XV Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Jueves
hemos de confiar en Jesús que nos libera de toda pena, pues unidos a él
todo tiene sentido de salvación
“En aquel tiempo, exclamó Jesús: -«Venid a mi todos los que estáis
cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y
aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón, y
encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi
carga ligera» (Mateo 11,28-30).
1. Es muy breve el evangelio de hoy, pero rico en contenido y
consolador. Los doctores de la ley solían cargar fardos pesados en los
hombros de los creyentes. Tú, Jesús, el Maestro verdadero, no. Nos
aseguras que tu «carga es ligera», y que en ti «encontraremos
descanso».
Tu estilo de vida, Jesús, es exigente. Incluye renuncias y nos pides
cargar con la cruz. Pero, a la vez, nos prometes tu ayuda. Cargamos con la
cruz, si, pero en tu compañía, y nos dices: « Yo os aliviaré ». Como el
Cireneo te ayudó a llevar la cruz camino del Calvario, tú nos ayudas a
nosotros a superar nuestras luchas y dificultades. Cuando nos sentimos
«cansados y agobiados», iré a ti, Señor, que conoces muy bien nuestro
camino (J. Aldazábal).
-“ Venid a mi todos los que estáis rendidos y agobiados”. Tu
corazón está abierto, Señor, a los pequeños o humildes, los pobres, los que
sufren, los hambrientos, los enfermos o desgraciados... todos los que están
rendidos y agobiados. En primer lugar quiero contemplar ese sentimiento de
tu corazón.
-“ Y Yo os aliviaré ”. Descanso en ti, Señor, en ti confío. Recuerdo un
sacerdote mayor, que estaba en un hospital en coma, y al hablarle repetía:
“in manus tuas, Domine, commendo spiritum meum” ( en tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu ). Luego al reponerse no recordaba esa
oración suya, que me edificó.
-“ Cargad con mi yugo, sed mis discípulos: aprended de mí, que
soy sencillo y humilde, y encontraréis vuestro respiro ”. Tu "yugo",
Jesús es soportable. No es una carga que aplaste y lastime. Te doy gracias,
Señor, porque a lo largo de la vida veo que hay una mano invisible que me
guía, especialmente en las dificultades, como se suele decir: “cuando más
negra es la noche, amanece Dios”.
Te reconozco, Señor, que me llevas en el camino de la vida, y veo
que es verdad lo que dices: “ -Sí, mi yugo es llevadero y mi carga
ligera ”. Sin embargo, a veces, lo encuentro pesado y lo soporto mal. Pero,
Señor quiero hacerte caso y abandonarme a ti. Es muy cierto que si uno se
abandona verdaderamente a Dios, queda realmente reconfortado, colmado
de serenidad y de alegría. Nuestra Fe, nuestras vocaciones, nuestras
obligaciones religiosas... no deberían ser nunca "cargas" para nosotros. El
amor no puede ser más que liberador y radiante. Por esta alegría se
reconocen los verdaderos discípulos de Jesús (Noel Quesson).
La carga es liviana… Escuchando este Evangelio, pienso en los judíos
muertos en las cámaras de gas durante la segunda guerra mundial, en los
millones de esclavos a quienes no se les ha permitido ser libres, en tantos
obreros de la industria moderna que son explotados injustamente, en los
indígenas maltratados y marginados en sus propios países, en las gentes
que llenan tantos campos de refugiados a lo largo y ancho del mundo, en
los que sufren y mueren en soledad en los hospitales, en los niños y niñas
que son explotados sexualmente, en los drogadictos que han encontrado su
infierno particular huyendo posiblemente de otros infiernos. Todos estos y
muchos más, tienen el derecho de sentir estas palabras de Jesús como
dirigidas a ellos. Ellos son los últimos de nuestro mundo. Ellos son aquellos
a los que ha tocado la peor parte en la herencia. Ellos realmente merecen
encontrar consuelo y descanso en el Reino de Dios. Ellos tienen que ser los
primeros en entrar en la casa del Padre. ¿Qué podría hacer para que estas
palabras llegasen a sus destinatarios? (Servicio Biblico Latinoamericano).
