EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Decimooctavo Domingo del tiempo ordinario C
Libro de Eclesiastico, de Sirac 1,2.2,21-23.
¡Vanidad, pura vanidad!, dice Cohélet. ¡Vanidad, pura vanidad! ¡Nada más que
vanidad!
Porque un hombre que ha trabajado con sabiduría, con ciencia y eficacia, tiene que
dejar su parte a otro que no hizo ningún esfuerzo. También esto es vanidad y una
grave desgracia.
¿Qué le reporta al hombre todo su esfuerzo y todo lo que busca afanosamente bajo
el sol?
Porque todos sus días son penosos, y su ocupación, un sufrimiento; ni siquiera de
noche descansa su corazón. También esto es vanidad.
Salmo 90(89),3-6.12-14.17.
Tú que devuelves al polvo a los mortales,
y les dices:»¡Váyanse, hijos de Adán!».
Mil años para ti son como un día,
un ayer, un momento de la noche.
Tú los siembras, cada cual a su turno,
y al amanecer despunta la hierba;
en la mañana viene la flor y se abre
y en la tarde se marchita y se seca.
Enséñanos lo que valen nuestros días,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?...
Compadécete de tus servidores.
Cólmanos de tus favores por la mañana,
que tengamos siempre risa y alegría.
Que la dulzura del Señor nos cubra
y que él confirme la obra de nuestras manos.
Carta de San Pablo a los Colosenses 3,1-5.9-11.
Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo
está sentado a la derecha de Dios.
Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra.
Porque ustedes están muertos, y su vida está desde ahora oculta con Cristo en
Dios.
Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, entonces ustedes también
aparecerán con él, llenos de gloria.
Por lo tanto, hagan morir en sus miembros todo lo que es terrenal: la lujuria, la
impureza, la pasión desordenada, los malos deseos y también la avaricia, que es
una forma de idolatría.
Tampoco se engañen los unos a los otros. Porque ustedes se despojaron del
hombre viejo y de sus obras
y se revistieron del hombre nuevo, aquel que avanza hacia el conocimiento
perfecto, renovándose constantemente según la imagen de su Creador.
Por eso, ya no hay pagano ni judío, circunciso ni incircunciso, bárbaro ni extranjero,
esclavo ni hombre libre, sino sólo Cristo, que es todo y está en todos.
Evangelio según San Lucas 12,13-21.
Uno de la multitud le dijo: "Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la
herencia".
Jesús le respondió: "Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre
ustedes?".
Después les dijo: "Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la
abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas".
Les dijo entonces una parábola: "Había un hombre rico, cuyas tierras habían
producido mucho,
y se preguntaba a sí mismo: '¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi
cosecha'.
Después pensó: 'Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más
grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes,
y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años;
descansa, come, bebe y date buena vida'.
Pero Dios le dijo: 'Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo
que has amontonado?'.
Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de
Dios".
Comentario del Evangelio por:
San Basilio Magno (c 330- 379), monje, obispo de Cesarea de Capadocia,
doctor de la Iglesia
Homilía
Construir otros graneros
“Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado ¿de quién será?”.
La conducta del rico del Evangelio es más irrisoria que riguroso es el castigo eterno.
En efecto, este hombre, que va a ser llevado de este mundo dentro de poco tiempo,
¿qué proyectos tiene en su espíritu? “Derribaré los graneros y construiré otros más
grandes.” Yo, muy a gusto le diría: Haces bien, porque no merecen otra cosa que
ser destruidos los graneros de la injusticia. Con tus propias manos, destruye de
arriba abajo, lo que has construido deshonestamente. Deja derribar tus reservas de
trigo; nunca han reconfortado a nadie. Haz desaparecer toda construcción refugio
de tu avaricia, quita los tejados, derriba los muros, expone al sol el trigo
enmohecido, saca tus riquezas de la prisión en que las tienes encerradas…
“Derribaré los graneros y construiré otros más grandes.” Una vez hayas llenado
cada uno de ellos, ¿qué sacarás de hacer esto? ¿Los derribarás también para de
nuevo construir otros? ¿Hay peor locura que atormentarse sin fin, construir
encarnizadamente y volverse a encarnizar para destruir? Si tú lo quieres tienes
como graneros allí donde moran los indigentes. Atesorad tesoros en el cielo. Lo que
allí se deposita “ni los gusanos se lo comen, ni la herrumbre los oxida, ni los
ladrones se lo llevan” (Mt 6,20).
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”