Escuela universal
La vida es un aprendizaje permanente. Basta abrir los ojos y las lecciones se
multiplican. Los hay que aprenden por curiosidad, o asumen la imprevisibilidad, o
simplemente son aprendices del asombro. Hay quienes se cualifican a sí mismos y por
ende, excluyen con miramientos de superioridad. Y hay quienes, sin invitación previa,
asumen roles de discipulado en convivencia universal.
Jesús es maestro. Mejor, es el Maestro. Su escuela supera todos nuestros cálculos:
Rompe los esquemas elitistas, las precedencias se invierten: “Los últimos son
primeros”; los autodenominados fieles y fervorosos son desconocidos; los que vienen de
lejos cultural, religiosa y socialmente son favorecidos y, finalmente, quienes son amigos
de los números en orden a la salvación, son delatados públicamente.
Es una escuela con ciertas peculiaridades: Su puerta es estrecha. No entran por ella los
facilismos, los fundamentalismos, los fanatismos. Todo el material pedagógico es
evangélico: Quedan prohibidos filtros de intereses personalistas. No hay inscripciones
ni palancas para tramitologías: única carta de presentación es el amor. Y los niveles de
evaluación se dan a partir del esfuerzo personal, traducido en el compromiso misionero.
En esta escuela hay disciplina: Los moldes de conducta tienen una sola referencia: El
Maestro: Su ejemplo, su testimonio. Él aprendió a través de la obediencia y del
sufrimiento. Hay un molde único que es el dolor. Su medida define el amor.
Veleidades, superficialidades, mediocridades quedan totalmente excluidas. El peso
permitido en este aprendizaje es el de la cruz. ¡Escuela fecunda y universal!
Cochabamba 25.08.13
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com