"partió los panes y se los dio a los discípulos para que los distribuyeran
a la gente”
Mateo 14,13-21
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
LA RESPUESTA DE JESÚS ES EFICAZ, MILAGROSA.
Aunque no están ligadas entre sí de una manera estructural, ambas lecturas
dejan entrever una unidad temática que recorre el mensaje bíblico de hoy.
En la lectura del libro de los Números encontramos un pueblo en camino,
sometido al cansancio y a la prueba; un pueblo al que le resulta fácil ceder a la
nostalgia del pasado cuando no se deja dirigir por el espíritu de fidelidad a la
alianza estipulada con YHWH, sino por ese instinto mucho más fuerte del
hambre y del placer que producen los alimentos, aunque se trate de ajos y
cebollas. El camino de Israel por el desierto fue considerado siempre por los
Padres de la Iglesia un paradigma del itinerario del cristiano y de la Iglesia. El
futuro produce espanto; el alimento «ligero» del espíritu no basta. La nostalgia
del pasado está al acecho. El pueblo no capta la delicadeza de las exigencias de
Dios. Todo camino cristiano tiene sus pruebas. Pero ¡ay del que mira hacia
atrás! Al cristiano no le falta el alimento cotidiano, ni tampoco ese alimento
ligero y cotidiano de la Palabra y del pan y el vino eucarísticos. Pero ¿qué es
este alimento ligero para hacer frente a la pesadez de la vida diaria? Sin
embargo, Dios no tiene otro alimento definitivo para darnos.
El episodio evangélico presenta a Jesús, cual nuevo Moisés en el desierto, en
medio de una muchedumbre cansada, hambrienta, enferma, a la que tal vez le
cuesta un poco seguir a un Mesías del que lo espera todo, incluso una liberación
política. La respuesta de Jesús es eficaz, milagrosa. Pero, en el fondo, Jesús no
hace milagros cada día. Los signos que realiza necesitan también ser recibidos
con fe, lo mismo que su persona. Por lo demás, Jesús no vive sino de la
comunión diaria con el Padre y de la sencillez con la que comparte todo con sus
discípulos. Y esto es suficiente. En el caso del cristiano, el maná cotidiano de la
Palabra y de la eucaristía es también pan para el camino, viático para la
jornada.
ORACION
Nos sentimos reflejados, Señor, en la actitud del pueblo de Israel en el desierto
También nosotros, aun recibiendo cada día el maná que nos ofrece la salvación,
sentimos en el fondo de nuestro corazón nostalgias inconfesables de otros
alimentos y de otras bebidas. La ligereza del alimento celestial a menudo no
nos basta y, aun habiendo experimentado la libertad y la liberación con el
éxodo del pecado, miramos hacia atrás, soñando con los ojos abiertos al
pasado y olvidándonos casi del don de la liberación. Nuestro desierto se vuelve
en ocasiones árido, y el camino por él se hace pesado, y de este modo nos
dejamos engañar por espejismos, por paisajes absolutamente imaginarios.
Señor Jesús, queremos ser peregrinos por el desierto de la vida, pero sin sentir
nostalgia del pasado, sino tendiendo más bien hacia el futuro de una tierra de
promisión. Más aún: deseamos no sólo no aumentar el número de los
murmuradores decepcionados, sino expresarte nuestro agradecimiento por el
alimento diario de la Palabra y de la eucaristía. Y contigo, como en la
multiplicación de los panes y los peces, dirigir la mirada al Padre, darle gracias
por su dones, compartiendo con todos la alegría de sentirnos amados por un
Padre providente.