Domingo 16º del Tiempo Ordinario Ciclo C
Lecturas bíblicas:
Gén. 18, 1-10
Col. 1, 24-28
Lc. 10, 38-42
La fe ¿necesaria, o superflua e ilusoria?
La fe ¿necesaria o superflua? ¿verdad o ilusión? La escucha de la palabra de Dios, la opción de
María en el texto evangélico, o sea la religión, la relación con lo trascendente y absoluto, con Dios,
¿es algo que permanece o algo transitorio? El reproche que hace Marta a Jesús parece evocar la
protesta contra Dios que hace el hombre de nuestro tiempo, más preocupado por edificar este
mundo, más ocupado en las diversas actividades ordenadas al desarrollo, aun siendo éstas
legítimas y queridas por el mismo Creador, que en referir y fundamentar en Dios su vida, su
trabajo, sus actividades. La protesta ante Dios puede llegar incluso a invertir la escala de valores y
convertir lo transitorio en ilusión de permanencia, convertir lo relativo en falso absoluto . Se trata
del asunto de la escala de valores con que nos regimos, o de la respuesta a la pregunta: ¿qué es lo
más importante para mí?
Hay un filósofo 1 , que, hablando de la filosofía, y también de la religión, la s describe como una
ventana abierta en la cúpula de la vida cotidiana del hombre, un orificio que permite tomar aire
fresco y contemplar lo que trasciende y da s entido a lo cotidiano, mirarlo aunque sin despegar los
pies de la tierra.
El planteo se aplica al debate actual de secularismo contra religión . Y tiene una rotunda actualidad
en el Año de la Fe que la Iglesia está celebrando. En la reciente Encíclica sobre la fe, del Papa
Francisco 2 , habla el Santo Padre de la objeción de muchos contemporáneos contra la fe como una
luz que pudo bastar para nuestros antepasados pero que ya no sirve para los hombres de la
sociedad actual y del futuro, para quienes la luz verdadera es la ciencia y la fe una luz ilusoria,
oscuridad, salto en el vacío, sentimiento ciego, en todo caso una luz meramente subjetiva , un
espejismo que frenaría o anularía las preguntas, búsquedas y avances del saber humano (el
creyente sumiso al sentirse seguro abandonaría toda curiosidad e indagación libre y autónoma).
En realidad, responde el Papa, es al revés, la oscuridad, la luz ilusoria es el destino de la razón
humana independiente que termina sin rumbo fijo, girando sobre sí misma sin sentido, en eterna
búsqueda. Dice el Papa: cuando la llama de la luz de la fe se apaga, todas las otras luces, también
la de la razón humana, acaban apagándose . La luz de la fe, la única que tiene capacidad para
iluminar la totalidad de la existencia humana, no va en contra de la luz de la razón, sino que con
ella se aúna.
1 Josef Pieper en “El ocio y la vida intelectual”.
2 Lumen Fidei, 29 de junio de 2013.
1
Ni la razón autónoma ni el desarrollo humano tengan miedo de la fe y la religión. Porque “el Dios
digno de fe construye para los hombres una ciudad fiable” . Así afirma el Papa Francisco en la
cuarta parte de la Encíclica “La Luz de la fe”. “La luz de la fe se pone al servicio concreto de la
justicia, del derecho y de la paz”. La fe no aparta al creyente de su responsabilidad en la edificación
de un mundo más justo, solidario y feliz. La fe da fundamento sólido a la fraternidad y es garantía
de una sociedad en la que se verifique efectivamente el bien de todos. Entonces, la luz de la fe no
brilla sólo hacia adentro de la Iglesia, de los creyentes, porque también ayuda a mejor construir la
sociedad terrena. Las manos de la fe se alzan al cielo pero a la vez edifican la sociedad fundada en
el amor.
Marta y María, ambas están concentradas en atender a Jesús, de visita en su casa. Una, Marta, se
ocupa de los quehaceres domésticos que debían realizar precisamente para atender bien al
Maestro. No se trata de descalificar a Marta. La demanda presentada por Marta ante Jesús es, en
cierta medida válida: pide ayuda para su trabajo, reclama la ayuda de su hermana porque dice que
le ha dejado sola con sus tareas.
Sólo en las sociedades del llamado capitalismo salvaje se puede llegar a negar la dimensión social y
fraterna del trabajo. El trabajo siempre es social y fraterno, porque jamás se hace de modo
individual y aislado sino que necesita de los hermanos, y porque el fin de todo trabajo es el bien de
todos, el llamado bien común. El grito de Marta expresa también el pedido de ayuda de nuestros
contemporáneos para que saquemos la luz de la fe del interior de la Iglesia y la compartamos, para
iluminar con ella la construcción de una sociedad más justa: nadie puede hacerlo solo, es una
empresa que exige la solidaridad de todos. “Dile a tu hermana, a tu hermano, que me ayude”.
Jesús, al hablar en defensa de María, sin plantear una contradicción entre ambas, una oposición
que obligue a optar por una u otra actitud alternativa, muestra lo que es “la mejor parte, que no le
será quitada”.
Marta representa la vida del hombre en la tierra, a veces afanosa y dispersa, cediendo a la
tentación de convertir lo relativo y transitorio en absoluto y permanente.
Jesús parece decirle a Marta: “Marta, cumple tu deber, ocúpate de esas tareas, pero como nos
ocupamos de lo pasajero , sin poner las raíces del alma en ellas, porque llegará el día en que lo
perderás. Lo que no pasa, lo que ya desde esta vida tiene carácter de definitivo, porque tendrá
continuidad en la vida eterna, lo único necesario, es la religión, la fe. Puedes unir ambas cosas,
levanta tus manos hacia el cielo sin dejar de usarlas para edificar la tierra. Ilumina con la luz de tu
fe las realidades temporales que te ocupan, dándoles así sentido y valor trascendente”.
Un sacerdote solía repetir esta fórmula que podría venir bien para explicar esto: construir la tierra
como escalera para el cielo. La fe no nos aleja del mundo, todo lo contrario, nos permite
comprometernos más y mejor en la edificación de una sociedad más justa.
Escuchar la Palabra de Dios fue la elección de María. Dios, su Palabra es la única realidad que no
está hecha con fecha de vencimiento. Dios es el Absoluto, eterno, perenne. Dios es “la mejor
parte” del hombre, su felicidad. Y al que opta por Dios, Dios no le será jamás quitado.
2
La conexión entre la fe y la caridad, la religión y el amor, está destacada este domingo no sólo en
la hospitalidad de Marta y María con Jesús, sino también en la 1ª lectura (Génesis 18, 1-10), donde
Abraham y su esposa Sara reciben y atienden en su casa a esos tres personajes misteriosos que
actúan como si fueran uno y simbolizan al mismo Dios. La hospitalidad de Abraham y Sara con
estos mensajeros divinos es recompensada generosamente con la bendición de la maternidad de
Sara.
La 2ª lectura, que retoma la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas, subraya lo que
debe ser el centro de nuestra fe , el misterio de Jesús, Cristo, el Salvador de todos los hombres . El
apóstol se presenta como aquel que ha sido hecho ministro, servidor, encargado de llevar la
Palabra de Dios.
En la Eucaristía dominical nos ocupamos, con María , de escuchar la Palabra de Dios, pero para salir
de cada Eucaristía, convertidos en Marta que se pone al servicio de nuestros hermanos .
Pbro. Hernán Quijano Guesalaga
Sábado 20 y domingo 21 de julio de 2013
iglesia parroquial Sagrado Corazón de Jesús
y Capilla San Sebastián, Paraná, Argentina
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