justo tendrá la
recompensa de un justo, es decir, en cuanto se refleja a Dios en el justo,
tendrá el premio correspondiente o el que corresponde al mismo profeta o
justo. El que recibe al profeta como profeta, tendrá recompensa de profeta.
Tiene además el paralelo de las palabras de Jesús a los que ejercitaron obras
de misericordia: Cuanto hicisteis a uno de mis hermanos menores, a mí me lo
hicisteis (Mt 25:40.45).
10. LES ASEGURO QUE CUALQUIERA QUE DÉ A BEBER
Les aseguro que cualquiera que dé a beber, - la enseñanza se destaca
completa, utilizando para ello un servicio mínimo que se haga al apóstol -
aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi
discípulo no quedará sin recompensa. Estos pequeños a quienes se supone
hacer el beneficio, si en otro contexto pueden significar niños u otra clase de
personas, en éste se refiere a los apóstoles.
La paz del Señor sea en su alma
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant