EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 11,1-13.
Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus
discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus
discípulos".
El les dijo entonces: "Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que
venga tu Reino;
danos cada día nuestro pan cotidiano;
perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquellos que
nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación".
Jesús agregó: "Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a
medianoche, para decirle: 'Amigo, préstame tres panes,
porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle',
y desde adentro él le responde: 'No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y
mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos'.
Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se
levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario.
También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les
abrirá.
Porque el que pide, recibe; el
que busca, encuentra; y al que llama, se le abre. ¿Hay entre ustedes algún padre
que da a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿Y si le pide un pescado, le dará en
su lugar una serpiente?
¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, cuánto más el
Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan".
Comentario del Evangelio por:
Beato Juan Pablo II (1920-2005), papa
Dives misericordia 8,15
"Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, cuánto
más el Padre del cielo..."
Cuanto más la conciencia humana, abocada a la secularización, olvida el significado
mismo de la palabra “misericordia”, más se aleja del misterio de la misericordia
cuando se aleja de Dios. Tanto más, la Iglesia tiene el derecho y el deber de
dirigirse al Dios de la misericordia “con grandes gritos” (cf Mt 15,23). Estos
“grandes gritos” deben ser característicos para la Iglesia de nuestro tiempo...
El hombre contemporáneo se interroga a menudo, lleno de angustia, sobre la
solución de las terribles tensiones que se han acumulado en el mundo y que se
complican constantemente entre los seres humanos. Y, si la persona, a menudo, no
tiene el valor de pronunciar la palabra “misericordia”, o si, en su conciencia
desprovista de todo sentido religioso, no encuentro un equivalente, es tanto más
necesario que la Iglesia pronuncie esta palabra, no solamente en nombre propio
sino en nombre de todos los hombres de nuestro tiempo. Urge que la pronuncie en
una oración ardiente, en un grito que implora la misericordia según las necesidades
del ser humano en el mundo contemporáneo.
Que este grito tenga el peso de toda esta verdad que encierra la palabra
“misericordia” y que ha encontrado una expresión tan rica en la Sagrada Escritura y
en la Tradición, así como en la auténtica vida de fe de tantas generaciones del
pueblo de Dios. ¡Con este grito, al igual que los autores sagrados, invoquemos a
Dios que no desprecia nada de lo que ha creado, a Dios que es fiel a sí misma, a su
paternidad y a su amor!
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”