“El que quiera seguirme... Que tome su cruz y me siga”
Mt 16, 24-28:
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
Lectio Divina
JESÚS NOS ANUNCIA PALABRAS CARGADAS DE SENTIDO
La historia de Israel, más que escrita en libros, está grabada en el corazón. La
memoria agradecida de lo que Dios ha realizado se renueva con la oración que
acoge la Palabra y con los salmos, que ayudan a rumiar en el corazón y a
expresar con los labios las alabanzas del Señor. En todo acontecimiento se
puede cantar: «Porque es eterna su misericordia». En cada etapa progresiva
se puede decir, como en la oración de la noche de Pascua: «Dayenu», esto
nos habría bastado.
A nosotros, hombres y mujeres de la posmodernidad, a causa de la frágil y no
convencida memoria del pasado, a causa del carácter efímero de lo cotidiano,
que parece desplomarse constantemente en la nada, la lección que nos da el
pueblo de la memoria nos resulta preciosa: recordar, volver a dar al corazón,
como necesaria oxigenación teológica, el recuerdo de los hechos de Dios en
nuestra historia personal y comunitaria, es una actitud preciosa del espíritu. Y
es también una preciosa indicación pedagógica en la transmisión de la fe en el
seno de la familia. Recuerdo de las obras de Dios ya realizadas, recuerdo de
las promesas de Dios que nos orientan hacia un futuro de gloria.
También Jesús nos anuncia palabras cargadas de sentido, incluso a través de
la contradicción humana que encierra su significado. Dice la verdad; no
engaña ni lisonjea. La invitación a cargar con la cruz y a perder la vida no es
la lección estoica de un maestro de la sospecha de los que afirman que todo es
vanidad. Es palabra anticipada que debe permanecer en el corazón cuando las
circunstancian aclaren lo que significa tomar la cruz de cada día y perder la
vida. Las palabras se vuelven hechos, el conocimiento se convierte en
sabiduría con la experiencia.
Para los cristianos, las palabras de Jesús son una clave de comprensión que
hemos de mantener siempre en el corazón. Ahora bien, también se hace
necesario llevarlas en la memoria, a fin de obtener una renovada esperanza
que se apoya en el anuncio de su definitiva venida gloriosa.
ORACION
Recordamos, Señor, con alegría tus maravillas. Cada uno de nosotros podría
contar a los otros su propia historia de salvación, una historia compuesta de
personas palabras, encuentros, gracias, que van marcando un sendero de
vida. Nuestro corazón, Señor, quisiera tener la profundidad espiritual del
corazón de María, modelo de una Iglesia que medita y conserva en su corazón
acontecimientos y palabras, los discierne en su vida diaria y escruta su sentido
profundo.
Mi oración es hoy alabanza que te bendice por lo que has hecho en mi vida
desde su comienzo, porque todo está envuelto de amor paterno y materno
hacia mí. Haz, oh Señor, que en mi memoria pesen más que cualquier otra
cosa las palabras alentadoras, la confianza que nace del recuerdo agradecido,
a fin de que me muestre fiel en las pruebas y en las exigencias que tú, con ese
sentido de la realidad propio del Maestro que no defrauda, me propones.
Cargar con la cruz es levantarla como trofeo glorioso. Perder la vida es abrir
nuestro sepulcro a la alegría y a la gloria de la resurrección.