XVII Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Jueves
Padre Julio González Carretti O.C.D
Lecturas bíblicas
a.- Ex. 40,14-19.32-36: La nube cubrió la tienda y la gloria de Dios llenó el
santuario.
b.- Mt. 13, 47-53: Parábola de la red, imagen del juicio final.
Esta parábola, si bien representa un aspecto común de la vida de los apóstoles,
como era echar las redes al mar de Galilea, tiene un trasfondo escatológico. Una
vez fuera del agua y la red llena de peces, comienza la selección, escoger lo
recogido, para la venta o comida. La parábola busca darnos luz sobre las verdades
o realidades últimas, es decir, lo que sucederá al final de los tiempos. Como ese
tiempo no ha llegado todavía, pero caminamos a su consumación, deben coexistir
buenos y malos, trigo y cizaña, hasta que llegue el fin. Todos los peces están en la
red por el momento, hasta que llegue el tiempo de la selección final. Sólo al final de
los tiempos se descubrirá la verdadera comunidad de los hijos de Dios, libres ya del
pecado y la muerte, de aquellos que confesaban a Cristo sólo con los labios, del
fariseísmo de muchos. Todos aquellos que no tienen nada que ver con la verdadera
comunidad de los hijos de Dios, quedarán excluidos de la vida eterna en el cielo,
correrán la misma suerte, que los peces que son dejados en la playa, es decir, en la
oscuridad para siempre. El Reino de Dios, se hace presente en la persona de su hijo
Jesucristo, el Señor, nos comunica su buena noticia, el Evangelio, para nuestra
salvación. Nos propone un modo de vida, amar a Dios y al prójimo, con el espíritu
de las Bienaventuranzas (Mt.5). La participación futura en el Reino de Dios, se
inicia con un compromiso con la fe, la esperanza y la caridad, es decir, un
compromiso teologal y social, de vivir la vida cristiana en nuestra sociedad,
testimoniando el evangelio, y anunciando la salvación a todo hombre. Este
compromiso llevado con una vida litúrgica participativa y oración continua, va
transformando la vida cotidiana, en servicio activo a Dios y a los hermanos, lo que
nos asegura un lugar en el Reino de Dios.
Teresa de Jesús, enseña que la confianza, en que seremos juzgados por Quien
hemos amado y servido toda la vida. Ella está hablando de la conveniencia de
procurar siempre el amor y el temor de Dios cuando comenta las palabras: “Y no
nos dejes caer en tentación. Líbranos del mal”: “ Plega a Su Majestad nos le dé
antes que nos saque de esta vida, porque será gran cosa a la hora de la muerte ver
que vamos a ser juzgados de quien habemos amado sobre todas las cosas. Seguras
podremos ir con el pleito de nuestras deudas; no será ir a tierra extraña sino
propia, pues es a la de quien tanto amamos y nos ama. Acordaos, hijas mías, aquí
de la ganancia que trae este amor consigo y de la pérdida en no le tener, que nos
pone en manos del tentador, en manos tan crueles, manos tan enemigas de todo
bien y tan amigas de todo mal.” (CV 40,8).