Ayer estaba en la calle con dos hombres de ideología más bien
anticatólica, que me pararon para hablar de temas sociales en relación con
la Iglesia, y mientras una gitana se me acercó –como suelen hacer al ver un
sacerdote- para pedir dinero, para dar de comer a sus niños. Le contesté
que no daba dinero, pero que si querían los que me acompañaban mientras
hablábamos íbamos a una tienda y allí le compraba comida. Así lo hicimos,
yendo a un supermercado, y ella se fue feliz con su comida. Luego, me dijo
uno de los contertulios: “nosotros hablamos mucho pero no hacemos estas
cosas”, les contesté que podíamos imaginarnos ser la persona necesitada, y
así estar en la piel de esa mujer, y si fuéramos ella, nos gustaría que nos
ayudaran, y que a nosotros no nos costaba casi esfuerzo ayudar un poco, y
que a ella le suponía mucho bien… estuvimos de acuerdo en tantas cosas de
labor social que hace la Iglesia.
Otro día me decía otra persona, en un autobús, que le daba mucha
paz dar dinero a caritas porque el 100% de lo que daba iba a ayudar a la
gente, que no se quedaba un tanto por ciento alto en gastos de
organización, como pasa en muchas otras instituciones…
También el otro día vimos un video de “la Iglesia y el sida” y nos
quedamos impresionados. Y ante la crítica que hacen de por qué no
participa la Iglesia más en prevención, contestaba un cardenal: al ver a los
enfermos los curamos, es como si viéramos un herido de tráfico en
carretera, no nos paramos a leerle el código de circulación, lo queremos
curar en primer lugar… Señor, providencia de los pueblos y luz de las
naciones, haznos comprender a todos que la vida es un don tuyo y
que, aún en medio de las adversidades, eres Tú quien nos diriges
atentamente con mociones, impulsos sobre nuestra conciencia,
abierta a tu inspiración y gracia. Amén.
El Evangelio donde el Hijo nos da a conocer las maravillas del Eterno
Padre, es un mensaje de amor, y no un simple código penal. El que lo
conozca lo amará, es decir, no lo mirará ya como una obligación sino como
un tesoro, y entonces sí que le será suave el yugo de Cristo, así como el
avaro se sacrifica gustosamente por su oro, o como la esposa lo deja todo
por seguir a aquel que ama. Todo precepto es ligero para el que ama, dice
S. Agustín; amando, nada cuesta el trabajo: “Ubi amatur, non laboratur”.
2. ¿Cómo se llama Dios? Es una pregunta legítima que Moisés le
dirige. ¿En nombre de quién tendrá que presentarse a su pueblo y al Faraón
en Egipto? -“ Dijo Dios a Moisés: "Yo soy el que soy" ”. Sabemos la
importancia que tiene el nombre para los hebreos: indica «el ser» profundo.
Dios es personal... Tiene un «nombre», es alguien vivo. Se ha buscado
mucho cuál podría ser el sentido de esta palabra «Yaveh» traducida aquí
por « yo soy el que soy ». Se ha pensado, a veces, que es un rechazo a
definirse, una respuesta evasiva, como si Dios dijera: «Yo soy quien soy»...
Y es verdad que Dios está más allá de todo nombre y no puede ser captado,
porque es transcendente. Esta forma de llamarse Dios tiene un sentido
profundo en hebreo: “ yo soy el que soy-el que seré ”, en forma verbal
tanto presente como futuro, que se manifiesta plenamente en Jesús, que es
“Emanuel”, Dios-con-nosotros, El que es, que viene, y que se queda, y
permanece en la Encarnación continuando en la Eucaristía… en su cuerpo
que es la Iglesia…
Dios es «Dios-con-nosotros». Jesús se llama a sí mismo, a menudo,
con el nombre: «yo soy». A veces, con referencia a diversos aspectos de su
personalidad: yo soy el pastor, la puerta, el pan de la vida, la luz, el
camino, la verdad, la vida. Y otras, en su totalidad divina: «antes que
Abrahán existiera, Yo Soy» (Jn 8,58).
