XVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Oración para seguir confiando
La Palabra: Los discípulos piden al Maestro: “enséñanos a orar”. Y Jesús responde:
“cuando oréis decid ‘Padre, santificado sea tu nombre’” (evangelio).
1. Jesús no habló nunca sobre métodos de oración, ni siquiera cuando los discípulos
le pidieron que les enseñase a orar. Pero sí se refirió al sentido de la oración: caer
en la cuenta de que Dios es Padre, ternura infinita que siempre nos acompaña.
Cuando llegan las pruebas y en la oscuridad de la noche todas las puertas se
cierran, hay una que siempre queda abierta: el corazón de Dios que nunca duerme.
2. La oración cristiana expresa la vida de fe que no se reduce a creencias o
aceptación intelectual de verdades. Más bien es un encuentro personal con una
Presencia de Amor que nos habita y en la cual, ocurra lo que ocurra, podemos
confiar. La vida cristiana debe proceder consintiendo en esa Presencia de Amor, que
ha tenido lugar de modo único en Jesucristo. Cuando dejamos que esa presencia
inunde como agua de vida nuestra existencia, es cuando tiene lugar el reino de
Dios.
3. Se comprende que la oración no es para cambiar los sentimientos de una
divinidad airada contra nosotros, porque con nuestros pecados la ofendemos y
enojamos. Es más bien para cambiarnos a nosotros, para salir de nuestro
egocentrismo, de nuestras falsas seguridades, de nuestros miedos y desesperos,
para caer en la cuenta y dar la llave que nos conecte con esa Presencia de luz y de
fuerza que nos sostiene.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net