EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
martes 23 Julio 2013
Martes de la decimosexta semana del tiempo ordinario
Libro del Exodo 14,21-31.15,1.
Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo retroceder el mar
con un fuerte viento del este, que sopló toda la noche y transformó el mar en tierra
seca. Las aguas se abrieron,
y los israelitas entraron a pie en el cauce del mar, mientras las aguas formaban una
muralla a derecha e izquierda.
Los egipcios los persiguieron, y toda la caballería del Faraón, sus carros y sus
guerreros, entraron detrás de ellos en medio del mar.
Cuando estaba por despuntar el alba, el Señor observó las tropas egipcias desde la
columna de fuego y de nube, y sembró la confusión entre ellos.
Además, frenó las ruedas de sus carros de guerra, haciendo que avanzaran con
dificultad. Los egipcios exclamaron: "Huyamos de Israel, porque el Señor combate
en favor de ellos contra Egipto".
El Señor dijo a Moisés: "Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas se
vuelvan contra los egipcios, sus carros y sus guerreros".
Moisés extendió su mano sobre el mar y, al amanecer, el mar volvió a su cauce. Los
egipcios ya habían emprendido la huida, pero se encontraron con las aguas, y el
Señor los hundió en el mar.
Las aguas envolvieron totalmente a los carros y a los guerreros de todo el ejército
del Faraón que habían entrado en medio del mar para perseguir a los israelitas. Ni
uno solo se salvó.
Los israelitas, en cambio, fueron caminando por el cauce seco del mar, mientras las
aguas formaban una muralla, a derecha e izquierda.
Aquel día, el Señor salvó a Israel de las manos de los egipcios. Israel vio los
cadáveres de los egipcios que yacían a la orilla del mar,
y fue testigo de la hazaña que el Señor realizó contra Egipto. El pueblo temió al
Señor, y creyó en él y en Moisés, su servidor.
Entonces Moisés y los israelitas entonaron este canto en honor del Señor: "Cantaré
al Señor, que se ha cubierto de gloria: él hundió en el mar los caballos y los carros.
Libro del Exodo 15,8-9.10.12.17.
Al soplo de tu ira se agolparon las aguas, las olas se levantaron como un dique, se
hicieron compactos los abismos del mar.
El enemigo decía: "Los perseguiré, los alcanzaré, repartiré sus despojos, saciaré mi
avidez, desenvainaré la espada, mi mano los destruirá".
Tú soplaste con tu aliento, y el mar los envolvió; se hundieron como plomo en las
aguas formidables.
Extendiste tu mano y los tragó la tierra.
Tú lo llevas y lo plantas en la montaña de tu herencia, en el lugar que preparaste
para tu morada, en el Santuario, Señor, que fundaron tus manos.
Evangelio según San Mateo 12,46-50.
Todavía estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que
estaban afuera, trataban de hablar con él.
Alguien le dijo: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte".
Jesús le respondió: "¿Quién es mí madre y quiénes son mis hermanos?".
Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: "Estos son mi madre y mis
hermanos.
Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi
hermano, mi hermana y mi madre".
Comentario del Evangelio por :
Jean-Jacques Olier (1608-1657), fundador de los Sulpicianos
Carta nº 30
“El que hace la voluntad de mi Padre…, este es mi hermano, mi hermana y
mi madre”
Yo veía esta admirable obra maestra salida de las manos de Dios, la Santa
Virgen, llena del Espíritu Santo desde su nacimiento…, y las operaciones que el
Espíritu Santo hacía en ella y cómo se le comunicaba en plenitud. Y consideraba a
esta santa alma de María dando a Dios Padre, desde su nacimiento, todo lo que le
es debido. Me parecía verla ofreciéndose a Dios y ofreciendo, con ella, a toda la
Iglesia, como sabiendo que un día sería su Madre; de manera que, en esta
voluntad, estábamos comprendidos todos nosotros, santificados y consagrados a
Dios por la ofrenda que María había hecho de sí misma consagrando a Dios todo lo
que era y lo que sería para siempre. Según lo que veía, me pareció que nosotros
debíamos ratificar esta ofrenda, dedicarnos a Dios tal como ella se había dedicado,
y consagrarnos a él con la misma fidelidad que ella lo había hecho, por ella y por
nosotros. ¡Qué gozo en el corazón de Dios, me decía a mi mismo, por una ofrenda
tan santa como la de la Virgen María! ¡Qué dulce presente el de un corazón tan
amoroso y tan ancho que, él solo contiene más amor y presenta más obsequios que
los que le hacen los ángeles todos juntos! Porque María presenta a Dios su alma
que contiene a Jesús y a toda la Iglesia…
Oh Santa Virgen, verdadera mansión de Dios, en la que está comprendida toda
la Iglesia, no se puede expresar la gloria y la grandeza de vuestra alma. Es tan
amable a los ojos de Dios que quienquiera que os conozca…esperará misericordia.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”