DIOS LE DIO ALGO MÁS QUE UNA COPA
Padre Javier Leoz
Estamos celebrando, en medio del Año de la Fe, una de las grandes fiestas de
nuestra piedad mariana: LA ASUNCION DE MARIA A LOS CIELOS
1. - ¿Qué es lo que buscan o pretenden los atletas, los deportistas, los países que
participan en diversas competiciones nacionales o mundiales?: rivalizar para ganar,
conquistar el pódium y, con cuantas medallas, más y mejor. Qué bien lo expresaba
el Papa Francisco en las Jornadas Mundiales de la Juventud en Brasil: “Dios nos
ofrece algo más que una copa, el cielo”.
La festividad de la Asunción, me atrevería a decir, es la gran distinción que DIOS
impone a la Virgen por haber estado ahí, por haber corrido hasta el final, por haber
permanecido fiel, por no haber humillado al adversario –y esta es la diferencia con
los juegos de los hombres- sino al revés: HABERSE HUMILLADO PARA QUE DIOS
HICIERA AQUELLO QUE TENIA PENSADO
Hoy es el día en el que DIOS eleva a la Virgen al pódium del cielo; le abre sus
puertas, la sienta a su lado por haber jugado limpiamente, con sencillez y
obediencia, en pobreza y humildad, con pureza y desde la disponibilidad…
2.- No es extraño, por lo tanto, que miles de pueblos, ciudades, congregaciones,
parroquias, diócesis, hermandades etc., la tengan como punto de referencia en sus
vidas: la suerte que tuvo Ella la queremos tener nosotros.
-La lotería que le tocó a Ella, ser ascendida cerca del rostro de Dios, la añoramos,
meditamos, cantamos y queremos para nosotros.
-Si Ella en este día subió a los cielos, nosotros también estamos llamados a
juntarnos con la Madre en ese mismo lugar
-Si Ella permaneció hasta el final FIEL a sus principios, que nosotros no los
olvidemos. La fiesta de la Asunción es precisamente eso: NO PERDER EL NORTE;
NO PERMITIR QUE NADIE VULGARICE Y ADULTERE NUESTRA VIDA.
3.- Una de las epidemias que nos asola, es la desmotivación general que existe en
la juventud por superarse (¿ascender?) ¡Cómo se queman etapas antes de tiempo!
¿Qué pasará dentro de unos años ante la ausencia de ideales? Hay una respuesta y
reto a la vez: LLENAR DE NUEVO EL FONDO DE LAS PERSONAS; REARMARLAS Y
REHACERLAS DE NUEVO con la presencia de Dios.
3.- Ante la presión sistemática, para que miremos exclusivamente a la tierra
obviando esos otros valores que emergen del cielo, de esa fuente de felicidad y de
fortaleza que nos viene de la FE EN DIOS, la Asunción es una invitación a elevar la
cabeza, el espíritu y la mente.
A eso nos ha invitado el Papa Francisco: en la debilidad de la sociedad, con Dios,
somos mayoría. A eso nos invita: a callejear, como lo hizo María, con la fuerza y el
tesón del Evangelio. María sube a los cielos porque, previamente, supo andar con
Dios y por Dios por los caminos de la tierra.
Por eso venimos aquí nosotros y honramos a la Virgen, la llevamos en procesión en
este 15 a agosto o manifestamos públicamente nuestra adhesión a Ella.
--Fiesta de la Asunción. Llamada a mirar al cielo, a contemplar una vida ejemplar y
valientemente vivida por Santa María.
--Hoy DIOS se la lleva a su lado, porque su cuerpo no puede corromperse en la
tierra.
--Mirar al cielo y tener fe como Ella, conlleva un triunfo. Una apoteosis que no son
las medallas de oro y de plata que el azar o el mérito de la vida nos da, es la
alegría de ver un día cara a cara a los nuestros y ver cara a cara el rostro de Cristo,
el semblante de Dios, la fuerza viva del Espíritu, la figura que tanto hemos amado,
mientras estábamos en la tierra, de María.
Dios, a María, le dio algo más que una copa: le dio la oportunidad de verle,
abrazarle y gozarse con Él en el cielo. A eso estamos llamados todos.
4.- CREDO CON MARÍA SUBIENDO AL CIELO
Creo, contigo María, que si camino como Tú en la tierra
me aguarda lo que, Tú ahora, vives en el cielo
Creo, contigo María, que si en mis entrañas acojo a Cristo
con la misma verdad que Tú lo acogiste en tu seno
disfrutaré de esa eternidad que, ahora Tú, vives en la Ciudad Celeste
Creo, contigo María, que si abro los oídos
como Tú lo hiciste a la voz del Ángel, soplo del Espíritu Santo,
estaré llamado a compartir esa misma suerte
que, ahora Tú, acoges asombrada ante la magnitud del Misterio del cielo
Creo, contigo María, que tu corona –no de oro ni de plata-
fue el servir a Dios con todas mis fuerzas.
Sentirme Iglesia viva, valiente y decidida
ante un mundo que, en medio de tanto ruido,
pretende silenciar el Amor que nació en Belén.
Creo, contigo María, en este Año Santo de la Fe
que para subir hacia el cielo,
hay que bajar peldaños en la tierra
que para ascender hacia Dios,
hay que descender hacia el corazón de los sufridos
que para escalar en medio de las nubes,
hay que pisar la realidad de cada día.
Creo, contigo María, en este Año de la Fe
que, conocer a Cristo, es algo grande y es gracia divina.
Que, servirle, es privilegio y altura de miras
Que, escucharle, es dar oxígeno a nuestras almas
Que, amarle, conlleva abrir los brazos a los que me rodean
¡SÍ, MARÍA! ¡CREO CONTIGO EN DIOS!
¡SÍ, MARÍA! ¡CREO CONTIGO EN CRISTO!
¡SÍ, MARÍA! ¡CREO CONTIGO EN EL ESPÍRITU SANTO!
Porque, los tres en uno, dieron VIDA a tu vida
Esplendor y hermosura a tu figura
Eternidad para siempre a tus pocas palabras
Corona de triunfo que nunca se marchita
a tu cabeza amueblada con palabras con sabor
a obediencia, humildad, sencillez, silencio, evangelio,
camino, Dios, Jesús, Espíritu e Iglesia.
¡CONTIGO, MARÍA, SE PUEDE CREER MÁS Y MEJOR!
¡CONTIGO, MARIA, AL CIELO!