XVII Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Viernes
Padre Julio González Carretti O.C.D
Lecturas bíblicas
a.- Lv. 23,1.4-11.15-16.27.34-37: Las asambleas litúrgicas.
b.- Mt. 13, 54-58: ¿No es el hijo del carpintero?
El evangelio nos presenta la visita de Jesús a la sinagoga de Nazaret. Del aprecio
por la excelente enseñanza, se pasa a la admiración, y de ahí al rechazo y al
escándalo de parte de la audiencia. ¿Qué pasó ahí? No creyeron en ÉL, y no pudo
hacer muchos milagros. Mateo, llama a “Jesús hijo del carpintero”, queriendo
señalar quizás, que ya no trabajaba en eso, al dedicarse a la predicación y respecto
a los milagros podía hacerlos si quería, pues siendo Dios, no depende de las
determinaciones del hombre su voluntad (cfr. Mc. 6, 3. 5). La frase más
significativa del texto, es que se escandalizaban de ÉL, con lo cual, el evangelista
nos quiere introducir en el misterio de Jesús. La actitud de la gente de su pueblo,
es haberlo conocido desde pequeño, a su familia, el trabajo de su padre, y
quedarse en eso, y no ir más allá. Jesús fue incomprendido y despreciado, lo
tuvieron por loco (cfr. Mc. 3, 21; 14,27.29; 1 Cor. 1, 23). Ser profeta, su vocación
conlleva, el no ser comprendido, ni aceptada su palabra (cfr. Is. 50,6; Mt. 27, 27-
31. 39-44; Hb. 12,2; Dt. 18, 15). El mismo Jesús, dice la “Sabiduría se acredita por
sus obras” (Mt. 11, 19), es decir, que a pesar del rechazo Dios, éste sigue adelante
con su proyecto de salvación. Jesús proclamó el evangelio a todos, el evangelio del
Reino de los cielos, con la fuerza del Espíritu, que renueva el corazón del hombre.
Sus compatriotas, se mostraron ciegos y obstinados, porque en lugar de secundar
el querer divino, lo rechazaron, demostrando su infidelidad a la Alianza, por eso, se
escandalizan de su Profeta y Mesías, Jesús de Nazaret. Frente a ÉL, se tiene fe o no
se tiene; hoy la indiferencia y el agnosticismo, están instalados en el corazón de
muchos hombres, pero el rechazo de Cristo, abre la puerta a todos los ídolos del
momento: el consumismo, el egoísmo, que crean tiranía en el corazón del ser
humano. El cristiano y la Iglesia, luz del mundo, deben presentar a Jesucristo a los
hombres, para iluminar a muchos, que caminan en tinieblas y sombras de muerte.
Su destino es la luz sin ocaso, que viene de la Palabra y de la Eucaristía,
Sacramento que alimenta para la vida eterna.
Teresa de Jesús, enseña que la mayor merced que Dios nos hizo fue entregarnos a
su Hijo. “Pues veis aquí, hermanas, lo que nuestro Dios hace aquí para que esta
alma ya se conozca por suya; da de lo que tiene, que es lo que tuvo su Hijo en esta
vida; no os puede hacer mayor merced. " (5 M 2,13).