Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 16, Martes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Los israelitas entraron en medio del mar a pie
enjuto * Cantaré al Señor, sublime es su victoria. * Señalando con la mano
a los discípulos, dijo: "Éstos son mi madre y mis hermanos"
Textos para este día:
Éxodo 14,21-15,1:
En aquellos días, Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar
durante toda la noche un fuerte viento del este, que secó el mar, y se dividieron las
aguas. Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto, mientras que las
aguas formaban muralla a derecha e izquierda. Los egipcios se lanzaron en su
persecución, entrando tras ellos, en medio del mar, todos los caballos del Faraón y
los carros con sus guerreros. Mientras velaban al amanecer, miró el Señor al
campamento egipcio, desde la columna de fuego y nube, y sembró el pánico en el
campamento egipcio. Trabó las ruedas de sus carros y las hizo avanzar
pesadamente. Y dijo Egipto: "Huyamos de Israel, porque el Señor lucha en su favor
contra Egipto."
Dijo el Señor a Moisés: "Extiende tu mano sobre el mar, y vuelvan las aguas sobre
los egipcios, sus carros y sus jinetes." Y extendió Moisés su mano sobre el mar; y al
amanecer volvía el mar a su curso de siempre. Los egipcios, huyendo, iban a su
encuentro, y el Señor derribó a los egipcios en medio del mar. Y volvieron las aguas
y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del Faraón, que lo había seguido
por el mar. Ni uno solo se salvó. Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en
medio del mar; las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda.
Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios
muertos, en la orilla del mar. Israel vio la mano grande del Señor obrando contra
los egipcios, y el pueblo temió al Señor, y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo.
Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este cántico al Señor.
Éxodo 15,8-17:
Al soplo de tu nariz, / se amontonaron las aguas, / las corrientes se alzaron como
un dique, / las olas se cuajaron en el mar. / Decía el enemigo: "Los perseguiré y
alcanzaré, / repartiré el botín, se saciará mi codicia, / empuñaré la espada, los
agarrará mi mano." R.
Pero sopló tu aliento, y los cubrió el mar, / se hundieron como plomo en las aguas
formidables. / Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra. R.
Introduces a tu pueblo y lo plantas en el monte de tu heredad, / lugar del que
hiciste tu trono, Señor; / santuario, Señor, que fundaron tus manos. R
Mateo 12,46-50:
En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus
hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él. Uno se lo avisó: "Oye,
tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo." Pero él contestó al
que le avisaba: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?" Y, señalando
con la mano a los discípulos dijo: "Éstos son mi madre y mis hermanos. El que
cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi
madre."
Homilía
Temas de las lecturas: Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto *
Cantaré al Señor, sublime es su victoria. * Señalando con la mano a los discípulos,
dijo: "Éstos son mi madre y mis hermanos"
1. La victoria de los pequeños
1.1 En la famosa película de Los Diez Mandamientos se ven murallas de agua a lado
y lado de los israelitas que van caminando por el lecho seco del Mar Rojo. Yo vi esa
película siendo niño. De joven me dijeron en el colegio que no había tal milagro de
paredes de agua, sino que esa especie de "mar" se seca por temporadas, y los
israelitas habían podido pasar porque no llevaban carruajes pesados, mientras que
los carruajes de los egipcios se trababan en el lecho húmedo y lodoso. Al regresar
las aguas, los arrollaron. ¿Con qué explicación se queda uno?
1.2 Yo no tengo inconveniente en que se hable de que la ventaja de los egipcios se
volvió a la postre en contra de ellos mismos, y que su pesada maquinaria de guerra
fue causa de su desgracia, dejando entre tanto a salvo a los pequeños. Ese modo
de hablar va muy de acuerdo con lo que enseña la Biblia de muchas maneras,
cuando insiste en que Dios salva a los humildes que confían en él, mientras que la
soberbia hace caer a los autosificientes, pues finalmente hay algo que se escapa de
sus previsiones, y quedan confundidos y derrotados. Esta es una lección muy
profunda y bella.
1.3 Sin embargo, tampoco creo que debamos tener un prejuicio "anti-milagro," que
es lo que a veces uno ve en algunos profesores de Biblia o en algunos renombrados
teólogos, que piensan que Dios está tan sometido a las leyes que nosotros
descubrimos en la naturaleza que no hay manera de que hable si nuestro
racionalismo no lo comprende. Admitir el señorío de Dios por encima de todo lo que
comprendemos o podemos llegar a comprender de la naturaleza es un homenaje a
Dios que sólo Dios merece, y eso también lo predica clarísimamente la Escritura.
2. Los hermanos de Jesús
2.1 Para la mayor parte de los cristianos no católicos el pasaje del evangelio de hoy
es una demostración de que Jesús tuvo hermanos y hermanas, que ellos suponen
hijos de José y María. Ya uno no debería tener que aclarar esas cosas pero puede
ser saludable para muchos, así que comentemos un poco el tema.
2.2 Ante todo hemos de recordar que, aunque en griego existe la palabra para decir
"primo", ese término no existe en el arameo corriente, y lo más frecuente para la
lengua y la mentalidad en que vivió nuestro Señor era simplemente llamar
"hermanos" a los parientes, como vemos que por ejemplo Abraham llama
"hermano" a Lot (Gén 13,8), que en realidad era su sobrino (Gén 11,27).
2.3 Además, en la escena del evangelio de hoy aparece María con algunos de estos
"hermanos y hermanas". Mas en la crucifixión no hay nadie, y Jesús confía su
madre al cuidado de un discípulo, Juan (Jn 19,26-27). Esta escena sería superflua y
por completo ajena a la mentalidad hebrea si María hubiera tenido más hijos.
3. La familia de Cristo
3.1 Así que la familia de Cristo no viene de los nacidos de la carne y la sangre.
Viene de otra realidad, que enlaza bellamente el texto del evangelio con la primera
lectura, pues dice el Señor: "El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano,
mi hermana y mi madre" (Mc 3,35). Así como por la obediencia a la voluntad del
Padre Cristo es Cristo, por esa obediencia nosotros somos cristianos.
3.2 No dejemos de notar un hecho muy bello, que tantos otros predicadores nos
han enseñado: cuando Jesús dice que su "madre" será quien haga la voluntad de
Dios no estaba descartando ni dando la espalda a María, que precisamente definió
su vida con una consigna nunca quebrantada: "He aquí la sierva del Señor; hágase
conmigo conforme a tu palabra" (Lc 1,38). De modo que el evangelio de hoy, lejos
de disminuir la figura de la Madre del Señor, la presenta en su hermosa y
formidable proporción.