EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Mateo 14,13-21.
Al enterarse de eso, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a
solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie.
Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella,
curó a los enfermos.
Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: "Este es un lugar desierto y ya
se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse
alimentos".
Pero Jesús les dijo: "No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes
mismos".
Ellos respondieron: "Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados".
"Tráiganmelos aquí", les dijo.
Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco
panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición,
partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud.
Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce
canastas.
Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los
niños.
Comentario del Evangelio por :
Beato Juan Pablo II (1920-2005), papa
Carta Encíclica Ecclesia de Eucharistia, 3-5
"Y tomando el pan.... pronuncia la bendición, y los da a sus discipulos"
Del misterio pascual nace la Iglesia. Precisamente por eso la Eucaristía, que es el
sacramento por excelencia del misterio pascual, está en el centro de la vida
eclesial... En la celebración eucarística, los ojos del alma se dirigen al Triduo
pascual: a lo que ocurrió la tarde del Jueves Santo, durante la Última Cena y
después de ella...La agonía de Getsemaní es la introducción a la agonía sobre la
Cruz del Viernes santo. La hora santa, la hora de la redención del mundo...hora de
la glorificación. Todo sacerdote que celebra la Misa revive en espíritu, al mismo
tiempo que la comunidad cristiana que participa, en el mismo lugar y en la misma
hora...
« Mysterium fidei! – ¡Misterio de la fe! ». Cuando el sacerdote pronuncia o canta
estas palabras, los presentes aclaman: « Anunciamos tu muerte, proclamamos tu
resurrección, ¡ven Señor Jesús! ». Con éstas o parecidas palabras, la Iglesia, a la
vez que se refiere a Cristo en el misterio de su Pasión, revela también su propio
misterio: Ecclesia de Eucharistia. Si con el don del Espíritu Santo en Pentecostés la
Iglesia nace y se encamina por las vías del mundo, un momento decisivo de su
formación es ciertamente la institución de la Eucaristía en el Cenáculo. Su
fundamento y su hontanar es todo el Triduum paschale, pero éste está como
incluido, anticipado, y «concentrado» para siempre en el don eucarístico. En este
don, Jesucristo entregaba a la Iglesia la actualización perenne del misterio pascual.
Con él instituyó una misteriosa «contemporaneidad» entre aquel Triduum y el
transcurrir de todos los siglos.
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