-“ Hablarás así a los hijos de Israel: «El que me ha enviado a
vosotros es "Yo-soy".»” Yo soy, yo existo. La explicación más frecuente
es ésta: Dios es el «ser que posee su existencia en sí mismo», la roca
sólida, el único que existe verdaderamente. Y este Nombre es una garantía.
«¡Aquél que me ha enviado a vosotros, es lo sólido, la Roca!» « He
decidido liberaros de la opresión, ayudaros a vivir en una tierra
donde será agradable vivir, ¡un país donde la leche y la miel
manarán en abundancia para vosotros! » ¿Estamos convencidos de que
Dios es siempre «ese Dios »? Cuando los hombres sueñan en «liberación»,
«justicia», «desarrollo», «promoción» ¿saben que adoptan un sueño de
Dios?
-“ Ya sé que el rey de Egipto no os dejará partir, sino forzado
por mano poderosa. Yo extenderé mi mano. ..” Dios se comprometerá
por entero con la causa de los oprimidos. ¿Y nosotros? ( Noel Quesson).
-Es Yaveh, el Señor, el Dios de vuestros padres, Dios de Abraham, de
Isaac, de Jacob. En Egipto en medio de toda clase de dioses era fácil que los
hebreos hubiesen adoptado, en parte, la idolatría ambiental. Dios se revela
como el único verdadero y se une así a la gran tradición de los patriarcas,
quizá algo olvidada. Es pues un Dios "fiel", que cumple sus promesas.
Tenemos siempre la tentación de pensar que Dios se olvida de nosotros,
que deja que caigamos. Es que el Señor no parece tener prisa. Israel estaba
lejos de la Tierra, prometida sin embargo hacía ocho o nueve siglos antes.
¡La espera resultaba interminable! Señor, quiero creer que Tú eres fiel, que
eres el Dios de nuestros padres, y que cumplirás todo lo que nos has
prometido.
-“ Yo os he visitado y he visto lo que os han hecho en Egipto,
donde se os oprime y he decidido llevaros al país de los Cananeos,
país que mana leche y miel ”.
3. Nosotros podemos decir: « El Señor se acuerda de su alianza
eternamente, de la palabra dada por mil generaciones, de la alianza
sellada con Abrahán, del juramento hecho a Isaac ». Hemos
experimentado que sigue siendo el Dios de la Alianza, porque, en Jesús,
estamos celebrando continuamente la Nueva y definitiva Alianza. Y, cuando
también para nosotros llegan los días malos, no sólo podemos decir:
« envió a Moisés su siervo y a Aarón su escogido », sino que podemos
añadir: « y nos ha enviado a su Hijo, Cristo Jesús, que nos ayuda en
nuestro éxodo y en el camino de nuestra liberación ». Si hay un
momento en que Dios se nos revela como cercano es en la Eucaristía: Dios
nos dirige su Palabra, que es su mismo Hijo, y nos da su mejor alimento de
vida, el Cuerpo y la Sangre del Resucitado. No podemos tener mejor luz y
fuerza para la jornada.
Se canta en el salmo la alabanza por la obra redentora de Dios con
respecto a Israel, la protección del Señor va cuidando de su pueblo,
acompañándole a través de la Alianza de Abraham, y la fecundidad de
Egipto, y también usa de la malicia de los enemigos para sacar de lo malo
un bien más grande, con Moisés su siervo y los prodigios que hizo a través
de él y Aarón.
Llucià Pou Sabaté