XIX Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Sábado
Lecturas bíblicas
a.- Jos. 24, 14-29: Elegid a quien queréis servir.
b.- Mt. 19,13-15: Dejad que los niños vengan a mí.
La imposición de manos y la bendición de los niños, era común en la época de
Jesús; la podían hacer los padres y los rabinos. Este evangelio nos muestra a
Jesús, cómo con su afabilidad y oración, atraía a las personas (cfr. Mt.14, 23; Mc.
1,35), en este caso a los niños (cfr. Mt. 18,2). Se los llevan para que los bendiga, a
este buen deseo, lo acompaña la confianza en ÉL. La fuerza de la bendición, que
habían experimentado los enfermos, también la conocerán los niños. Ellos necesitan
la protección de los mayores, y sobre todo de quien representa a Dios. Jesús pone
sus manos sobre ellos y ora por ellos, es decir invoca la protección y gracia de Dios.
Son los discípulos, quienes se oponen considerando que importunarán al Maestro.
De alguna forma, desconocen la confianza que tienen sus padres en Jesús, y el
concepto que el Maestro, tiene de los niños como partícipes del reino de Dios. Jesús
no sólo se conforma con se los traigan para bendecirlos, sino que les asegura que el
reino de los cielos, les pertenece a todos los que tienen la actitud de los niños para
recibirlo. Los niños, no son excluidos de la llamada y de la promesa del Padre reino,
mentalidad abierta que se opone a la de los fariseos, que excluían a niños y
mujeres Los niños pueden comprender que Dios los ama, que debe reinar en sus
vidas y su voluntad se debe hacer, guardando los mandamientos. De esta forma,
los niños también, se pueden poner cerca de Aquel que trae su reino y da a
conocer. Quizás sean ellos, quienes mejor comprendan a Jesús, ya que a los sabios
y entendidos, Dios Padre les ha ocultado, lo que ha revelado a la gente sencilla (cfr.
Mt.11, 25). La Iglesia, comprendió la importancia del deseo de Jesús, de no impedir
que los niños se acerquen a ÉL, dando el bautismo, a los más pequeños, para que,
además de razones de tipo sociológicas e invasiones de los bárbaros, fueran
cristianos desde el inicio de su existencia. Cuántos niños y niñas han alcanzado a
temprana edad, la gloria de los altares alcanzado la santidad. Pueden acercarse a
participar al Santo Sacrificio de la Misa y recibir el Cuerpo y Sangre de Cristo. Es el
Padre quien lo ha querido así, y el reino es de los que son como ellos (cfr. Mt.11,
6). Son héroes de la fe y de la caridad cristiana.
Santa Teresa de Jesús, desde su niñez conoció a Dios, primero porque en su hogar
se respiraba una sana piedad cristiana y por tener padres virtuosos. “Lo que
importa en la niñez tratar con personas virtuosas” (V 1,2).