¡OJO CON LOS RECURSOS HUMANOS!
Padre Javier Leoz
No hace mucho tiempo, visitando a un enfermo que se encontraba rodeado de toda
su familia, observé cómo sus hijos se afanaban en agasajarle con todo lo mejor. En
un momento dado una hija le pregunt￳: “¿padre, estas bien? ¿Quieres algo más?”
Después de una breve pausa y con voz débil, el padre, les contest￳: “simplemente
quiero estar con vosotros; no me hace falta nada más”. A aquel hombre le
importaba muy poco o nada lo material; lo que de verdad quería y necesitaba era a
ellos.
1.- El evangelio de este domingo es una llamada a permanecer en la presencia del
Señor. Con cierta frecuencia (en nuestras celebraciones y en nuestra pastoral)
ponemos tanto empeño en tener todo a punto que puede más la inquietud que la
serenidad, la perfección que la espontaneidad, el estrés que el afán por acoger con
sencillez a Dios.
Tal vez sobran medios e inventos en nuestras iglesias, consejos y grupos,
dinámicas y reuniones en otras tantas comunidades (aunque sean importantes) y,
por el contrario, brillan por su ausencia y hacen falta adoradores: hombres y
mujeres que se sienten, al calor de un sagrario o a la sombra de un crucifijo,
hablando o dejando que diga algo el silencio de Dios; cristianos que saquen chispa
y jugo al paladar leyendo o masticando la Palabra de Jesús. Como anillo al dedo
viene esa indicaci￳n del Papa Francisco a los seminaristas: “la evangelizaci￳n se
hace de rodillas, sin caer en el activismo y sin confiar demasiado en los recursos”.
2.- Frente a la inquietud es bueno el saber pararse con uno mismo. Preguntarse por
el fondo y el porqué de tantas cosas que uno realiza en el día a día sin ton ni son.
Frente al nerviosismo es saludable la tranquilidad. Lo cierto que, no por hacer
mucho, se es feliz ni los frutos son más y mejores que allá donde, tal vez, no hace
tanto pero no se olvida lo esencial.
En cierta ocasión un sacerdote se puso delante del Señor y comenzó a enumerar el
completo programa de actividades cumplido en ese día:
*Señor he madrugado y he bajado al despacho para atender a numerosos
feligreses
*Señor, he visitado cuatro enfermos que necesitaban auxilio
*Señor, he puesto en orden la biblioteca parroquial
*Señor; tu sabes que, durante toda la tarde, he estado atendiendo a catequistas y
padres
*Señor, he estado al frente de algunas decisiones para las obras que tengo
pendientes en tu templo
*Señor, me he cansado en las sucesivas reuniones con los sacerdotes y grupos
*Señor, he tenido que acudir a las entidades bancarias para interesarme por la
caridad de mi parroquia
*Señor, he planteado programas que serán de vanguardia y rompedores en mi
acción pastoral para el próximo curso
Y así, después de una larga lista de pequeñas o de grandes acciones, el sacerdote
clavó los ojos en el crucificado preguntándole; ¿qué más quieres que haga, Señor?
Jesús, desde la cruz, le contest￳: “Has olvidado lo más importante; el estar un
momento conmigo…te has olvidado de mí” "¿Cuánto hace que no rezas?”.
Más raz￳n que un santo tiene el Se￱or cuando nos dice; “s￳lo una cosa es
necesaria”. Me quedo con aquella que Jesús propone: sentarnos frente a El de vez
en cuando y dejar que repose, refrescándose, el alma que todos llevamos dentro.
¿QUIÉN SOY? ¿MARTA O MARIA?
Soy Marta cuando me afano por lo inmediato
Tú eres María cuando me haces ver el fondo de las cosas
Soy Marta cuando exijo que camines a mi ritmo
Tú eres María cuando me invitas a reposar en el camino
Soy Marta cuando pienso que en el “hacer” está el todo
Tú eres María cuando en el silencio me descubres el valor del silencio
Soy Marta cuando olvido que tengo corazón y alma
Tú eres María cuando me haces descubrir la vida interna que llevo dentro
Soy Marta cuando me desgasto sin saber por qué ni cuando
Tú eres María cuando me enseñas a guardar energías para lo alto
Soy Marta cuando vivo sin freno ni medida
Tú eres María cuando me invitas a la paz y al sosiego
Soy Marta cuando digo que creo en Jesús y no le escucho
Tú eres María cuando me invitas a escuchar para saber si creo
Soy Marta cuando vivo perdido en lo aparente
Tú eres María cuando me haces buscar lo trascendente
Soy Marta cuando lo exterior me llena de ansiedad
Tú eres María cuando me recuerdas que en el interior está la felicidad
Soy Marta cuando pienso que la fortaleza está en lo que realizo
Tú eres María cuando me recuerdas que Dios es inspirador de todo
Soy Marta por poner todo mi esfuerzo en los medios y trabajo
Tú eres María si me haces ver que todo eso es secundario frente al Maestro
Soy Marta cuando subo y bajo, hablo y canto, planifico y pienso
Tú eres María si me llamas al sosiego que nos da el Misterio
Soy Marta cuando me dejo llevar por lo aparentemente válido
Tú eres María si me enseñas el tesoro de lo contemplativo
Soy Marta cuando me ensordece el ruido del mundo
Tú eres María si me invitas a afinar el oído hacia lo divino
Soy Marta cuando me agobian los problemas de cada día
Tú eres María cuando me enseñas la fortaleza de Dios y de su Palabra
Soy Marta cuando pongo en el centro de todo mi esfuerzo
Tú eres María si me haces ver a Dios como fuente de todo
Soy Marta si pierdo el control por lo que me empuja
Tú eres María si me induces al equilibrio y a la esperanza
Soy Marta cuando pienso que en la velocidad reside el triunfo
Tú eres María por frenar mis caprichos y mis impulsos
Soy Marta cuando busco y no alcanzo, cuando trabajo a tiempo y destiempo,
cuando pongo el acento en la pura materialidad.
Tú eres María cuando, simplemente, me invitas a pararme un poco
y ese poco, que es mucho, es ni más ni menos que JESÚS