EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Mateo 11,28-30.
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.
Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde
de corazón, y así encontrarán alivio.
Porque mi yugo es suave y mi carga liviana".
Comentario del Evangelio por :
Papa Francisco
Homilía del 19/03/2013, Mensaje de inauguración del pontificado (trad. ©
Libreria Editrice Vaticana)
"Seréis mis discípulos, porque soy manso y humilde de corazón"
Queridos amigos…, el centro de la vocación cristiana: es Cristo. Guardemos a Cristo
en nuestra vida, para guardar a los demás, para salvaguardar la creación. Pero la
vocación de custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene
una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos.
Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro
del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas
las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos. Es custodiar a la gente, el
preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los
ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de
nuestro corazón. Es preocuparse uno del otro en la familia: los cónyuges se
guardan recíprocamente y luego, como padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo,
también los hijos se convertirán en cuidadores de sus padres. Es vivir con
sinceridad las amistades…, En el fondo, todo está confiado a la custodia del
hombre, y es una responsabilidad que nos afecta a todos. Sed custodios de los
dones de Dios… Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de
responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y
mujeres de buena voluntad: seamos “custodios” de la creación, del designio de Dios
inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que
los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo
nuestro. Pero, para “custodiar”, también tenemos que cuidar de nosotros mismos.
Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida. Custodiar quiere
decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es
de donde salen las intenciones buenas y malas (Lc 6,45): las que construyen y las
que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la
ternura.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”